Carlos Pertierra

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El fallecimiento de Carlos Pertierra, quien en los últimos años fue un caracterizado vecino que luchó por el progreso del pueblo Ignacio Correas, provocó una gran tristeza es diferentes ámbitos locales en los que fue tan apreciado como respetado.

Había nacido en La Plata el 5 de julio de 1938. Sus padres fueron Antonio Luciano, martillero, y María Alicia García, maestra. Además, tuvo una hermana menor, Lilián.

Creció en el barrio cercano a la Catedral. Pasó su infancia en la esquina de 14 y 50 y sus amigos fueron los que constituyeron “La barra de 49”, con quienes se reunió hasta hace poco.

Cursó sus estudios primarios en la Escuela N°2 e inició la secundaria en el “Comercial San Martín”. Al mismo tiempo empezó a trabajar a los 14 años en Tribunales.

Se mantuvo en ese empleo, la Oficina de Mandamientos, hasta que se jubiló en 1998.

A la par, se dedicó al comercio de autos y tuvo su propia subconcesionaria Fiat “San Remo” en diagonal 74, entre 8 y 9.

Más tarde, trabajó para Fiat Diagonal, en el edificio donde hoy funciona el Bingo.

En el terreno deportivo, fue simpatizante de Estudiantes y del Club Los Tilos -al cual iban sus amigos-, a pesar de no haberse dedicado al rugby.

Su gusto por las actividades deportivas lo puso de manifiesto a través del automovilismo. Corrió en la categoría Turismo Nacional con una coupé De Carlo y luego con un Fiat 128 con el que ganó dos carreras.

“Pirincho”, como lo llamaban en su entorno cercano, fue amante del tango, admirador de Troilo y de Goyeneche.

Siempre fue un hombre firme y temperamental a la hora de defender sus ideas.

Aunque nunca aceptó un cargo público, asumió un compromiso político al militar desde muy joven en la UCR. Entre otras actividades, fue fiscal general en las elecciones de 1983.

Estaba casado con Vilma Mercante, escribana, con quien compartió 54 años de matrimonio.

La familia creció con los nacimientos de María Martha y Martín. Con los años llegaron sus nietos Luciano, Rodrigo, Diego y Catalina.

Tras su retiro de la actividad judicial se dedicó al campo, afincándose en Ignacio Correas. En ese pueblo fue un vecino muy activo en la lucha para conseguir diferentes adelantos, entre otros, el acceso de asfalto. También es el lugar en el que descansan sus restos.

 

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