Miguel Khoury
Edición Impresa | 1 de Marzo de 2022 | 03:15

Hondo pesar causó entre familiares, amigos y su entorno en general el fallecimiento del médico Miguel Khoury, ocurrido a los 77 años.
Había nacido el 6 de mayo de 1944 en Beirut -capital del Líbano-. Sus padres fueron Simón Khoury y Georgette Thomas y creció junto a sus hermanas Sara, Farida y Ana. Llegó muy chico al país y se instaló junto a su familia en esta ciudad. Cursó los estudios primarios en la Escuela Nº 11 “Florentino Ameghino”. Se recibió de bachiller en el Colegio Nacional y de médico en la facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata.
Comenzó muy joven a trabajar para ayudar en el hogar paterno y una vez graduado atendió pacientes en su consultorio particular de la localidad de Villa Elisa, donde se radicó en 1979, haciendo de la medicina un sacerdocio, pues para atender las consultas no conocía días libres ni horarios. Además, fue practicante del Hospital “San Roque” de Gonnet, jefe de la sala de Guardia Médica de la casa de Gobierno provincial, asesor médico de la Caja Previsional de los Profesionales de la provincia de Buenos Aires y auditor médico en el Instituto de Obra Médico Asistencial -IOMA-, donde luego de años de trabajo obtuvo la jubilación.
Cumplió su proyecto de formar una familia junto a Victoria Morelli y su felicidad aumentó con la llegada de sus hijos: María Victoria, Simón -médico traumatólogo- y Miguel -licenciado en Psicología- y de sus nietos Chiara, Dante, “Tomy”, “Bauti”, “Delfi”, “Benja”, Ciro, “Sofi” y Charo.
También participó activamente en instituciones de bien público sin fines de lucro como la Asociación Siriana Ortodoxa de Beneficencia, donde formó parte de diversas comisiones. Junto a su esposa perteneció además al Rotary Club Villa Elisa, ocupando el cargo, por un período, de presidente del club, entre otras funciones.
Carismático y de fuerte personalidad, fue un referente para sus seres queridos; un ejemplo a seguir porque además de ser un hombre recto fue alguien que se hizo querer.
A Miguel (“Miguelito” para sus íntimos) lo definieron sus allegados como una persona sociable, pero a la vez hogareño. Solía decir que lo importante en la vida era disfrutar de la familia y de los afectos.
Gran luchador, trabajador, compañero y solidario, supo cultivar muchas virtudes y transmitirlas a los suyos.
Por la talla del ser humano que representó permanecerá en el recuerdo de todos los que lo conocieron.
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