Adela del Castillo
Edición Impresa | 11 de Noviembre de 2020 | 04:30

Un gran pesar provocó en diferentes ámbitos de la Ciudad el fallecimiento de Adela del Castillo, reconocida por su labor profesional, pero también por su participación en entidades culturales como la Asociación Amigos del Museo y Archivo Dardo Rocha.
Había nacido el 28 de agosto de 1927, en capital federal, en el seno del hogar conformado por Elena Canter y Carlos del Castillo Posse y creció junto a sus seis hermanos. Por razones laborales de su padre, la familia se mudó a La Plata y Adela completó su formación en el Colegio Eucarístico y, luego, en la Universidad Nacional de La Plata, de la que se graduó como licenciada en Administración de Empresas. Años más tarde hizo la carrera de Relación Públicas y Relaciones Humanas.
Inquieta y emprendedora, Adela comenzó a trabajar en el Ministerio de Economía donde tuvo una respetada trayectoria. También desarrolló una prolífera carrera docente en diferentes escuelas técnicas y en el Colegio Eucarístico, establecimiento al que tuvo una gran pertenencia y que formó por cuatro generaciones a las mujeres de su familia.
El 13 de diciembre de 1947 marcó un hito importante en su vida porque se casó con Pablo Basilio Juárez, con quien permaneció unida por 60 años y construyó la familia que fue uno de sus motivos de orgullo más grandes. Los nacimientos de sus hijas Adela Guillermina, María Celia y Patricia Silvia, no hicieron más que aumentar su felicidad y esta se vio aún más colmada cuando llegaron sus 13 nietos y 27 bisnietos.
Con una fuerte inclinación hacia las actividades artísticas y culturales, Adela estudió en la facultad de Bellas Artes para expresar su pasión por la pintura.
Además de participar activamente de la Asociación Amigos del Museo y Archivo Dardo Rocha, integró desde sus inicios la Federación Argentina de Amigos de Museos –FADAM-.
Sus allegados destacaron que Adela fue una persona de férreos valores y vivió conforme a esos principios. La solidaridad, alegría y compañerismo fueron algunas de las virtudes con las que conquistó amistades en los distintos ámbitos que frecuentó, ya sean laborales o sociales. Además tuvo el don de las personas receptivas que saben escuchar y estar junto a quien lo necesita.
Fue una mujer fuerte, activa, segura y de una gran amabilidad y alegría, razones por las que seguramente será recordada con mucho amor por quienes la conocieron.
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