Campanella vuelve al teatro: “Todo es más fácil cuando uno puede reírse, hasta las críticas”
Edición Impresa | 10 de Enero de 2018 | 03:38

El cineasta Juan José Campanella regresa a la dirección teatral con la comedia “¿Qué hacemos con Walter?”, protagonizada por Miguel Ángel Rodríguez, Campi y Karina K, que desde el viernes podrá verse en el Multiteatro: “El humor siempre sirve”, asegura el director, y agrega que particularmente es útil en este contexto en el que “entre motivos reales y políticos, los problemas del país se ponen muy difíciles de solucionar”.
Algo de esa realidad se filtra en la obra: la asamblea extraordinaria de un consorcio de propietarios donde se debe decidir si se echa o no al encargado del edificio es el universo elegido por el cineasta para regresar al teatro, luego de su exitosa “Parque Lezama”. Coescrita con Emanuel Diez -uno de los guionistas de “Entre caníbales”-, Campanella afirma que en la obra se pone en juego un humor “duro, transgresor y políticamente incorrecto, ya que en la reunión de consorcio de la puesta, los personajes expresan y viven sus puntos de vista sobre temas de nuestra sociedad como el clasismo, racismo o nuestra culpa de clase media. Son pensamientos de las criaturas de la obra, no reflejan lo que piensan los autores”.
¿Es este el mejor momento para estrenar una obra que ponga el dedo en la llaga? Campanella dice que sí porque “el humor siempre sirve. Todo es más fácil cuando uno puede reírse, hasta las críticas se formulan de otra manera”.
“¿Qué hacemos con Walter?”, que se verá los viernes a las 20.30; los sábados a las 20 y 22.30 y los domingos a las 20 en Multiteatro (Corrientes 1238, capital federal), “es una comedia con influencias varias: del humor judío, grotesco, costumbrista y de un autor como Neil Simon y encierra algún otro ingrediente, como a mí me gusta. Ya hice suficientes cosas como para decir tranquilamente que tiene mi estilo”, define el director de “El hijo de la novia”, cinta que estrenó deprimido porque pensó que nadie la vería (fueron, finalmente, 1.7 millones de espectadores a las salas).
El estilo del que habla Campanella siempre toca temáticas sociales y políticas, pero a la vez está atravesado siempre por la risa: “’La risa es irreductible’, suele afirmar Beto Brandoni, y tiene razón. Cuando al final de alguna de las funciones viene un amigo a saludar, cuando se trata de un drama, la persona pone cara de nada y te felicita aunque no le haya gustado; en cambio, uno se da cuenta si alguien verdaderamente se divirtió o no, es algo que no admite simulación”, opina.
LA CRISIS DEL CINE
Campanella estrenará la obra en la cartelera porteña mientras prepara una remake del filme “Los muchachos de antes no usaban arsénico” (1976), de José Martínez Suárez, con Graciela Borges, Oscar Martínez, Luis Brandoni y Marcos Mundstock “que empezaremos a rodar en mayo para estrenar en 2019. La versión original es la peli más ingeniosa de la historia del cine argentino, dotada de un estilo distinto, una especie de homenaje a Ernst Lubitsch y a aquellos viejos filmes”.
Alineado políticamente cerca del gobierno de Mauricio Macri, Campanella prefiere no opinar sobre la situación del INCAA, aunque deja algunos conceptos: “Todo el mundo, al menos lo que escucho en charlas, se da cuenta del problema real: hay muchísimas películas que se vienen haciendo hace muchos años, quedaron atrasadas y la plata que se recauda no alcanza para todos”, comienza, y agrega que “de todos modos, el debate es enorme e incluye preguntas como: si es mejor filmar menos películas de mejor nivel o 500 pelis chiquitas”.
“Históricamente, el Fondo del INCAA debería ir a películas y nunca alcanzó eso. Es decir, hay muchos problemas”, sigue el cineasta. “Se fogoneó el tema, pero hace rato que no se habla, porque como ya pasaron las elecciones y no puede utilizarse políticamente, entonces ahora se está hablando como debe hacerse: en privado y entre los que saben y tienen ganas de encontrar soluciones”.
“El problema es que entre motivos reales y políticos, como sucede con todos los problemas de este país, se pone muy difícil de solucionar”, cierra el director de “El secreto de sus ojos”. “Acá se complica más todavía porque se usa políticamente y se simplifica una situación ardua. Todos en privado admiten la complejidad de la situación, pero discuten de una manera racional y tratando de encontrar la mejor conclusión, aunque luego las mismas personas en público dicen lo contrario para tirar leña al fuego”.
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