Las estafas virtuales siguen copando la agenda delictiva
Edición Impresa | 21 de Junio de 2021 | 01:33

Los delitos informáticos, que hace una década estaban reservados a complicar las tramas de las cintas de cine, se volvieron un (grave) problema casero frecuente desde la llegada de los dispositivos móviles. Las diversas aplicaciones para teléfonos y la proliferación de las redes sociales, son cotos de caza para los estafadores virtuales. “Cualquiera de nosotros puede ser una víctima, y esto se incrementó mucho en el último año de pandemia”, aseguró Cristian Borghello, licenciado en Sistemas, desarrollador y experto en seguridad informática.
Atentos a esta realidad, desde el Observatorio de Delitos Informáticos de Latinoamérica (ODILA), del que Borghello es parte, lanzaron la campaña #CortemosConElFraude que está destinada a recabar información sobre estos casos para tener una estadística que permita actuar sobre la problemática. Conforme detallaron, se trata de presentar “una serie de recomendaciones y medidas de seguridad que podrían implementarse por parte de las entidades bancarias y financieras, a fin de dificultar las maniobras engañosas de los delincuentes y, en consecuencia, sumar seguridad para los ciudadanos”.
“Estas estafas utilizan en su mayoría técnicas de Ingeniería Social (el “Cuento del Tío” en el mundo virtual) para engañar a las víctimas, ya sea a través de la excusa de haber ganado algún premio de un programa de televisión, órdenes de compra para supermercados conocidos, hasta casos de la compra falsa de productos en Internet, entre otras tantas posibilidades que son aprovechadas por los ciberdelincuentes”, indican desde ODILA.
Y, según la base de datos que manejan, las denuncias por estafas virtuales crecieron, en general, 60%, pero las bancarias crecieron un 3.000 % en la Argentina durante el 2020 y el 28% de los argentinos recibió una estafa bancaria a través de correo electrónico.
“AYUDAME CON UNA TRANSFERENCIA”
El viernes pasado, por la mañana, Lourdes se encontraba en su trabajo cuando el teléfono comenzó a sonar. “Me empezó a explotar el celular con llamadas y me pareció raro porque la gente no te llama ahora, es todo mensaje de WhatsApp. Así que me asusté”, le contó a EL DIA. Los remitentes eran todas personas de su círculo íntimo, pero en ese momento no podía atenderlos.
Ante la insistencia, y creyendo que se trataba de algo grave, la joven atendió. Y después miró su cuenta de mensajería instantánea: tenía cerca de 200 recados.
“Me robaron la identidad en Instagram y me pusieron una M al final del nombre. Desde ahí se contactaron con los 500 seguidores que tengo para pedirles dinero”, sintetizó. Quiso entonces recuperar la cuenta, pero ya era tarde: habían cambiado el teléfono de contacto y la dirección de correo para cambiar la contraseña. “Algunos le creyeron, muchos dudaron si mandar la plata, estuvieron al límite. Un compañero del trabajo les giró 15 mil pesos a una cuenta del Brubank (un banco digital)”, contó Lourdes.
El engaño consistió en presentar dos situaciones diferentes. Aunque siempre con los mismos montos. Uno decía “por casualidad vos no tenés saldo en alguna cuenta Santander o Provincia? A ver si me podés ayudar con una transferencia es que me excedí del límite diario y yo te los entrego en una hora” (sic). En el otro pedían el efectivo sin dar demasiadas explicaciones.
El dinero iba a una cuenta identificada con nombre y apellido. “La verdad es que se tomaron un trabajo bárbaro. La conversación se iba acomodando a quien hablaban”, indicó. Además, añadió, “se contactó con compañeras de la escuela que no veo hace 15 años”.
El caso tiene un antecedente cercano en La Plata. La semana pasada se presentó una denuncia judicial en la que se detallaba que una usuaria sufrió el “hackeo” de su cuenta de Instagram y haciéndose pasar por ella, alguien realizó una venta fraudulenta de dólares.
Lourdes afirmó que “todos mis contactos reportaron y bloquearon la cuenta, pero sigue activa. Tienen acceso a mis fotos, a las publicaciones... fue una cosa rarísima, yo colapsé dos días, te sentís abrumado”. Por último, sostuvo que la entrada a su cuenta puede haberse dado a través de su hija de cuatro años, a quien “a veces le presto para jugar”.
Unas semanas antes, María Emilia pasó por lo mismo. En su caso, la suma era menor. “Les pidieron 10 mil pesos a mis amigos, familiares, hasta a los alumnos que tengo en Instagram”, reveló. El tono y el discurso que usó el timador fue casi calcado, por eso los expertos sospechan que podría tratarse de una banda organizada.
ODILA identificó los principales canales usados en estos delitos. Entre esos, el correo electrónico, las redes sociales o los mensajeros como WhatsApp (para el phishing); los mensajes de texto vía SMS/MMS (smishing), las llamadas telefónicas mediante voz (vishing) y en algunos casos, presencia física de alguna persona que participa.
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