¿Se acaba la fiesta de la economía estadounidense?
Edición Impresa | 20 de Diciembre de 2018 | 02:02

Virginie Montet
Agencia AFPWASHINGTON
¿La primera economía del mundo seguirá de fiesta en 2019? A simple vista, EE UU parece estar en su mejor momento al cierre de 2018, pero el futuro viene cargado de incertidumbres.
El crecimiento será de alrededor del 3% en 2018, el mejor desempeño desde la crisis financiera hace 10 años, en particular, gracias a los masivos recortes de impuestos implementados por la administración de Donald Trump. Además, el país tiene pleno empleo, con una tasa de desocupación de menos del 4%, y los precios siguen siendo buenos.
Pero esta economía ideal, ni demasiado caliente ni demasiado fría, comienza a mostrar fragilidad y 2019 viene con gran cantidad de incertidumbres.
El comercio con el gran socio chino está en plena desaceleración, con un crecimiento esperado de solo 6,2% para el año próximo, según el FMI.
Además, las tasas de interés y -al otro lado del Atlántico- el Brexit (salida británica de la Unión Europea), junto a las protestas de los “chalecos amarillos” en Francia e Italia, encienden alarmas de que podría acercarse el fin de la fiesta en EE UU.
Las hostilidades comerciales que impulsa la Casa Blanca representan un riesgo real para el crecimiento de EE UU, y más allá de ese país. Según el FMI, el PBI mundial podría reducirse en un 0,75% debido al aumento de las tensiones.
Washington lanzó la guerra arancelaria que se ha extendido desde hace meses con el objetivo de equilibrar el comercio, y especialmente contra las prácticas de China, a la que acusa de robo de patentes, transferencias forzadas de tecnología y espionaje industrial.
La tregua de 90 días acordada entre Beijing y Washington no ha resultado convincente y el impacto en la economía es real, sin que el déficit comercial -sobre el que Trump mide el éxito de su política- se esté reduciendo.
“La batalla comercial no agrega nada al crecimiento, por ahora, y no es seguro que lo haga en el largo plazo”, indica el economista Joel Naroff. “Obviamente, los chinos buscan diversificar sus cadenas de suministro para limitar su dependencia de Estados Unidos y abrir otros mercados para sus productos”, agrega. El efecto negativo podría ser, por lo tanto, perdurable para EE UU.
Compañías estadounidenses, como MedSourceLabs, que hace negocios con China para fabricar equipos médicos, tienen temor de que “el remedio sea peor que la enfermedad”.
General Motors y Ford ya advirtieron que los aranceles sobre el acero y el aluminio les costarían al menos 1.000 millones de dólares este año, en un momento en que el ciclo de ventas de automóviles parece haber alcanzado su punto máximo.
Agricultores estadounidenses también están muy afectados, al verse forzados a reducir los precios o almacenar sus cultivos de soja, que antes de las hostilidades vendían a China.
Los pronosticadores esperan una desaceleración el próximo año: Goldman Sachs Research estima un crecimiento de 2,5%, similar a la expectativa del Banco Central. Oxford Economics augura un alza del 2% a fines de 2019. La administración Trump continúa asegurando que espera que la marcha se mantenga a un ritmo igual o superior al 3%.
Pero la economía de EE UU no puede permanecer inmune al debilitamiento del crecimiento global señalado por el FMI. Incluso Jerome Powell, el jefe de la todopoderosa Reserva Federal de EE UU (Fed, banco central), que ayer anunció una suba de 0.25% en las tasas de interés, ya empezó a sembrar dudas sobre el ritmo de la economía.
El mercado inmobiliario estadounidense está retrocediendo debido al efecto de las ocho alzas (nueve con la de ayer) en las tasas desde fines de 2015, que elevó el costo de los préstamos inmobiliarios en 5%, algo que no se ha visto en diez años.
El consumo, 70% de la economía de EE UU, está en su apogeo, pero se enfrenta a la caída de Wall Street, donde el Dow Jones ha borrado sus ganancias del año en unas pocas semanas. La pesada deuda de las empresas, al igual que el déficit federal, también son factores de riesgo. Din embargo, el FMI desestimó una posible recesión en el corto plazo.
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