Para los chicos y para los grandes: la noche de San Bernardo por etapas
Edición Impresa | 6 de Enero de 2020 | 03:38

PEDRO GARAY
ENVIADO ESPECIAL A LA COSTA ATLÁNTICA
Una familia tipo, papá, mamá y dos chicos, uno ya adolescente, dejan la playa cerca de las 20, vuelven al alojamiento, se emperifollan y, por tradición, salen camino a Chiozza y Avenida San Bernardo, las dos arterias céntricas de La Perla de la Costa, donde la localidad balnearia ofrecerá algo para todos.
Cenarán, mirarán algunos espectáculos callejeros, el más chico jugará a los jueguitos, tomarán un helado, quizás habrá tiempo luego para una cervecita en los bolichitos de la Plaza de la Familia, y tras un paseo por la feria de artesanías, los papás volverán al departamento y el adolescente comenzará a buscar una entrada a costo reducido para ir a los boliches de la zona: una noche sanbernardense típica, en tres etapas y para tres generaciones diferentes.
Pero en el primer sábado de 2020, San Bernardo, reconocida por los jóvenes por su noche explosiva, vivió una jornada tranquila: con muchos turistas recién llegados para comenzar su semanita en su localidad, y muchos otros que llegaron ayer, la movida nocturna mostró una peatonal Chiozza briosa, pero lejos de las largas y habituales colas en los restoranes. Sobre la Avenida San Bernardo, tampoco las cervecerías, que como en La Plata se han vuelto protagonistas, aparecían abarrotadas de jóvenes. Una velada tranquila.
“Viene floja la temporada”, reconocía el Mago Marco, uno de los artistas callejeros que año tras año llegan a la Chiozza para ofrecer su arte y vender algunos artilugios mágicos. Los chicos se muestran entusiasmados y quieren comprarle sus trucos, pero los grandes se muestran reticentes a sacar la billetera.
Tanto Marco como sus colegas de la peatonal, sin embargo, se mostraban tranquilos, a la espera de la explosión que “siempre llega” a partir de la segunda semana (ya no se habla de quincenas en la Costa). Y alguno, como el caricaturista Maxi, de Mar de Ajó, se esperanzaba con que “al último día, lo poquito que trajeron lo van a gastar”.
La Chiozza es peatonal desde las 20 durante la temporada estival, pero con el sol todavía poniéndose, la noche no arranca hasta las 21: desde la Avenida San Bernardo, por unas diez cuadras, se extiende una amplia oferta gastronómica en términos de precios, aunque no se puede comer por menos de 400 pesos por cabeza, y muchas familias optan por bajar al tradicional paseo ya cenados.
LAS CERVECERÍAS Y LOS BOLICHES
Así, los restoranes todavía no buyen (sí se registran colas ya en las heladerías, un clásico de las nochecitas), como tampoco enfervescieron en la noche sabatina las cervecerías ubicadas en Avenida San Bernardo, que como en todos lados se han vuelto protagonistas excluyentes de la noche: en 100 metros, los que van desde la Avenida Bartolomé Mitre hasta la plaza, hay una decena de locales de cerveza artesanal, con Brooklyn, Dublin y Punto Límite como los lugares de encuentro ya tradicionales y varias pequeñas cervecerías apareciendo en los alrededores.
Las pintas salen desde los 150 pesos, con una interesante variedad de APAs, IPAs y stouts para el sommelier de cerveza, una especie que se ha reproducido con intensidad en los últimos tiempos. De la especie es el platense adoptivo Gustavo Cano, de vacaciones en la vecina La Lucila desde el 28: “Pasé Año Nuevo acá, vi los fuegos artificiales, todo. Y voy a tratar de extender el veraneo 20 días, todo lo posible”, dice entre risas, cerveza en mano, quien acaba de recibirse de odontólogo y celebra con unas buenas vacaciones antes de volver al trajín cotidiano.
La zona, históricamente dominada por los adolescentes, ya no es territorio exclusivamente joven: muchos padres eligen una cervecita con papas en lugar de cenar afuera como plan, como los Alderson, familia de Los Hornos que tras la primera jornada de vacaciones salió a brindar.
Sus chicos adolescentes ya giran por las calles céntricas en busca de pases y descuentos para los boliches que se encuentran del otro lado de la plaza. Hacen bien: los tarjeteros de Privilege reparten ingresos por 300 pesos (sin consumición para los varones) y los de Sanber Chico parten desde los 500 (aunque hay algunos 2x1 mágicos), pero cuando se acaban esos pases para los tempraneros el ticket básico asciende a cerca de mil pesos.
“Tratamos de mantener los precios… pero se fue todo muy arriba”, reconoce Nino, RRPP de Privilege, donde prevalece la música electrónica, aunque advierte que todavía se mantienen lejos de los precios de la competencia de Gesell y Pinamar.
Al igual que Sanber Chico, que abrió su temporada el viernes, en Privilege todavía no registran llenos en la pista. Y muchos prefieren ir hasta Mar de Ajo, donde el Parador El Quincho, uno de los secretos de la región, abre sin cobrar entrada para pasar la noche junto al mar. La temporada nocturna de San Bernardo todavía está entrando en calor.
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