Niní Marshall: un cuarto de siglo sin la “señora de su casa que se hizo la graciosa”
Edición Impresa | 18 de Marzo de 2021 | 02:31

El 18 de marzo de 1996 moría, a los 92 años, Niní Marshall, la gran cómica argentina quien, alguna vez, supo definirse como “una ama de casa que supo hacerse la graciosa” pero con la virtud (ella le dijo “privilegio”) de “hacer reír a los demás”.
Nombrada como “Catita” por sus seguidores que la identificaban con el más emblemático de sus personajes, gracias a su carisma se ganó el corazón del público que, aún a pesar de los años, y los intentos sin suerte por reemplazarla, la siguen extrañando.
Marina Esther Dora Ilse Traveso nació en el barrio de Caballito, hija de inmigrantes asturianos, el 1 de junio de 1903.
Creadora de personajes como “Catita”, “Cándida”, “Ursulina”, “La Niña Jovita”, “Mingo”, “Doña Pola” o “Mónica Bedoya Hueyo de Picos Pardos Sunset Crostón”, dibujó caricaturas para la revista Sintonía, hizo apuntes sobre el espectáculo bajo el seudónimo de Mitzi, cantó en varios idiomas en las radios con su voz de soprano, fue censurada por “deformar el idioma” y más tarde debió partir al exilio mexicano y español.
Pero más allá de sus películas -algunas se pueden ver en las plataformas digitales- Niní fue antes que nada una presencia radial: para muchos que la recuerdan, sus actuaciones en Radio El Mundo, mayormente acompañada por Juan Carlos Thorry como maestro de ceremonias, eran esperadas junto al receptor como la visita de una tía querida, un ser encantador y mágico.
Aunque el canto le gustaba, su veta cómica no podía esperar; así fue que empezó a hacer apuntes divertidos en los intervalos y ya en 1933 ironizaba sobre distintos aconteceres diarios con un espacio propio llamado “Alfilerazos”, que recorrió las emisoras Fénix, Municipal y finalmente El Mundo, donde tuvo su espaldarazo.
En 1985 publicó su autobiografía “Mis memorias”, en cuyo prólogo escribió: “Publico este libro para que quienes me quieren recojan en sus páginas la verdad de mi vida, que no es más que la de una señora de su casa que se hizo la graciosa, pero que tuvo el privilegio de hacer reír a los demás”.
“Catita” llevaba el nombre completo de “Catalina Pizzafrola Langanuzzo” quien se ponía “a los pieses” de la audiencia, como anticipo de un sinfín de personajes. Otra de sus imborrables criaturas era la “gallega” Cándida (1937), actualmente políticamente incorrecta, nacida de la realidad, como la mayoría de sus personajes.
En 1938 se produjo su primera excursión al exterior con su debut en la radiofonía uruguaya y su debut en el cine, como “Catita” en “Mujeres que trabajan”, dirigida por Manuel Romero.
El personaje volvió en “Yo quiero ser bataclana” (1941), “Mujeres que bailan” (1949), ambas de Romero, y “Catita es una dama” (Julio Saraceni, 1956), pero la criatura que más veces representó en la pantalla grande fue Cándida en el filme homónimo (1939), “Los celos de Cándida” (1940) y “Cándida millonaria” (1941), las tres de Luis José Bayón Herrera, “Cándida, la mujer del año” (Enrique Santos Discépolo, 1943) y “Santa Cándida” (Luis César Amadori, 1945).
En poco tiempo, Niní se convirtió en la máxima actriz cómica de habla castellana; en solo tres años -entre 1939 y 1941- hizo nueve filmes, además de escribir ella misma los guiones de sus personajes.
A su regreso a la Argentina, se volcó a la radio con frecuentes viajes entre Buenos Aires y Montevideo, e incursionó en TV con los programas como “Philco Music Hall”, “Esas cosas de Niní”, “Cosas de mamá y papá” y “Sábados circulares”, conducido por Pipo Mancera, hasta hacer alguna participación especial en “El mundo de Antonio Gasalla” (1988). También tuvo una destacada carrera en el teatro.
“La vida me ha dado muchas cosas, sobre todo el amor de la gente que es lo que yo más agradezco. Lo dije y lo diré hasta el cansancio: Mi vida no es más que la de una señora de su casa que se hizo la graciosa. Así quiero que me sientan y así quiero que me recuerden”, dijo al cumplir 90 años.
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