John Avildsen, el otro hombre que llevó a Rocky Balboa a la gloria

Edición Impresa

Cuando la noticia trascendió en la madrugada del sábado, pocos que no fueran cinéfilos conocían de quién se trataba: John Avildsen había muerto a los 81 años, producto de un cáncer de páncreas. ¿Quién? Y sin embargo no hay nadie que desconozca en este mundo occidental las criaturas que, bajo su dirección, se erigieron como emblemas de la cultura pop: Rocky Balboa y el Karate Kid.

Avildsen, nacido en 1935 en Oak Park (Illinois, EE.UU.), fue el hombre que llevó al cine el guión que un desconocido Sylvester Stallone había llevado a diversos estudios pidiendo, además protagonizarla: hoy Rocky es sinónimo de cine anabolizado, ultrapatriótico y más grande que la vida misma, pero aquella primera producción disto mucho de la versión que mostraría el Semental Italiano a lo largo de las subsecuentes entregas. Avildsen acompaño una historia mucho más realista que sus sucesoras en la estética cruda que prevalecía en aquella gloriosa década del cine estadounidense, y el resultado fue una película que se llevó diversos Premios Oscar, incluido el único que el cineasta conseguiría en su carrera. Nada menos que una eminencia de Hollywood, Frank Capra, adoró la cinta, al decir al The New York Times en 1977, que “cuando la vi, dice, caray, es la cinta que hubiera querido hacer”.

Avildsen no quiso dirigir la segunda “Rocky”, lo que luego lo reconocería como uno de los grandes errores de su carrera, aunque a partir de allí la saga dio un notable giro estético efectivo en la taquilla pero que con el tiempo se ha vuelto un placer culposo, un gusto kitsch, lejos de los lauros de la primera película. Volvería para dirigir la fallida quinta entrega, desprovista de los anabólicos de la cuarta (en la que Rocky gana la Guerra Fría, parece) pero lejos del brillo de la primera o la sexta parte, “Rocky Balboa”, un verdadero regreso a las fuentes que dirigió Stallone.

El cineasta continuó con su carrera y volvería a las primeras planas en 1984, cuando dirigió “The Karate Kid”: aquella primera película de la saga marcial, la más sutil de otra saga que se desmoronó con el tiempo, le valió una nominación al Oscar a Pat Morita: uno de los motivos por los que a la industria le gustaba trabajar con Avildsen era porque el cineasta era un gran director de actores, que ya le había hecho ganar un Oscar a Jack Lemmon (el que no pudo conseguir bajo Billy Wilder) y que había elevado a un amateur como Stallone a un estado de gracia actoral.

Avildsen también se hizo cargo de la segunda y la tercera parte de “The Karate Kid”, que se estrenaron en 1986 y 1989 respectivamente, y aunque la saga fue exitosa, aquella primera cinta fue la que quedaría marcada a fuego en la cultura popular.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE