“Lazos de familia”: otra denuncia de Ken Loach llega al cine
Edición Impresa | 6 de Octubre de 2021 | 02:58

“Lazos de familia” (“Sorry we missed you”), última película del director británico Ken Loach, llega mañana a las salas locales con un retrato profundo sobre el costo humano del capitalismo.
El filme, que ganó el lauro a la mejor película europea en los Premios Gaudí y que compitió en 2019 por la Palma de Oro en Cannes, sigue los pasos de “Yo, Daniel Blake”, una cinta que le valió al realizador el máximo galardón del certamen francés en 2016.
Al igual que en aquella película, “Lazos de familia” está ambientada en Newcastle, en donde una familia de clase media baja, ahogada social y económicamente tras encadenar durante años trabajos precarios, sobrevive al límite.
“Hemos pasado de la seguridad laboral a la inseguridad. La gente puede ser despedida de un día para otro. Hemos intentado ver el efecto de todo eso en el seno de una familia”, manifestó Loach en una conferencia de prensa en el marco del estreno de la cinta en Cannes.
En esta historia, Ricky (Kris Hitchen) es un antiguo trabajador de la construcción que perdió su empleo y la posibilidad de una hipoteca con la crisis económica de 2008. La cinta empieza con la descripción de un puesto de repartidor como falso autónomo, que lo hace asumir todos los riesgos sin garantías con la esperanza de empezar a respirar un poco. Unas condiciones, añadió Loach, que podrían aplicarse a mucha gente.
El cineasta, que consiguió su primera Palma de Oro francesa en 2006 con “The wind that shakes the barley”, admitió que “el empleador no se compromete con cuánto tiempo vas a trabajar o cuánto vas a ganar. Está en la posición de fuerza y es el trabajador el que tiene que explotarse a sí mismo. Es una situación perfecta para las grandes compañías”.
Según Loach, “hemos normalizado lo inaceptable. Los bancos de alimentos forman parte de la asistencia social. La injusticia se acepta como parte del sistema. Hemos llegado a un punto en el que se habla de generosidad o de caridad en lugar de simple justicia. Y es responsabilidad de todos rechazar eso. No estamos condenados a vivir así, porque no es justo. No es normal”.
La sobrecarga de trabajo no tarda en tener un efecto demoledor en la relación de Ricky con sus hijos y su mujer (Debbie Honeywood), una asistente domiciliaria de adultos mayores y discapacitados cuyo contrato tampoco especifica un número de horas mínimo a la semana.
“Para millones de nosotros, el trabajo nos priva de pasar tiempo con nuestra familia, lo cual es una locura”, sostuvo por su parte Paul Laverty, guionista habitual del realizador.
DESCENSO A LOS INFIERNOS
La cinta deja poco lugar a la esperanza: la situación de Ricky empieza mal y va a peor, y todos se ven engullidos en una vorágine laboral que acaba teniendo consecuencias tanto a nivel mental como físico.
“Este sistema mata”, resumió Loach, que aspiró por primera vez la Palma de Oro, en 1981, con “Looks and smiles”. El peso que acaba asumiendo el trabajador, añadió, “no es un fallo del capitalismo, sino el capitalismo funcionando a pleno ritmo”.
No es un problema de recursos, a su juicio, sino de un mal reparto de los mismos: “Debemos buscar cambios estructurales”, apuntó como única solución a esta creciente “uberización” del empleo que la sociedad parece haber aceptado como inexorable.
“Creer en el libre mercado nos lleva a las grandes empresas y a esa competencia por bajar los precios. Esto sólo cambiará con una reestructuración fundamental. La única esperanza es un liderazgo de izquierdas”, afirmó.
Y en la misma línea lamentó, no obstante, que haya pocos políticos que defiendan ese cambio y que se ataque a quien intenta devolver el poder a la gente.
“No veo a la extrema izquierda. Veo a la extrema derecha y cómo se nutre del odio y del descontento y dice que la culpa es de quien tiene menos que tú, viene de otro país, es diferente”, reflexionó Loach.
Aún así, el director de 85 se muestra esperanzador y se refirió a los beneficios que trae abrir el debate desde el cine.
“‘Cathy come home’ (1966) provocó un gran debate y en cierto modo hizo cambiar las cosas. Con ‘Yo, Daniel Blake’ ha pasado algo parecido. La polémica ha llegado al Parlamento. Se han hecho hasta 600 proyecciones fuera de los cines comerciales en iglesias, locales de asociaciones, sindicatos... Muchos de los espectadores se veían identificados hasta el punto de salir llorando de la sala”, manifestó Loach en una entrevista anterior con El Mundo, y dijo que, por ahora, no piensa en el retiro. De hecho, reveló, está trabajando en una nueva película que, como no podía ser de otra forma, también lleva la marca de la denuncia social como bandera.
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