Una rutina atravesada por la locura, las tensiones y la campaña

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Semana de locuras, de política y de fuertes sacudones internacionales. Empezó con la impactante muerte del hincha de Belgrano, siguió con la definición electoral de Carrió y terminó con el golpe terrorista en París, el descontrol anárquico en las calles de Caracas y la protesta con incidentes que sitió a Cristina y Alicia Kirchner.

Lo del hincha de Belgrano es más que una muerte absurda. Revela los extremos a los que llega la patología social de la violencia. Las imágenes que muestran cómo lo tiran de la tribuna ante la mezcla de algarabía e indiferencia general, hablan de algo más que de un acto de locura. El robo de las zapatillas cuando ya agoniza al borde de la muerte también habla de una enfermedad a la que cuesta describir. Este fenómeno, que se intenta analizar en las páginas 4 y 5 de esta edición, nos ponen, como sociedad, frente al profundo y complejo desafío de recuperar valores elementales.

En el terreno de la política, la protagonista estelar fue Lilita Carrió. Su presentación como candidata por la ciudad de Buenos Aires empieza a ordenar las piezas de un tablero electoral donde todavía hay muchos interrogantes. Pero Carrió, fiel a su estilo, marcó la cancha en varias direcciones. Dejó en claro que Vidal no la quiso de candidata en la Provincia; apuntó a un par de ministros bonaerenses (Ritondo y Ferrari) y ratificó que a Durán Barba no lo quiere ni ver.

El viernes a la noche, sin embargo, los reflectores de la política giraron hacia el Sur. La fuerte protesta frente a la residencia oficial de Alicia Kirchner tuvo todos los ingredientes de un episodio traumático. Dentro de la casa quedaron virtualmente sitiadas la gobernadora y su cuñada, la ex presidenta Cristina Fernández. El video en el que Cristina hace una suerte de “tour de la protesta” se convirtió en “la película” del fin de semana.

Lo cierto es que la situación de Santa Cruz genera preocupación. Es una provincia quebrada, al borde del estallido y del descontrol. A pesar de haber recibido, durante más de una década, más plata que cualquier otra.

Lo de París -esta vez en menor escala- ratifica que el mundo vive bajo amenaza terrorista. Y lo de Venezuela muestra los riesgos de un populismo exacerbado, siempre capaz de subir la apuesta en una espiral autoritaria.

En este fárrago, se despide abril. La realidad no da tregua en un año que pinta vertiginoso.

 

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