Dueño de un Rapipago echó a un ladrón apuntándole con un arma
Edición Impresa | 28 de Abril de 2017 | 03:05

El dueño de una agencia de cobro de servicios sabe que es presa codiciada para los delincuentes. Más en una zona donde “hay ladrones cerca” y en la que el límite de jurisdicciones policiales “hace que sea tierra de nadie”, según el propio comerciante. Ayer, él se encargó de frustrar un episodio en su negocio, al echar a un asaltante apuntándole con una pistola.
Todo empezó cuando faltaba poco para las 12.30 del mediodía. Sólo dos personas -un hombre y una mujer- estaban en el local de 16 y 32 para hacer algún pago.
Un delincuente irrumpió en escena. Según Carlos, el dueño del negocio, su objetivo no era llevarse la plata de la recaudación, sino arrebatarles las pertenencias a las otras dos personas.
amenazas y maltratos
En efecto, eso fue lo que pasó en el primer minuto del robo. El ladrón empezó por la víctima más indefensa: abordó a la mujer por detrás y la amenazó.
En esa maniobra fue que le arrebató la cartera, donde tenía documentos y llaves, entre otras pertenencias sin demasiado valor, según lo que contó Carlos.
Ella terminó tirada en el suelo después del maltrato. Acto seguido, el delincuente siguió por el otro cliente. Allí hubo un “forcejeo” en el que no lograron sacarle nada.
De inmediato, el comerciante decidió ponerle fin al robo. Sacó una pistola que tiene a mano siempre que está trabajando y le apuntó directamente al cuerpo del intruso, de acuerdo al relato que hizo en una entrevista con EL DIA.
No hicieron falta palabras. El mensaje unívoco de una amenaza tal hizo que el ladrón se quedara en su lugar, interrumpiera sus planes, diera la vuelta para salir corriendo y se alejara.
En cuestión de segundos desapareció de escena. La policía fue convocada a intervenir pero no consiguió detener a ningún sospechoso. Aunque no se pudo establecer con certeza, es muy probable que el delincuente se haya lanzado a actuar sin cómplices.
Una de las suposiciones que se manejan es que el ladrón provendría de un barrio aledaño. Carlos cree lo mismo, de este robo y de los anteriores intentos que padeció en el local.
“de enfrente”
“Van y vienen de enfrente”, lanzó, mirando al otro lado de la Circunvalación, ya en territorio tolosano.
El comerciante además piensa que esta vez no intentaron robarle la recaudación porque “saben” la forma que tiene de defenderse. Y también porque trabaja detrás de una gruesa capa de vidrio blindado que lo protege.
Mientras exhibía las credenciales de permiso de portación de armas, dejó entrever que volvería a actuar igual en un eventual episodio parecido.
Ya le tocó reaccionar de la misma forma en otros antecedentes delictivos. “Tuve muchos intentos y siempre los eché igual. El anterior fue hace más o menos tres meses”, recordó el hombre.
La cuestión del límite entre jurisdicciones policiales -la Cuarta del lado de La Loma y la Undécima del lado de Tolosa- se traduce en una menor presencia de móviles e intensidad de prevención, según la interpretación de Carlos. “Se ve muy poco patrullaje”, remarcó.
Además, esa es una cuestión que los delincuentes conocerían y de la que sacarían provecho, siempre de acuerdo al dueño del negocio.
Su manera de ahuyentar a los intrusos hasta ahora le sirve. Aunque el desenlace de un nuevo caso parecido es impredecible.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE