El epitafio de Barreda en la cruz de su tumba: “Arrepentido de mis pecados cometidos”
Edición Impresa | 17 de Junio de 2020 | 04:12

¿Sintió culpa? ¿O murió, solo y enfermo, convencido de lo que hizo?
“Arrepentido de mis pecados cometidos”, dice la placa sobre la cruz de madera que el único amigo de Ricardo Barreda mandó ayer a colocar en su tumba del cementerio municipal de José C. Paz, justo el día en que el odontólogo que masacró a toda su familia hubiera cumplido 85 años.
Figuran al lado del epitafio el nombre del femicida y sus fechas de nacimiento y defunción.
La cruz fue colocada ayer a la mañana a pedido de Pablo Marti, el escritor que visitaba regularmente a Barreda en el geriátrico en el que murió hace casi un mes. Él mismo confirmó que cerca de las 9 se acercó al cementerio y se le entregó a los empleados para que quedara frente a la tumba de Barreda, uno de los máximos protagonistas de la historia criminal argentina que en 1992 asesinó de escopetazos a sus dos hijas, a su esposa y a su suegra en su casona del centro La Plata.
Barreda murió el 25 de mayo pasado por causas naturales en el geriátrico “Del Rosario”, donde estaba internado desde el 10 de marzo último.
Apenas tres días después del fallecimiento de Barreda, también Marti había hecho público un deseo del múltiple asesino: que sus cenizas fueran esparcidas en el estadio de Estudiantes de La Plata, del que era fanático.
Pero el club platense rechazó la posibilidad de que eso suceda en el nuevo campo de 1 y 57, como lo deseaba el odontólogo.
Una de las máximas autoridades de esa institución platense aclaró en aquel momento que el club “tiene una historia muy fuerte de respeto y de participación de mujeres en la vida social y deportiva, y eso marca toda una definición y una postura muy clara”.
“No hubo ningún pedido al respecto, no se consideró ni está en evaluación. El tema no admite discusión alguna”, dijo el directivo del club que inauguró su nuevo estadio a fines del año pasado, donde el Paseo de los Profesores fue pintado de blanco y rojo, precisamente, contra la violencia de género detrás de la cabecera de la calle 55.
El odontólogo fue condenado a prisión perpetua en 1995 por el triple homicidio calificado de su esposa, Gladys McDonald (57); sus dos hijas, Cecilia (26) y Adriana (24); y el homicidio simple de su suegra, Elena Arreche (86), cometidos en su casona de La Plata.
En 2008 fue beneficiado con arresto domiciliario y se fue a vivir con la pareja que conoció estando preso, Berta “Pochi” André, hasta que en 2014 el juez de ejecución penal Rubén Dalto dispuso que Barreda volviera a la cárcel ya que la convivencia entre la pareja se había tornado “peligrosa”. La mujer murió en 2015. Y ese mismo año Barreda recibió la libertad condicional. Un año después quedó libre tras extinguirse la pena.
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