Día del Padre

Edición Impresa

Por DR. NORBERTO FURMAN
Doctor en kinesiología y fisiatría

Los primeros inmigrantes no necesitaron de médicos especializados, tomógrafos ni estudios sofisticados para ser atendidos y controlados por alguna dolencia; aquel trabajador no tenía tiempo de atenderse y tuvo que construir un futuro que contribuyó a engrandecer nuestra patria, formar una familia y realizar sus proyectos, que ya en suelo extranjero había soñado con realizar en esta tierra que los cobijó.

Algunos memoriosos recuerdan que la autoridad de la casa era el padre, a quien no se tuteaba, ni siquiera se le sostenía la mirada y a quien se mantenía a una gran distancia, basada en el respeto y temor que la psicología actual no comparte.

¿Cómo habría sido el día del padre de aquella época?, tal vez alguien recuerda alguna película de Enrique Muiño o de Santiago Arrieta, encarnado la figura de aquel padre. Hay por cierto una brecha enorme entre aquellos inmigrantes y nosotros, sus bisnietos.

El hombre de hoy acortó notablemente esa distancia con sus hijos, para ponerse a su misma altura y transformarse en su amigo y compinche; los deportes que antes eran para un grupo privilegiado, hoy son populares y comunes, el tenis, la gimnasia con aparatos sofisticados, el paddle, squash y otros, son actividades cotidianas que en muchas ocasiones se practican en familia en algún club o country. Tal vez este avance deportivo se deba a que el padre de hoy vive con más estrés que el de antes y a base de mucho deporte se trata de neutralizar estos estados tensionales; la preocupación por una deuda externa, cuidar que la droga no tiente a sus hijos, o simplemente tratar de conservar un patrimonio que día a día se inestabiliza más, crea angustias e inseguridades que se traducen en contracturas y dolores que posiblemente antes no se padecían.

Los nervios son como un tren, dan vuelta en el organismo y tarde o temprano chocan contra algún órgano: estómago, corazón, presión arterial o en la columna.

Por eso este padre si aprovecha a los médicos especialistas, a los tomógrafos y todo lo que la ciencia le brinda, los tiempos cambian, aumentan los problemas y la ciencia evoluciona para poder prestar cada día mejor servicios a la humanidad.

Lo concreto es que hoy se dialoga con un hijo de igual a igual y en un mismo idioma como señal de acercamiento, en unos de los pocos países en los que todavía existe y se mantiene la familia.

Por eso, si bien el padre de hoy tiene o padece dolores nuevos, propios de la época, tiene también satisfacciones nuevas y tal vez José Hernández tuvo una visión de unir el pasado con el presente cuando escribió aquello de “un padre que da consejos...”

Antes se festejaba sólo el Día del Padre, hoy a eso se agrega Día del Amigo y ojalá nunca cambie.

 

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