Disposición para la Misa

Edición Impresa

Por DR. JOSE LUIS KAUFMANN (Monseñor)

Queridos hermanos y hermanas.

La celebración de la santa Misa es uno de los grandes misterios de la fe católica. En la cada celebración de la Misa se actualiza el Misterio Pascual de Jesús. La Misa es la vivencia - como respuesta personal y comunitaria - del don de la fe recibido en el Bautismo. La Misa, por lo tanto, es para cristianos iniciados; para cristianos que asisten y participación activamente en toda la celebración, completa, desde el canto de entrada hasta el canto de salida. El primero de los antiguos preceptos de la Iglesia señala, precisamente, “Oír Misa entera todos los Domingos y fiestas de guardar”. El cristiano que no vive la MISA ENTERA, no participa de Ella ni es coherente con su fe, sino que agravia a Dios y a la Iglesia.

Si el cristiano ha comprendido esta verdad fundamental, jamás llegará tarde, sino que estará en el lugar sagrado con anticipación, a fin de no interrumpir ni distraer a otros que llegaron en tiempo y forma.

La Misa, también llamada Eucaristía, es “fuente y cima de toda la vida cristiana”, como enseña el Concilio Vaticano II.

En la medida que el cristiano valora el don de la fe y trata de vivir esa fe, también se instruirá en todas las verdades de la fe, reveladas por Dios y custodiadas por su única Iglesia.

El templo no es una sala de espera ni un lugar turístico. Si hubiera altares laterales o imágenes de santos, no corresponde detenerse ante ellos durante las celebraciones litúrgicas

 

Al ingresar en el templo, tratará de mojar dos o tres de sus dedos en el agua bendita y hacerse la señal de la cruz. Luego, si el Sagrario con el Santísimo Sacramento está a la vista, hará la genuflexión con la rodilla derecha hasta el suelo junto a la rodilla izquierda. Enseguida se ubicará en un lugar disponible.

Habiendo llegado cada cristiano con suficiente tiempo antes de la celebración de la Misa, se ubicará en los primeros lugares, y se preparará con su oración personal para vivirla con la máxima atención, respeto y fervor. Responderá en alta voz y con entusiasmo a todos los saludos litúrgicos del sacerdote que preside la asamblea, como a las invitaciones y aclamaciones. Así mismo participará activamente en todos los cantos, y en las posturas indicadas con toda la comunidad, evitando siempre todo individualismo.

En el caso que no pudiese arrodillarse durante la consagración, permanecerá de pié, pero tratando de ubicarse desde su llegada de tal modo que no obstaculice la visión de los que están detrás de él, poniéndose dentro de la nave central en los extremos exteriores.

Todos sabrán valorar el lugar sagrado, sin descuidar el uso correcto del banco, es decir sin poner los pies sobre el reclinatorio, pensando y respetando en quienes luego se arrodillarán. El reclinatorio es para eso, para arrodillarse, no para poner los pies.

Estando en el templo (capilla, iglesia parroquial, santuario, basílica, oratorio) evitarán todo saludo social y toda conversación que no sea realmente necesaria. El silencio sagrado debe ser construido por todos. Los saludos sociales pueden hacer fuera del templo, pero nunca dentro de él.

Nadie debe comer ni masticar dentro del templo, lo cual es impropio en toda celebración de cualquier tipo. El templo no es una sala de espera ni un lugar turístico. Si hubiera altares laterales o imágenes de santos, no corresponde detenerse ante ellos durante las celebraciones litúrgicas.

Si las disposiciones previas son tenidas en cuenta y respetas, seguramente podrá participar con mayor piedad de la Misa.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE