Dos cabeceras llenas de pasión en el Sola

Buen marco para un partido que cumplió con la “cuota” de fútbol dominical

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Estudiantes, de La Plata, contra Pacífico Villa Alvear, de Mendoza; uno de Primera, multicampeón, el otro protagonista del Torneo Federal B; en cancha de Banfield; con tribunas habilitadas para los seguidores de ambos. Curiosidades de la Copa Argentina, “el más federal de los campeonatos”, como se la presenta, y que gana altura a medida que avanza. Claro, porque más allá de la emoción de los clubes del ascenso, para los cuales este tipo de presentaciones pasan a ser parte de la historia grande, en realidad se transforman en un objetivo serio en los últimos escalones, esos que conducen al título, y al premio mayor que significa un pasaje a la Copa Libertadores.

A favor jugó la circunstancia de ser un fin de semana sin competencia oficial, de fecha FIFA, y la licencia para ser parte de un encuentro con público de los dos equipos. Más allá de los kilómetros que separan a la ciudad mendocina de General Alvear, de Banfield, demasiados para el común de los fanáticos de Pacífico, hubo público en las tribunas, porque la parcialidad albirroja aprovechó el domingo para ver al Pincha en una presentación de “bajo riesgo”, al menos en la teoría.

Lógico que Estudiantes fue local, en el más amplio sentido, frente a una formación que llegó a esta Copa Argentina dejando en el camino a Estudiantes de Río Cuarto, Córdoba, en definición con partido de ida y vuelta, que resolvió aprovechando la ventaja que representa el gol de visitante tras dos empates, un premio que hubiera preferido más cerca de Mendoza. Hubo quejas por esta situación, pero no pasaron de eso, y los que pudieron realizaron el largo viaje para ser testigos de un partido “para guardar”. Varios llegaron en representación de “La 74”, su barra.

Ni bien las puertas quedaron habilitadas, con el partido muy lejos, los visitantes se instalaron en la cabecera Valentín Suárez, cubiertos de banderas y al ritmo de una música que no paró. Bombos, redoblantes, trompetas… Ese puñado grande que salió de Mendoza en medio de un banderazo multitudinario verdaderamente disfrutó de un partido sin antecedentes en los casi 100 años de historia que tiene el llamado Lobo del sur.

El ruido de los visitantes, que seguro hubieran sido más en caso de haberse trasladado el encuentro a un estadio más equidistante, como en Córdoba, perdió por goleada cuando con el partido a minutos de comenzar, se levantaron los Pinchas ubicados en la cabecera de enfrente, la Osvaldo Fani, y comenzaron con un carnaval rojo y blanco. Bombos, redoblantes, trompetas, banderas de todos los tamaños, y multiplicando por cinco la cantidad de fanáticos en los tablones.

“Pincha, mi buen amigo / esta campaña volveremos a estar contigo / no me importa lo que digan / lo que digan los demás / yo te sigo a todas partes / cada vez te quiero más… “, la canción que es un himno se repitió un montón de veces, hasta que el equipo apareció en la cancha dispuesto para comenzar un juego que en pocos minutos calentó el ambiente con el comienzo impensado de Pacífico, poniéndose dos goles arriba.

Explotó “La 74”, festejando lo que seguramente ni el más optimista hubiera pronosticado; gritaron más fuerte todavía desde la barra estudiantil recordando que “está noche tenemos que ganar”, a un cuadro que no podía salir del asombro… El condimento que le faltaba a un partido que lejos estuvo de aburrir.

No estaba bien el terreno de juego, algo que se esperaba, pero al margen de eso, directamente vinculado con los equipos, el clima de tribunas en el que se enfrentaron Estudiantes y Pacífico, sacó un aprobado con mayúsculas, porque compartieron hinchadas de dos equipos con cero violencia, lo que no es poco para los tiempos que corren en el fútbol de la Argentina.

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