Léa Seydoux: una estrella internacional a contramano de los tiempos

La actriz francesa es una de las figuras más codiciadas por cineastas de todo el mundo, pero mientras disfruta de su éxito sostiene una premisa: su vida privada es su vida privada. Ni siquiera tiene redes sociales...

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Léa Seydoux es, para el siglo XXI, una paradoja: es a la vez una de las estrellas más reconocibles del firmamento francés, un rostro magnético de mirada penetrante que permanece indeleble en los espectadores tras ver cualquiera de sus películas, y una de las figuras más cotizadas del cine internacional; pero, a la vez, rehuye de la fama y la exposición de la celebridad, sin redes sociales y sin comentar su vida privada en ningún lado.

Poco le importa esto a los directores (quizás sí le importe un poco más a los productores, que siempre desean estrellas con gran seguimiento 2.0 para dar impulso en la taquilla a sus películas), al punto de que se presentó en la última edición del Festival de Cannes, la cita más importante del calendario cinematográfico internacional, con cuatro películas. Aunque no pudo ir: la actriz francesa dio positivo en covid-19. “Tristemente, tengo que ponerme en cuarentena en Paris y no voy a poder asistir al Cannes Festival Film este año”, dijo la actriz, según publicó Variety. “Desearía poder celebrar la vuelta del cine a mi festival favorito, pero es lo mejor para todos pecar de cautelosa y poner de mi parte para mantener a todos sanos y a salvo”.

En el festival, Seydoux debía presentar nada más y nada menos que cuatro filmes en los que interviene: “The Story of My Life”, de la directora Ildikò Enyedi; “La crónica francesa”, de Wes Anderson; “Deception”, de Arnaud Desplechin, y “France”, de Bruno Dumont. Un balance entre cine arte y cine popular, cine francés y cine norteamericano habitual en su currículum: Seydoux se ha metido a la audiencia en el bolsillo por trabajos tanto en cine independiente como en productos más comerciales, y de hecho, en uno de sus últimos trabajos comparte aventuras con Daniel Craig en “Sin tiempo para morir”, la próxima entrega de James Bond. En ella, volverá a meterse en la piel de la psiquiatra Madeleine Swann de la organización criminal “Spectre”, dirigida por Sam Mendes y estrenada hace seis años. “Mi personaje no es un estereotipo. No es un cliché. Ella es una mujer real e interesante. Eso es lo que necesitábamos”, comentó la actriz a la revista Hapers Bazaar.

“No quiero que la gente sepa lo que estoy haciendo. No quiero mostrar el ‘backstage’ de mi vida. Prefiero la intimidad”

 

Pero aunque es una estrella de cine y ya tiene en su poder una prestigiosa Palma de Oro que ganó en 2013 por la película “La Vie D’Adèle” y que compartió con su compañera de reparto Adèle Exarchopoulos y el director Abdellatif Kechiche, “también es un muy sencilla y muy divertida”, dijo sobre ella Dumont, el director de “France”, durante la rueda de prensa de la presentación de la película.

UNA CHICA TÍMIDA

Es que antes de labrarse una carrera en el cine y ver su nombre en películas alabadas por la crítica, Seydoux era una niña muy tímida. “Estaba completamente en mi propio mundo. No estaba conectada con la gente. Estaba en mi propia burbuja. Pero, al mismo tiempo, siempre fui muy consciente de lo que me rodeaba. Lo que es un poco una contradicción”, relató al medio Hapers Bazaar.

La actriz francesa mostró cuatro películas en el último Festival de Cannes

Nacida en 1985 en París, la capital de Francia, Seydoux es hija de una filántropa y un hombre de negocios. Su abuelo, Jerôme Seydoux es productor y presidente de Pathè, una marca cinematográfica.

Sus tíos abuelos son productores y su padre es el director de la compañía francesa Parrot, en la que construyen aeronaves no tripuladas. Sin embargo, Léa parece ser la única que se interesó por dar el salto al otro lado de la pantalla.

Cuando era pequeña quería ser una cantante de ópera, según contó a C Magazine en 2020. “Tenía una voz preciosa, pero la perdí. Era muy tímida”, dijo al medio.

“Fui al Conservatorio de París e intenté aprender a cantar correctamente. Era muy difícil. Tienes que hacer todos los ejercicios de respiración. Tienes que tener un régimen muy estricto… Me resultaba muy complicado”, comentaba.

Así que la vida la llevó por el camino de la interpretación y en 2006, con 20 años hizo su debut con “Mes Copines”, una comedia franco belga.

Un año después llegó “Un vieille maîtresse” y “Les vacances de Clémence”; “La belle personne” la rodó en 2008.

EL SALTO A HOLLYWOOD

En 2009 tuvo su primera oportunidad fuera del cine francés con un pequeño papel, como Charlotte LaPadite, en “Inglorious Basterds”, de Quentin Tarantino y, desde entonces, Seydoux ha compatibilizado títulos más independientes y minoritarios con grandes producciones comerciales de Hollywood.

“Mi personaje en la última película de Bond no es un estereotipo. No es un cliché. Ella es una mujer real e interesante. Eso es lo que necesitábamos”

 

Trabajó después con Woody Allen en “Medianoche en París”; con Ridley Scott, en “Robin Hood”, y con Wes Anderson, en “El Gran Hotel Budapest”, con quien repite en “La crónica francesa”, que llegará este año a los cines locales. Pero fue en 2013 cuando su estrella estalló: estrenó “La vie D’Adèle”, por la que ganó la Palma de Oro en Cannes. Fue una de las películas más laureadas del año, y recorrió con ella el mundo. Luego llegó la controversia sobre la forma que Kechiche, el director del filme, había tratado a las actrices, especialmente en lo relativo al rodaje de una escena de sexo entre ambas.

“No, no la odié exactamente”, dijo sobre el largo a The Guardian recientemente, “las cosas en la vida no son nunca blanco o negro. Siempre son más complejas. Estoy realmente orgullosa de la película. Creo que es un gran director. Lo que odié fue la sensación de estar siendo cosificada. Así que hubo cosas que odié y otras que amé. Pero sí, ser cosificada es un sentimiento realmente horrible”, añadió la actriz.

Pero en medio del estrellato, de las polémicas y de las películas, Seydoux sigue prefiriendo una vida retraída, como cuando era solo una niña tímida. Le gusta mantener su vida privada así, privada, fuera de las cámaras. Ni siquiera tiene redes sociales. Tuvo Instagram durante un tiempo, pero decidió que no iba con ella. Desde hace años su pareja es Ándre Meyer y tiene un hijo. “No quiero que la gente sepa lo que estoy haciendo. No quiero mostrar el “backstage” de mi vida. Prefiero la intimidad”, dijo a C Magazine.

 

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