Valeria Archimó: “Vivo un momento de mucho aprendizaje y crecimiento personal”

Tras su separación, la bailarina se tomó un tiempo para sanar y se recuperó gracias a sus hijos y la danza, la pasión de toda su vida. Mientras se prepara para volver al “Bailando”, como coach de Anita Martínez, disfruta del éxito de “Únicas”, el espectáculo que protagoniza, coreografía y dirige en calle Corrientes

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Que después de la tormenta llega la calma es algo de lo que Valeria Archimó puede dar fe. Bailarina, coreógrafa y dueña de una de las piernas más bonitas de Argentina, la morocha surfeó las convulsionadas aguas de una separación y se repuso. Hoy, dice en diálogo con EL DIA, todas aquellas lágrimas se convirtieron en una sana experiencia.

“Es un momento de mucho aprendizaje, de gran crecimiento personal y de mucha satisfacción”, reconoce Archimó, consultada por su presente, luego de un difícil 2019 en el que se separó de su pareja, el empresario platense Guillermo Marín, padre de su hija más chica, luego de ocho años de relación.

“Fue un año de mucha introspección, donde tuve que sanar. Me tomé mi tiempo para mi duelo y la verdad es que ahora estoy muy bien, con otra impronta, otro ímpetu”, asegura la bailarina, que tras atravesar aquel proceso de sanación pareció perderle el miedo a la palabra soledad.

Porque, dice la artista, “estoy disfrutando de estar sola”, y comenzó a regalarse tiempo para hacer cosas que le generan placer como “salir con amigas, juntarme con grupos”, aunque sus preferencias apuntan a planes de entre casa, junto a sus hijos Teo (15) y Ámbar (5).

Y aunque en un principio hubo un poco de tensión, con algunas versiones que entorpecieron el proceso de distancia, la separación con Marín entró en un cauce natural, donde todo parece estar fluyendo.

“Me tomé mi tiempo para mi duelo y la verdad es que ahora estoy muy bien, con otra impronta, otro ímpetu”

 

“Para mí es muy importante tener una buena relación porque es el papá de mi hija. Ámbar es chiquita y vamos a estar vinculados mucho tiempo. Y para ella es importante que sus papás estén bien, para poder criarla en armonía”, admite Valeria, que parece cerrarle la puerta a una reconciliación. “Se terminó nuestra historia de pareja pero la verdad es que nos queremos y queremos lo mejor el uno para el otro”.

Un buen ejemplo de la buena relación de la ex pareja es que siguen trabajando juntos.

MIRAR PARA ADELANTE

Marín, por caso, es el productor de “Únicas, puertas al amor”, el espectáculo en el que Valeria encara el enorme desafío de realizar un triple rol: interpretar, coreografiar y dirigir -este último en conjunto con Anita Martínez-.

“Me encanta hacer todo. Hace muchos años que estoy en teatro, que hago backstage. Siempre fui parte de la coreografía. Cuando comencé era asistente de coreo, hasta que fui coreógrafa de muchos espectáculos musicales, de revista y otros; y cuando hice el salto para ser figura, yo siempre hice las coreografías de mis cuadros. Lo que se agregó es la idea, y la dirección, que trabajamos con Anita Martínez, codo a codo”, admite Valeria, sumamente feliz de haberse encontrado en la vida con la humorista, sobre quien asegura: “Es una gran artista, descubrí una gran persona, nos gusta mucho lo que hacemos, somos muy apasionadas”.

“Con Guillermo se terminó nuestra historia de pareja pero nos queremos y queremos lo mejor el uno para el otro”

 

La obra, que debutó en enero y que hasta mediados de marzo se puede ver en el porteño Teatro Broadway, nació a partir de una idea suya sobre “cómo las mujeres vivimos distintas situaciones de amor”, e incluye en su elenco a Lourdes Sánchez, Sandra Mihanovich y Cecilia Figaredo, además de Anita Martínez y la propia Archimó, a quienes acompaña un ballet integrado por Nacho Saraceni, Facundo Arrigoni, Pamela Garegnani, Facundo Machado, Nicolás Miranda y Vero Pérez.

A través de monólogos, diálogos y cuadros musicales, el espectáculo aborda diferentes temáticas, siempre, desde el punto de vista femenino.

“Habla de cómo las mujeres transitamos distintas situaciones como una traición, la pérdida del amor verdadero, la postergación que a veces hacemos, ya sea por nuestros hijos o por nuestras madres o por el cuidado de la familia, o los cambios en los mandatos que llegan con las nuevas generaciones que vienen con otro chip”, revela Archimó las líneas que cruza la propuesta.

Cada temática, además, está acompañada en cada cuadro por la danza, proponiendo una oferta musical abarcativa que recorre géneros y estilos que van desde el jazz, hasta lo lírico y lo urbano, según demande cada historia.

La artista remarca que nada, absolutamente nada de lo que arriba del escenario se desarrolla, tiene algún correlato en la vida real de las protagonistas. Todo es ficción a pesar de las similitudes.

“Todas hemos sufrido traiciones, hemos postergado cosas, pero no es algo autobiográfico, es totalmente ajeno a la vida personal de cada una”, sostiene.

En el escenario, Valeria le pone el cuerpo a un personaje particular. “Me toca interpretar a una mujer que sufrió la traición e hizo justicia por mano propia: castró a su ex porque la engañó”, cuenta la bailarina sobre su criatura inspirada en un caso real que se aborda, según Archimó, “desde un lugar muy teatral”.

Celebra la intérprete, en este sentido, la gran posibilidad que le está permitiendo este proyecto, y que tiene que ver con despuntar un poquito el vicio de la actuación.

“Estoy descubriendo una veta mía que me gusta un montón, hace muchos años tenía ganas de actuar, pero no me animaba”

 

“Estoy descubriendo una veta mía que me gusta un montón, hace muchos años tenía ganas, pero no me animaba. Y esta vez sentí la necesidad de pasar la bailarina, no sólo transmitir con el cuerpo, sino con la palabra. Y me encanta”, destaca.

EL AMOR POR LA DANZA

Si bien revela que le gustaría probar suerte en alguna comedia en un futuro no muy lejano, Valeria deja en claro que lo suyo es la danza: la pasión que la mueve desde siempre.

De hecho, si hubiera seguido el mandato familiar hoy debería hacer números en vez de bailar.

De niña empezó a expresarse a través del cuerpo: a los 8 años se anotó en gimnasia rítmica y entrenaba en River hasta cuatro horas por día, una actividad que la acompañó hasta los 16 cuando se encontró con la danza.

Comenzó a tomar clases en Colegiales, estudió en el Teatro San Martín la carrera de Danza Contemporánea, y fue un camino de ida: empezó a conocer el mundo del baile a partir de castings y audiciones, siempre de abajo, con esfuerzo y sudor.

Y si bien sabía que era esto lo que quería para su vida, algo le impedía soltar el mandato y seguía estudiando números en paralelo hasta que su hermano mayor intercedió entre ella y su papá y le allanó el camino. Ahí se sintió aliviada y le dio rienda suelta con total libertad a su pasión.

En sus inicios, creó obras para chicos, luego llegaron los musicales y después empezó a dar clases: hoy tiene una escuela propia en La Horqueta, en San Isidro, que recibe año a año a gran cantidad de niñas que sueñan algún día con “llegar”.

De a poco, su nombre fue corriendo y, peldaño a peldaño, como ella mismo contó, empezó asistiendo al coreógrafo hasta que pudo hacer sus propias coreografías sola. De ahí a primera figura, sin escalas.

En su ascenso mucho tuvo que ver Reina Reech, su madrina artística, con quien trabajó en sus primeros años, y con quien forjó una gran amistad.

De los infantiles, pasó a los musicales y al teatro de revistas hasta que llegó al programa de televisión más popular, “Bailando por un Sueño”, lo que la llevó a su pico máximo de fama.

Desde entonces, virtuosa, su nombre se mantuvo, como primera figura de grandes espectáculos. Los últimos fueron como cabeza de compañía de los populares espectáculos de Carmen Barbieri, con producción de su ex marido, Guillermo Marín.

VUELVE AL “BAILANDO”

Ahora, Valeria, disfruta de las últimas funciones de “Únicas, puertas al amor”, que, quizás, gire por el país llevando a pasear sus historias de mujeres empoderadas y fuertes.

La bailarina tendrá un ajetreado 2020 en tanto volverá a la pista de Marcelo Tinelli en “ShowMatch” aunque en un rol diferente al que ya ha tenido en el concurso.

Archimó debutó en el “Bailando” 2007, cuando entró en reemplazo de Celina Rucci. Un año después participó desde el inicio de la competencia junto a Juan Leandro Nimo y también fue parte de “El musical de tus sueños” en 2009. Aunque su paso más popular por el show fue en 2012 cuando bailó con el colombiano Reinaldo Ojeda, un bailarín de salsa que tiene una sola pierna, y que terminó renunciado al show por diferencias con su equipo.

Ahora, la bailarina, se prepara para regresar pero no a la pista sino detrás porque aceptó la convocatoria para ser la coach de Anita Martínez.

“Es distinto este regreso pero es una faceta mía que yo siempre hice. Y siento que va a ser muy divertido. Me pareció maravilloso volver al programa desde ese lugar”, se entusiasma con este nuevo proyecto.

“Es distinto este regreso al ‘Bailando’ como coach, pero es algo que yo siempre hice. Creo que va a ser muy divertido”

 

SIEMPRE EN MOVIMIENTO

A la hora de compartir sus claves para mantenerse espléndida, cuenta su secreto: “Me entreno, me mantengo activa, como sano, siempre estoy en movimiento: me parece que esa es la clave”. También pasa mucho tiempo de acá para allá con sus dos hijos, con edades bien diferentes, algo que la desafía y le encanta.

“Para mí fue espectacular que estén tan separados porque estuve mucho tiempo sola con Teo y ahora que ya tiene 15 y está en otra, porque viste que los adolescentes no te dan bola, tengo a la chiquita recontra pegada”, confiesa Valeria, que se hace cargo de malcriar mucho más a Ámbar. “De eso soy totalmente consciente”, dice, entre risas.

Feliz por el vínculo que los chicos forjaron, -“ellos se aman, se llevan bárbaro, él le tiene mucha paciencia”, cuenta-, se sincera al decir que se muere de amor los sábados, en el teatro, cuando comparte un momento especial con su hija y los hijos de las demás protagonistas, quienes suben al escenario para sumarse al saludo final.

“Ámbar pidió un vestidito igual al mío y salimos igualitas a saludar”, cuenta Valeria, que no duda en asegurar que la nena seguramente siga sus pasos artísticos, algo que la llena de orgullo y felicidad.

 

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