Juan Domingo Garzo
Edición Impresa | 15 de Julio de 2017 | 02:33

Empleado histórico del Teatro Argentino; colaborador apasionado en otros espacios escénicos platenses; un maestro del arte de iluminar para las generaciones que lo siguieron; y emprendedor entusiasta, falleció, a los 68 años, Juan Domingo Garzo.
Había nacido en esta ciudad el 1º de mayo de 1949, y fue el hijo menor de José Garzo Canet e Isolina Rubio. Creció junto a sus hermanos María de Gracia y José Antonio.
Su conexión con el Teatro Argentino comenzó cuando era muy pequeño, pues su padre, iluminador de la principal sala lírica de la Provincia, lo llevaba con él cuando participaba en una función, por lo que el foro escénico fue su segundo hogar desde que tenía apenas un año de vida.
Ingresó formalmente a trabajar en el Argentino a los 14 años. “Barriendo en la sección de electricidad”, solía contar al recordar los comienzos de una trayectoria laboral que empezó bien de abajo, cuando era un adolescente, y culminó, casi 50 años después, como jefe de Regencia de Escenario, cargo con el que se jubiló.
Su carrera en la sala de la avenida 51 fue paso a paso y a un ritmo marcado primero por las enseñanzas de su padre y luego por la experiencia, que tan bien supo capitalizar. Empezó como aprendiz de iluminación mientras que estudió y se recibió de técnico electricista (instalaba reflectores). Un día surgió la posibilidad de un cambio con un compañero y se convirtió en inspector de escenario. Desde ese momento, su tarea consistió en asesorar tanto en lo técnico como en lo artístico. Fue una suerte de “régie” que formó a numerosos jóvenes.
Manifestó, siempre que halló una oportunidad, su profundo orgullo por ser parte del Argentino. “Me fui criando -dijo una vez - en un ambiente que para muchos parece extraño, pero que para mí fue muy enriquecedor, y del que aprendí mucho”.
También participó con sus conocimientos en iniciativas culturales de otros teatros, como en la reapertura, a mediados de la década del 80 y de la mano de “Pipe” Herscovich, del Coliseo Podestá; en el proyecto del Teatro Ciudad de La Plata (cuando era propiedad de la familia Costamagna); en el Ópera y en el Astro.
Abrió, asimismo, una empresa familiar dedicada a la iluminación de eventos teatrales a la que le da continuidad uno de sus hijos.
Se había casado con Liliana Morquecho, con quien tuvo tres hijos: Lisandro (siguió sus pasos profesionales pero que hace algunos años falleció, una circunstancia que lo colocó en el tiempo más dramático de su vida); Manuel (también iluminador y parte del staff del Argentino); y Santiago (ingeniero electrónico).
Fue simpatizante de Estudiantes de La Plata y por su carácter afable, su sentido del humor y su generosidad, cosechó muchos amigos, algunos de los cuales surgieron del ambiente artístico en el que se movió por décadas.
Tuvo un nieto: Federico.
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