Humanizar la salud: la revolución de la ternura en las patologías mentales

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Pilar González Moreno

Se impone una revolución de la ternura en la salud mental. Lo defiende Carlos Mañas, un publicista, padre de familia, que padece trastorno bipolar y que hace años resolvió “salir del armario” para combatir el estigma que padecen las personas con dolencias mentales y remar a favor de la humanización en los servicios psiquiátricos.

Mañas participa en Más que una palabra: humanización en psiquiatría, un documental que se acaba de presentar a medios y profesionales para combatir el desconocimiento de lo que es la enfermedad mental y del sufrimiento que implica.

El “trastorno bipolar no te mata, quiere que te mates tú… pero yo solo quiero ser feliz y sé que lo voy a conseguir”.

En su opinión, hacen falta protocolos inteligentes, una escucha activa por parte de los profesionales, voluntad de entender y empatizar de verdad “porque nadie ha escogido escuchar voces, tener una depresión, llorar, sufrir o tener miedo”.

Esto ocurre entre otras cosas porque la sociedad muchas veces le da una cierta voluntariedad a los trastornos mentales: como que los pacientes hicieran esas cosas porque quieren, señala, a su vez, Marina Díaz Marsá, presidenta de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid.

Jefa de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Clínico San Carlos, Marsá refiere que el documental pretende transmitir a la sociedad que la intervención de los servicios de salud mental pueden cambiar la biografía de una persona.

Producido por la sociedad que preside y la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental, y dirigido por José Cabanas, el vídeo arranca con un suicidio porque cuando la mente enferma, las personas tienen conductas que pueden ser de riesgo en algunos momentos: para ellos mismos o para los otros.

“Desgraciadamente así acaban (en suicidio) muchas más historias de personas con enfermedad mental de lo que quisiéramos”, lamenta otro de los participantes del vídeo, el doctor Víctor Pérez Solá, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica.

El objetivo, explica, es que la sociedad sepa que la psiquiatría está ahí, que tiene su función y que está totalmente alienada con el respeto a los derechos humanos.

Los importante para Pérez Solá es hablar de personas y no de casos, por eso defiende que los profesionales deben hacer un uso exquisito de las palabras y del trato con los pacientes y huir del paternalismo.

La enfermedad mental tiene su base en el cerebro, “pero por desgracia en estos momentos desconocemos los daños estructurales que se dan en este tipo de pacientes”.

Ana González-Pinto, presidenta de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental; y Mercedes Navío Acosta, coordinadora de la Oficina Regional de Salud Mental de Madrid, son también participantes activas en el empeño de humanizar la psiquiatría. Para Navío, las personas son las que marcan la diferencia y el hecho de tener un problema de salud mental es algo accesorio; por ello, en la relación terapéutica se debe ejercer la horizontalidad.

 

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