“No tengo miedo”, el grito que resonó fuerte

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BARCELONA.- El centro de Barcelona, con la Plaza Cataluña como centro neurálgico, recuperó la normalidad cuando los establecimientos comerciales, bares y restaurantes reabrieron sus puertas tras el minuto de silencio por los atentados, aunque con una fuerte presencia policial.

A mediodía más de cien mil personas, con el rey Felipe VI a la cabeza, ocuparon la Plaza de Cataluña para mostrar su repulsa contra el terrorismo y apoyar a las víctimas, en un acto que acabó con el grito de “No tinc por” (No tengo miedo), que resonó en toda la plaza.

El presidente del gobierno regional de Cataluña, Carles Puigdemont, destacó la “admirable” respuesta de la sociedad a los atentados terroristas, “reconquistando” la normalidad y el espacio público “para ganar la batalla al terrorismo”.

También la red de metro y autobús retomó su servicio habitual tras el final de las restricciones puestas en marcha con motivo de ese minuto de silencio.

Aunque el centro de la capital catalana volvió a lucir a lleno de barceloneses y turistas, la presencia policial fue muy evidente.

A lo largo del día, La Rambla, la céntrica y animada calle donde se produjo el atentado que causó 14 muertos y más de cien heridos, se volvió a llenar de paseantes, turistas y barceloneses, si bien el bullicio que la caracteriza dio paso a un ambiente más contenido.

Cientos de ciudadanos se acercaron hasta allí para dejar flores y velas encendidas en distintos puntos, uno de ellos frente al Teatro del Liceu (la ópera de Barcelona), sobre un cartel con el lema “Catalunya, lloc de pau” (”Cataluña, lugar de paz”).

Otro de los lugares elegidos fue la Fuente de Canaletas, lugar habitual de celebración de los aficionados del F.C. Barcelona y cuya base quedó sepultada por centenares de ofrendas que escalaban por toda la fuente.

En una de las floristerías sin abrir, una cartel invitaba a “dejar tu mensaje de amor”, como hicieron un carrusel de personas que empezaron a colocar “post-its” de diversos colores con mensajes escritos, hasta crear un mosaico multilingüe de palabras de ánimo, mientras los bolígrafos y los papeles iban pasando de una mano a otra.

En la misma calle, el Mercado de la Boquería, uno de los rincones más visitados de la ciudad y desbordante de colorido, mostraba sus puertas cerradas.

En su verja exterior, solo una bandera europea recordaba lo ocurrido junto a unas palabras en catalán, castellano e inglés. “Juntos. Diferentes. Paz”.

Los turistas seguían llegando al aeropuerto de El Prat y mostraban su tristeza por lo ocurrido, pero también su determinación de no dejarse ganar por el miedo. “No haremos ningún cambio en nuestros planes ni nada que pueda significar dar la razón a esa gente loca”, dijo Michael, un estadounidense residente en Portugal.

(EFE)

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