El poder toma asiento en la Galería de los Gobelinos de París

Una variedad de tronos, poltronas y otros elementos destinados a un uso similar se exhiben en un sofisticado ambiente que reúne más de 300 asientos históricos propiedad del Mobiliario Nacional francés, entre ellos, los de Luis XIV, María Antonieta o Francois Mitterrand

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Tronos, sillones, poltronas y un sinfín de asientos principales creados entre el siglo XVIII y el XX brillan en la Galería de los Gobelinos de París, donde tiene lugar una exposición sobre el tema escenografiada por Jacques García, estrella nacional e internacional del diseño.

El maestro, nieto de un republicano bilbaíno exiliado en Francia, creó un sofisticado ambiente para la muestra “Siège en Société. Du Roi-Soleil à Marianne”, que reúne hasta el 24 de septiembre más de 300 asientos históricos propiedad del Mobiliario Nacional francés.

Sin seguir un orden cronológico, la exposición revela cómo se sentaron a lo largo de tres siglos algunos de los mandatarios franceses, de Luis XIV a María Antonieta, del presidente socialista François Mitterrand a su ministro de Cultura Jack Lang.

Ilustra igualmente y ante todo el increíble “saber hacer” de la artesanía nacional, subraya García (París, 1947), quien dice sentir “verdadera fascinación” por los asientos, dado su oficio.

Ebanistas, escultores, orfebres de dorado, restauradores, tapiceros, pintores, plateros, bordadores y tejedores, hasta ocho artesanos diferentes intervienen en la creación de uno de esos a veces “pequeñísimos objetos suntuosos”.

“Eso es lo que me fascina”, recalca el artífice de la decoración de las salas del XVIII del Louvre, la reestructuración de los departamentos reales del Palacio Versalles, o de hoteles del lujo como Le Metropole en Montecarlo y La Mamounia en Marrakech.

JUEGOS DE LUCES, ESPACIOS Y COLORES

“El Mobiliario Nacional conserva toneladas y toneladas de piezas de ese género, no tan fáciles de presentar” (sin aburrir a los no apasionados por el tema), explica García, quien intentó divertirse y divertir al visitante con juegos de luces, alturas, espacios, colores, tapices monumentales y sofisticados elementos decorativos.

Para ello, tuvo en cuenta que esos muebles fueron pensados como signos de poder, para representarlo, pero también para la fiesta, la convivencia o el transporte, pues su vocación fue siempre la de ser enviados a las diferentes residencias, sedes y embajadas del Estado.

Tras una sala inicial con las paredes cubiertas de varios pisos de antiguas carcasas de sillas y sillones de época, la exposición, tenuemente iluminada, se centra en el talento artesano de autores anónimos o celebridades como el pintor Georges Jacob.

La luz natural estalla en la segunda planta para hablar del poder, mientras que la penumbra retorna para evocar la fiesta en un último espacio donde bajo dos grandes carpas antiguas puedan verse algunas de las piezas contemporáneas seleccionadas.

El conjunto se rodea de suntuosos “parafuegos de chimenea”, “objetos desaparecidos hoy de nuestro vocabulario”, de los que se hicieron enormes cantidades entre el XVII y el XIX, “los más bellos del mundo, que ningún ministerio quiere ya tener delante de una chimenea”, resalta.

DIVERSIDAD DE ASIENTOS

La muestra se enriquece con un espacio singular, su Carta Blanca, en la que el artista no escatimó juegos de luces, espejos y metáforas para hablar de asientos, arte, cultura y eternidad. Reunió a los efectos dos raras tapicerías del taller de Fontainebleau del siglo XVI; una “Chaise longue” de Isabelle Serre de 1983; una mecedora de 1992 y un taburete de 1968 inspirados, respectivamente, en el trabajo de Richard Peduzzi y de Roger Tallon, y un “parafuegos” con la imagen de Santa Clotilde reina de Francia.

“Símbolos de la fuente de la vida”, en lugar de lámpara colocó en el techo un árbol invertido del que cuelgan varios peces multicolores, que como el resto de objetos se reflejan hasta el infinito en todas las direcciones.

Pese a estar “desbordado” por sus encargos, García participó en esta exposición “por amistad con su curador, Jean-Jacques Gautier, viejo amigo de siempre”, quien durante diez años buscó en los fondos nacionales gran cantidad de mobiliario para su proyecto versallesco.

Ahora fue Gautier quien le solicitó, en su intento de reflejar “la permanencia del saber hacer artesanal y de su calidad en el seno del Mobiliario Nacional, que es una institución de Estado próxima del poder”, junto con “su capacidad de alimentar continuamente el poder con creaciones de primera línea”.

Limitó las obras de reciente creación a un docena porque, dice, incluir más “habría sido otra exposición, otro acercamiento”, pero sin olvidar que “desde el momento en que un objeto atraviesa el tiempo” y existe ahora “es contemporáneo, pues participa en nuestra lectura de lo real y de lo que nos rodea”.

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