Bob Marley: un legado inoxidable que amenaza con volverse remera

Se cumplen 40 años de la muerte del hombre que llevó la filosofía rastafari al mundo, pero que hoy es una marca millonaria

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La sombra (o la luz) que proyecta Bob Marley sigue siendo tan poderosa y vívida a 40 años transcurridos desde su muerte el 11 de mayo de 1981. Y la primera prueba de su influjo aparentemente inextinguible tuvo lugar al poco de su fallecimiento. En 1984 se publicó un recopilatorio póstumo, apropiadamente titulado “Legend”, que se convirtió (y se mantiene) como el disco de “reggae” más vendido de todos los tiempos, con unos 33 millones de copias despachadas.

A pesar de ello, el disco tiene detractores, críticos que consideran que se hizo una selección de los temas menos punzantes o radicales de la producción de Marley, para convertirlo en una voz de la disidencia política, pero una voz plácida que se despachara comercialmente mejor. Allí, de hecho, se libra la batalla no solo por el legado de Marley, sino por el futuro del reggae.

Nacido Robert Nesta Marley (Nine Miles, 1945), de todos es sabido que su muerte a los 36 años se produjo de forma prematura por un cáncer que se extendió por todo su cuerpo y que comenzó en el dedo de un pie. Dejó once hijos reconocidos legalmente, cuatro de ellos con Rita Marley, pero no un testamento, lo que ha dado lugar a extenuantes batallas legales. Porque la figura que predicara una vida sencilla y volcada en los otros no ha dejado de producir dinero en todo este tiempo para sus herederos. Según Forbes, fue la octava celebridad fallecida que más dólares generó en 2020, 20 millones. Por delante solo figuran otros dos músicos: Michael Jackson, el número 1 de la clasificación, y Elvis Presley.

A esa incesante maquinaria contribuyó no solo su música, sino las ventas de ropa y hasta una “bebida relajante” con sabores como té verde miel. En 2012 se la señaló como culpable de que unos estudiantes de secundaria de Nueva Jersey empezaran a vomitar y entraran en un estado letárgico. “Fue como una zombiefest”, declararon los afectados. No es el único producto que, con el acuerdo de la familia, ha llegado al mercado amparada por su figura. Así, en 2014, una firma estadounidense anunció “la primera marca mundial de cannabis” con el apellido del jamaicano, eso sí, “de primera calidad para honrar la vida y el legado de Bob Marley”.

Al menos en este caso la línea de negocio (que también incluía cremas reparadoras y lociones con ingredientes producidos en Jamaica) fue acorde con los principios de la dinastía. “La marihuana era como un miembro más de nuestra familia”, recordó Cedella Marley, primogénita del rey del reggae, cuando en 2018 publicó un libro de cocina con este ingrediente. Porque, como también es sabido, aquel predicó a menudo sus beneficios y asumió su consumo como un elemento “sacramental” del modo de vida rastafari que adoptó a mediados de los años 70, lo que le llevó a visitar Etiopía.

Precisamente hubo un aparente intento por parte de Rita Marley de trasladar en 2005 los restos de su marido a aquel país, hogar espiritual de los rastafaris y el lugar donde se realizó uno de los mayores conciertos póstumos de homenaje a su figura, con decenas de miles de asistentes. Enterrado desde su muerte en St. Anne, en el norte de Jamaica, los rumores exigieron hasta la intervención del Gobierno del país, que afirmó que Marley no saldría de aquellas tierras a no ser que un tribunal reconociera “una justificación razonable” para la exhumación.

Está claro: como tantos otros fenómenos de la cultura, Marley ya se convirtió en remera. Lucrativa remera aunque, otra vez, una marca que quita potencia a su legado y sus luchas.

 

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