Transición en la farándula: los famosos que cambiaron de género

Elliot Page dejó de ser Ellen Page y lo contó en las redes sociales con un emotivo mensaje que abre las puertas para que otros, famosos o no, puedan perseguir sus deseos: es por eso que la historia de Page, y de tantos otros, es importante

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Con un emotivo mensaje, Elliot Page contó que dejó de llamarse Ellen Page y que es un hombre trans: “No puedo ni empezar a expresar lo extraordinario que es quererte lo suficiente como para perseguir tu auténtico yo. Me han inspirado infinitamente muchas personas en la comunidad trans. Gracias por su coraje”, escribió quien saltara a la fama por “Juno”.

Y está claro que “valentía” es la palabra clave: el mundo del espectáculo tiene muy pocas personas de la comunidad trans en sus filas, marginadas durante décadas e incorporadas muy lentamente (en Argentina, por ejemplo, Flor de la V ha podido construir una carrera desde el margen al centro), y de forma muchas veces rozando lo ofensivo. Ser trans y querer ser famoso tiene aires de utopía; confesar ser trans en la cúspide de la fama, como hizo Page, tiene algo de valentía suicida.

Pero, claro, son gestos como el de Page los que abren las puertas y envalentonan al resto a ser quienes son: de hecho, más allá del típico cyberbullying (no importa lo que digas: si subís algo a las redes sociales, alguien te va a insultar), Page fue recibida con muchísimo afecto de parte de la misma comunidad cinéfila que hace 20 años hubiera mirado para el costado, condenando a un virtual ostracismo al protagonista.

De hecho, esto es lo que le ocurrió a Alexis Arquette: actriz incipiente en los 90 junto a sus más famosos hermanos Patricia, Rosanna y David, Alexis comenzó a un proceso de transición a mediados de los 90. Desde entonces, solo consiguió trabajo en películas de clase B y murió en 2016, tras una larga batalla con el VIH. “Nuestro hermano Robert, quien fue nuestra hermana Alexis…”, iniciaron el comunicado tras su muerte sus hermanos.

Hay en la historia de Hollywood miles de leyendas de hombres que amaban vestirse como mujeres y mujeres que deseaban ser varones, pero eran otros tiempos: el tema era tabú, y ningún famoso se hubiera atrevido entonces a transicionar. Mantenían su identidad enclosetada, hasta que comenzaron a soplar vientos de cambio: un mojón en esta lucha fue la muy pública transición de Bruce Jenner a Caitlyn Jenner. Como hombre, había sido campeón olímpico, también padre de las Kardashian más jóvenes. Pero en 2015 hizo pública su identidad trans, y comenzó a mostrarse al mundo como Caitlyn.

Jenner colocó en el centro de la escena lo que hasta entonces había sido evadido por la audiencia masiva, pero antes de Jenner también hubo valientes. Uno de los casos más famosos es el del hijo de Cher, nacido Chastity Sun Bono pero que se convirtió en Chaz en la última década, filmando incluso un documental sobre la experiencia. Chaz había intentado de joven introducirse en el mundo de la música, pero el peso de la fama lo aplastó: sin embargo, su figura cobró relevancia cuando en 1995 confesó ser homosexual, algo que por aquellos días todavía se aconsejaba mantener en secreto en la industria del espectáculo (recordemos el escándalo que sacudió a George Michael en 1998…). Comenzó desde entonces su trabajo como activista, que lo ha llevado a escribir “Family Outting”, una obra enfocada a la ayuda de aquellas familias que tienen un miembro en disposición de salir del armario.

También Laura Jane Grace, nacida como Thomas James Gabel, cantante y guitarrista de la banda estadounidense de punk rock llamada Against Me!, transicionó antes de Caitlyn: en 2012, durante una entrevista con la revista Rolling Stone, Laura anunció sus planes de vivir abiertamente como una mujer transgénero. Después de un largo período de cambios, en 2014, la banda lanzó su sexto álbum titulado “Transgender Dysphoria Blues”. Laura reveló entonces que estaría feliz de formar parte de la última generación que tenga que “salir del clóset”.

Es que la juventud parece encaminarse hacia una concepción más fluida y abierta de género y sexo, como ya mostraban desde sus primeras películas las hermanas Wachowski: “Matrix” tiene una multiplicidad de lecturas políticas y filosóficas, entre las cuales se cuenta la de la teoría queer, que ha señalado como aquella obra una ruptura de la matriz binaria hombre-mujer (y recordemos que la Matrix es una creación de una computadora: el código binario está compuesto por unos y ceros), entrelazada con rupturas de otros órdenes, camino hacia un paradigma más amplio, diverso y dinámico, menos individualista, un mundo diferente, una utopía sin barreras, sin matrices, de ningún tipo.

Las Wachowski potenciarían estas ideas en trabajos más furiosamente queer como “Sense 8”, y por eso a nadie sorprendió que las directoras, que nacieron con el nombre de Andy y Lawrence Wachowski, transicionaran hasta convertirse en Lilly y Lana en la última década. Cuando Lana, en 2012, recibió un premio por su coraje, dijo en su discurso que, cuando era joven, no podía encontrar a nadie como ella, por lo que declaró públicamente ser transgénero para convertirse en “esa persona” para alguien más.

Y quizás Lana, o Lilly, o Caitlyn Jenner o Chaz Bono, han sido ese faro para algunos de los hijos de los famosos que se confesaron trans en los últimos años. Charlize Theron, por ejemplo, contó que su hijo adoptivo Jackson le dijo muy joven que se sentía niña. “Sí, yo también pensaba que era un niño, hasta que con 3 años me miró y me dijo, ‘¡No soy un niño!’”, contó la actriz al Daily Mail.

También los hijos de Cynthia Nixon, la actriz de “Sex and the City”, y de la pareja de Warren Beaty y Annette Bening, son trans. Shiloh Jolie Pitt, primer hijo de Angelina y Brad, nació con genitales femeninos, pero desde que era muy pequeño se mostró seguro de su identidad.

A menudo se da el debate: ¿importa realmente la representación de todo tipo de sexualidades, etnias y otras diversidades en el cine, la tevé y la música? ¿O las industrias del entretenimiento, simplemente, se aprovechan de esta ola revolucionaria que es parte importante del imaginario de sus principales consumidores, los jóvenes? La segunda pregunta puede ser cierta, pero eso no quita que, como afirmó Lana Wachowski, sea relevante que lo que aparece en la pantalla, que forma y educa, quiérase o no, no solo promueva la inclusión, sino que, además, muestre cómo no hay nada de qué avergonzarse por ser uno mismo.

 

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