Una norma a medio camino

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Esteban Wood (*)

La media sanción al proyecto de ley que establece que tanto los principiantes como los menores de 21 años en la provincia de Buenos Aires no podrán manejar si bebieron alcohol, sin importar la cantidad que fuera, nos deja la sensación de estar contemplando un vaso a medio llenar o a medio vaciar (valga el paralelismo).

Lleno, porque por fin se empieza a debatir la necesidad de avanzar hacia una modificación del Código de Tránsito provincial (Ley 13927) en materia de tolerancia cero a la conducción de vehículos bajo los efectos del alcohol. Lleno, porque de forma indirecta se pone el ojo en una franja etárea vulnerable y su problemática relación con la ingesta de alcohol y los riesgos asociados. Lleno, porque debemos generar conciencia de que cualquier consumo de alcohol, por más mínimo que sea, reduce los reflejos y los tiempos de reacción, y pone en peligro la vida no sólo de quien conduce, sino también la de terceros.

Vacío, porque la fundamentación del proyecto es endeble. ¿Por qué 21 años? El corte parece sumamente arbitrario, carece de validación empírica e incluso roza lo estigmatizante. Si de inexperiencia se trata, ¿por qué no mejor discutir si los menores a partir de los 16 años tienen la madurez y la capacidad suficiente como para obtener una licencia de conducir a esa edad? Si de consecuencias físicas del consumo de alcohol sobre el organismo de los adolescentes se trata, ¿por qué no debatimos la norma que fija en 18 años el límite permitido para el consumo y venta de alcohol, elevamos en tres años la edad mínima y fortalecemos los controles para velar por su cumplimiento? Si de ampliación de derechos se trata, ¿insistirán con la torcida idea que los menores de edad puedan tener acceso a espacios de nocturnidad en la provincia de Buenos Aires (hoy prohibido por la Ley 14050), al mismo tiempo que de 16 a 18 años se reivindica y fortalece, con esta nueva norma, el concepto de cero alcohol?

Vacío, porque el proyecto original del senador Federico Susbielles (UC) contemplaba el alcohol cero para todos los conductores, sin excepciones ni condicionamientos. Lamentablemente, el tratamiento y aprobación del proyecto quedó condicionado a la introducción de modificaciones que, a mi entender, sólo protegen los intereses de la industria del alcohol (y el de otros grupos económicos) y nos dejan a medio camino.

(*) Consultor en políticas sobre drogas

 

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