La vigencia de un clásico
Edición Impresa | 6 de Mayo de 2017 | 05:41

El tiempo ha desgastado sin dudas el bajo que no se sacó durante casi todo el show, aunque parece no haber hecho mella en su voz y en su calidad interpretativa. A los 65 años, Sting “canta como un pibe”, según la sensación popular que flotó por el aire el jueves en un colmado Hipódromo de Palermo, en donde presentó, en el marco del “57th & 9th Tour”, un show notable, en el que combinó clásicos de The Police con temas viejos y nuevos de su etapa solista.
Sin demasiado preámbulo, con la puntualidad de los ingleses, Gordon Matthew Thomas Sumner, incluso, subió antes de tiempo al escenario, apenas pasadas las 21.15. Y no se bajaría hasta una hora y media después, tiempo suficiente para contentar a unas quince mil personas que, en general, superaban la barrera de los cuarenta, y a los que les regaló un repaso por todas sus facetas.
Dentro del estilo pulcro que lo caracteriza, especialmente en los últimos años, Sting tuvo arranques rockeros, sobre todo en varios clásicos de The Police; pasajes en donde apareció su famoso “reggae para blancos”; flirteos con el jazz; guiños a la canción francesa y hasta algún atisbo de música étnica.
En este sentido, el repertorio intercaló inoxidables del popular trío que integró junto al baterista Stewart Copeland y el guitarrista Andy Summers; como “Roxanne”, “Every breath you take”, “Message in a bottle”, “Walking on the moon”, “Spirits in the material World”, “So Lonely”, “Next to you” y “Synchronicity II”; con grandes éxitos de su etapa solista como “Englishman in New York”, “Shape of my heart”, “Fields of Gold” y “Fragile”, entre otras.
En un recorrido que no tuvo puntos bajos, también hubo lugar para nuevas composiciones incluidas en “57th & 9th”, como la radial “I can’t stop thinking about you”, la rockera “Petrol head”, la balada “One fine day”, “50.000” y “Down, down, down”.
Con un sonido impecable, el músico inglés brindó pulidas interpretaciones, tanto a nivel vocal como en el bajo, instrumento que ejecutó a lo largo de todo el show -a excepción del final, con “Fragile”, para la que desenfundó por primera vez su guitarra acústica-, en un rol en donde brilla de manera particular.
Sting estuvo acompañado por una banda que, por momentos, se asemeja a una versión pulcra de The Police, con ya veterano Dominique Miller, el guitarrista argentino al que Sting presentó como “el porteño”, su hijo Rufus Miller también en guitarra, y el experimentado baterista Josh Freese.
En los coros estuvo el grupo de San Antonio The Last Bandoleros, una banda de rock sureño que actuó como telonera, al igual que el cantautor Joe Sumner, hijo de Sting, quien también tuvo su momento de protagonismo en el concierto cuando se puso al frente para entonar una versión de “Ashes to ashes”, de David Bowie.
“Buenas noches, querido público de argentina. Estoy muy feliz de estar en Buenos Aires una vez más”, saludó, con un esforzado español, Sting, un asiduo visitante al país, desde su primera vez con la popular banda en 1981 y su recordado debut solista en 1987, en el Estadio de River Plate.
Para la altura del saludo, ya había pasado el arranque a todo Police, con “Synchronicity II” y “Spirit in the material World”; “Englishman in New York”, con Dominique Miller haciendo fraseos similares a los originales dibujados por el saxo de Branford Marsalis y “I can’t stop thinking about you”.
A continuación, Sting regaló momentos de baile como con el aire a rockabilly de “She’s too good for me”; delicadas piezas como las bellas “Shape of my Heart” y “Fields of gold”, dos de los momentos más refinados de la noche; roces con la “World music” como con “Desert rose” y pasajes jazzeros, tal como ocurrió en el middle entre “Roxanne” y “Ain’t no sunshine”.
Para los bises, primero fue todo baile con la rockera “Next to you” para que luego el espíritu ochentoso dijera presente de la mano de la coreada “Every breath you take”.
La insistencia del público trajo de nuevo a Sting al escenario, quien decidió jugar su carta más emotiva con “Fragile”.
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