Realidad y ficción en la negociación con el FMI

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Ricardo Rosales

prensa.rosalesr@gmail.com

Las palabras y los hechos suelen estar disociados, en especial cuando se trata de declaraciones políticas que buscan insuflar optimismo ante una realidad económica decepcionante. Le sucedió a todos los oficialismos: en lugar de enfrentar con realismo las dificultades, proponen ficciones de imposible cumplimiento.

La negociación con el FMI discurre en esas aguas. El gobierno de Alberto Fernández dio un paso concreto la última semana: viajaron a Washington DC tres funcionarios de Economía y dos del Banco Central, llevando por primera vez en dos años de gestión, un programa del Ministro Martín Guzmán para discutir con el organismo internacional. En esa mesa de negociación técnica está en debate un programa de facilidades extendidas de 10 años con el FMI y la refinanciación de una deuda de U$S 45.000 millones.

La misión tuvo una lectura favorable para los mercados, pero acotada: el riesgo país cayó a 1.770 puntos luego del máximo que superó los 1.900 puntos. Alberto Fernández también habló de una condición previa que debía cumplir el FMI en el discurso ante la Conferencia de la UIA, en tanto funcionarios de Economía aseguraron que el acuerdo llegaría antes de fin de año y otras fuentes oficiales dijeron que no habrá ajuste, ni devaluación u otros requisitos habituales en los programas del FMI.

Tensiones cambiarias

El Banco Central, entre tanto, transitó otra semana negativa con fuertes tensiones cambiarias y pérdidas de reservas. El primer llamado a la realidad sobre los plazos o la viabilidad del programa provino de la misma titular del FMI, Kristalina Georgiera, en una entrevista: “Hemos trabajado hasta ahora de forma constructiva, pero queda mucho por hacer -dijo-. Así que nos mantenemos comprometidos. Trabajamos juntos hacia un programa. Y estaremos listos cuando estemos listos”.

Otro aspecto tiene que ver con el informe de lo ocurrido con el programa stand by acordado con el gobierno de Mauricio Macri. Ese informe, llamado Evaluación ex-post, será el primero en donde el FMI realizará una explicación oficial de las razones del fracaso de ese programa.

El 20 de diciembre próximo será tratado por el board del FMI. Es un procedimiento habitual que el prevé organismo internacional para préstamos de “acceso excepcional”, cuyo monto está por encima de los límites al que puede acceder un país miembro, como fue el caso argentino. No se trata de ninguna exigencia del gobierno de Alberto Fernández, tal como lo presentó el Presidente. Al contrario, este procedimiento siempre estuvo contemplado y está previsto en las normas del FMI. Es además un paso previo al tratamiento del board de próximo programa para el país.

No debería especularse con un informe explosivo, de tinte político que se pronuncie sobre si fue un préstamo destinado a “financiar la campaña de Macri”, como llegó a decir Martín Guzmán, o algo parecido. Será como otros “paper” similares del FMI: una evaluación técnica para “trazar lecciones” hacia el futuro. Habrá una decepción en los sectores políticos del oficialismo si esperan algo de ese tenor.

Programa de facilidades

Lo mismo podría ocurrir con respecto al próximo programa de facilidades extendidas que está bajo negociación. El FMI no avala planes que no cumplan con determinados requisitos. La flexibilidad es bastante acotada. El organismo tiene un mandato establecido en sus estatutos, con un board que representa a todos los países miembros y normas estrictas que cumplir. Todos los acuerdos se encuadran en esas reglas, sean del gusto o no de los gobiernos que acuden a pedir préstamos o refinanciar deudas.

Las expectativas en los mercados, como señalamos, mejoraron pero siguen en una zona negativa. La semana pasada trascendió a los medios el informe de Moody’s, que habíamos adelantado, que refleja la desconfianza del mercado y contempla otro incumplimiento argentino del futuro acuerdo con el FMI.

Hubo otras declaraciones del Miguel Pesce, el titular del Banco Central, que agitaron esa percepción en el mercado. El funcionario anticipó que “en la medida que lo permita el proceso inflacionario, vamos a cambiar el paso devaluatorio que hemos tenido hasta ahora”. Es decir, adelantó su intención de acelerar el ritmo de devaluación del peso que, este año había sido ralentizado como ancla inflacionaria. En lugar de un 3% de inflación, los ajustes fueron del 1% ¿vuelven ahora al 3% o sería más?

Es un doble mensaje de Pesce que, a su vez dijo que no está previsto un salto en la devaluación del peso con el FMI y que no se retrasará más al dólar con la inflación. Martín Guzmán habla de un alza de los precios del 36% en el 2022, mientras que el consenso del mercado espera algo más del 50% y algunas consultoras dicen que la proyección actual ya supera el 60%. ¿De cuánto serían entonces la devaluación los próximos 12 meses? Esas declaraciones le costaron unos U$S 140 millones de las reservas el viernes al Banco Central.

El retiro de los depósitos en dólares de los ahorristas es otra de las tensiones que afrontó el Banco Central luego de un desafortunado comunicado, aunque la última información indica que esos retiros se habrían morigerado. Entre el lunes y el miércoles pasado, según datos oficiales, los ahorristas retiraron de los bancos U$S 450 millones; en los días siguientes casi no hubo retiros. La motivación no tiene que ver con la liquidez o solvencia de los bancos, sino con la desconfianza en la gestión del Banco Central.

Otra información que quizás cobre importancia en el futuro, ocurrió en el tribunal federal de Nueva York, a cargo de Loretta Preska (sucesora del conocido Thomas Griesa), que ordenó a la Argentina informe sobre la metodología que empleó el Indec en los tiempos de Guillermo Moreno para calcular el producto bruto interno (PIB). En este tribunal están en juego cientos de millones de dólares que reclaman bonistas por la cláusula de pago de un plus por crecimiento. El litigio lleva varios años, pero si hubiera en el futuro un fallo ajustado a lo que dicen los contratos, no habría que descartar otro similar al que firmo Griesa en 2016 a favor de los holdout.

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