Voluntariado social, un sinónimo de bien público practicado con altruismo

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Por MARCELO URIARTE
Vicepresidente Fundación S. Karakachoff

En el mundo, y nuestro país no es la excepción, hay un capital humano de alta calidad moral que se puede encontrar en muchos sectores de la comunidad.

Hay uno, en especial, que se observa sin mayor esfuerzo y es en aquellas entidades donde se ejerce el voluntariado social. Se trata de un importante sujeto colectivo que tiene la finalidad del bien común, que asiste en la adversidad a las más diversas necesidades sociales, incluso complementando o reemplazando al Estado cuando este no tiene los recursos suficientes.

Entre tales necesidades destacamos aquellas relacionadas con la alimentación, la salud, las emergencias, la educación, el medio ambiente, el consumo y otras. Allí podemos contar con entidades que van desde los Bomberos Voluntarios en distintos distritos, pasando por Cooperadoras Escolares y de hospitales, Asociaciones de Fomento, Comedores comunitarios o aquellas de apoyo a personas con capacidades diferentes, entre tantas otras.

Ahora bien, empecemos por definir al “voluntariado”.

Para ello nos asistimos con la ley nacional 28.555 que define a ese concepto como la acción en la cual se participe “de manera directa o indirecta en programas y/o proyectos que persigan finalidades u objetivos propios del bien común y del interés general” ya sea que cuenten, o no, con el apoyo, subvención o auspicio estatal.

Con esa definición, luego nos hacemos la imagen mental de las diversas organizaciones del voluntariado social, cuyos adherentes, de manera solidaria, llevan su ayuda hacia donde ésta suele estar ausente. Llevan el pan y la paz a la comunidad como mercancías de alto valor simbólico, cuya cotización, en términos materiales, sería de cálculo infinito. Esto es porque no hay moneda que pague esos actos de amor y de entrega. Para muestras basta un botón. Como profesional de la Salud, y con varios años en un hospital público, me ha tocado observar a cientos de voluntarios hasta el límite de sus fuerzas dando su aporte desinteresado no sólo en establecimientos, sino en los barrios, en actividades rutinarias de sondeo o con distribución de recursos y medicamentos en situación de inundación o por diversas enfermedades.

“Habrá que asumir y reforzar nuevos deberes con quienes gran parte de su tiempo y de su vida al bien común”

Y si volvemos sobre la relación con lo estatal, tenemos que recurrir a la ley provincial, la 13447 que, en su artículo 1° da cuenta de la obligación de los tres Poderes de otorgar a los voluntarios “un antecedente de valoración” a los concursos o convocatorias laborales.

La norma acerca más elementos para fomentar un vínculo con el voluntariado en general como es el compromiso del Estado de brindar en forma gratuita difusión de sus actividades y la capacitación de los integrantes de tales organizaciones.

Más allá de las buenas expresiones, y para que estas no queden en simples deseos, habrá que asumir y reforzar nuevos deberes con quienes dedican gran parte de su tiempo y de su vida al bien común. Por eso, parecería un poco imprecisa la letra legal actual que sólo asigna al Estado un compromiso sin mayores consecuencias.

Se avanzó, si es cierto, en una reglamentación que creó el Registro del Voluntariado en el Ministerio de Desarrollo Social bonaerense, pero se puede hacer mucho más.

Es por eso que se tornaría necesario dotar de mayor firmeza al vínculo con estas organizaciones que, como verdaderas trincheras para el bienestar, necesitan de una mano solidaria, en este caso, del Estado mismo.

Habrá que analizar la necesidad de reformar la ley parcialmente para que el ingreso laboral de los voluntarios sea a través de cupos de planta temporaria o permanente (empezando por la Policía o el Servicio Penitenciario) o puntajes adicionales para casos del sector docente.

El asunto relacionado con la difusión y capacitación desde el Estado sólo requiere de gestos de grandeza desde las distintas reparticiones, empezando por los responsables de cada organismo provincial.

De esta manera podremos avanzar sobre esa premisa que instituyó el ex presidente Raúl Alfonsín, cuando invitó a todos los argentinos a practicar “la ética de la solidaridad”. El fomento del voluntariado, es un marcado ejemplo para poder recorrer ese camino.

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