Acoso en las redes: el daño virtual que sufren muchos menores

Es una problemática que se da en el país y en todo el mundo y sobre la que especialistas buscan concientizar, destacando que el daño que se puede hacer es enorme

Edición Impresa

El acoso escolar está presente en instituciones educativas de todo el mundo, y es por eso que desde el 2013, gracias a un proyecto impulsado por la ONG Internacional “Bullying Sin Fronteras”, se estableció al 2 de Mayo como el Día Mundial Contra el Bullying o Acoso Escolar, con el objetivo de colaborar con el proceso de concientización sobre esta problemática.

En los últimos dos años, si bien las instituciones educativas ya estaban en un proceso de digitalización, los hábitos de aislamiento para evitar la propagación del COVID-19 y la suspensión de las clases presenciales potenciaron el uso de Internet y se generó una baja en la edad en la que los niños comienzan a utilizar las redes sociales. En este sentido, también aumentó la probabilidad de vivir situaciones de acoso online, también llamado cyberbullying o ciberacoso.

Hugo Martínez, experto en la integración de tecnologías en educación, señala que “el cyberbullying es el acoso o la intimidación por medio de dispositivos digitales, haciendo uso de Internet. Se trata de un comportamiento repetitivo que busca atemorizar, enfadar o humillar a otras personas a través del uso y difusión de datos difamatorios o discriminatorios”.

Las redes ofrecen recursos que suelen complicar la comunicación

Estas conductas de abuso, según describen los especialistas, se pueden presentar no solo en las redes sociales, sino también en videojuegos, servicios de mensajería o incluso a través de mensajes de textos, donde los agresores se amparan en el anonimato o el uso de identidades falsas, vulnerando muchas veces las mismas normativas de las plataformas de interacción.

“Los adultos – apunta Martínez - solemos estar más atentos a estas conductas inadecuadas, cuando estas son presenciales y menos atentos cuando el abuso se produce en ambientes virtuales. Sin embargo, el daño y los efectos que el cyberbullying puede tener en niños y adolescentes es de igual o mayor gravedad que cuando se produce en ambientes físicos, dado que la exposición a la burla suele ser más amplia en los ambientes digitales”.

El cyberbullying es el acoso o la intimidación por medio de dispositivos digitales, haciendo uso de Internet. Se trata de un comportamiento repetitivo que busca atemorizar, enfadar o humillar a otras personas a través del uso y difusión de datos difamatorios o discriminatorios

Hugo Martínez Experto en la integración de tecnologías en educación

Por su parte, la pedagoga María Fernanda Díaz, hace hincapié “en el impacto emocional que puede tener para los niños sufrir ciberacoso, ya que hoy en día gran parte de la sociabilidad sigue dependiendo de las redes sociales, por lo cual las secuelas del cyberbullying pueden ser profundamente dañinas e impactar en la salud de los chicos”.

UN DAÑO INMENSO

“El daño que se puede hacer en escenarios digitales – señala la psicopedagoga María Zysman, directora de “Libres de Bullying” - es inmenso. Las redes sociales mutan permanentemente, habilitan posibilidades de acercar o alejar a los usuarios, ofrecen dibujitos (emojis, stickers, gifs, memes) casi siempre insuficientes para transmitir emociones. Las redes ofrecen recursos que suelen complicar la comunicación, aunque a veces parezca lo contrario, y en ese lenguaje no hay lugar para las metáforas, ironías o sarcasmos; se entiende lo que se puede entender, se modifican sentidos, se adjudican intenciones de manera cierta o errada. En este marco, no seguirse en redes sociales no es bullying, y no invitarse los fines de semana tampoco. Lo que sí comienza a serlo es crear eventos, grupos, perfiles, páginas o fiestas con el principal objetivo de dejar a alguien afuera y que ese alguien se entere”.

“Porque en la actualidad – añade la especialista - los chicos se juntan y muestran que lo hacen. Arman programas y en tiempo real los comparten con todos aquellos que no fueron invitados. Cuando esto circula, cada uno se convierte en “invitado” o “no invitado”. Tiene que aprender a tolerar a no estar entre los “elegidos” para todos. El gran problema, el gran dolor, surge cuando el excluido es siempre el mismo, cuando cada vez el rechazado es el mismo. Cuando la mayoría decide deliberadamente no considerarlo para ninguna actividad y, con decisión e intención, se lo hace saber. La diferencia es clara y está en nuestras manos transmitirla a nuestros hijos o alumnos, porque naturalizar el maltrato, digital o presencial, no puede ser una alternativa, y dejar pasar el dolor del otro tampoco puede ser una opción”.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE