Salud, bolsillo y oferta: el costo de la alimentación sana

En el comercio local impacta la búsqueda de alimentos para una dieta que tiende al equilibrio. Hay cambios en las góndolas y cae la brecha con los que conviene limitar

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Una tendencia al cambio hacia lo “saludable”, precios que se emparejan con alimentos a los que conviene “mantener a raya” y hasta recetas que avanzaron en épocas del encierro forzado por la pandemia parecen empujar cambios, tanto en el cuerpo como en la oferta del comercio local.

Las modificaciones, contaron a este diario especialistas y comerciantes, se notan en la ampliación de nuevos rubros comerciales y también en la modificación de otros conocidos, como las panaderías, ahora con opciones para llevar sin culpa.

En 2016 la Canasta Alimentaria Saludable era en promedio un 27,1% más cara que la convencional y el año pasado, la brecha bajó a 19,3%. El dato derivó de un estudio del Observatorio para el Desarrollo Provincial. En la canasta saludable se contempló una reducción del 40% del consumo de azúcar y un 50% de la sal. También se eliminan las galletitas, fiambres, mantecas, bebidas azucaradas, aderezos y condimentos concentrados y bebidas alcohólicas. La incidencia de los productos ultra procesados disminuye un 90% y se incorpora el agua de mesa en los niveles recomendados.

La licenciada en Nutrición y secretaria del Colegio de Nutricionistas de la Provincia Laura Chiormi, (MP 008), sostuvo que hay señales esperanzadoras de quienes se interesan por tener una vida más saludable y se informan, pero también hay que lograr que los alimentos estén a su alcance. “Lamentablemente no está aumentando el consumo de frutas y verduras y la gente recae en las más monótonas”, apuntó la profesional.

La nutricionista destacó que durante la pandemia hubo un cambio de hábitos que debería seguir alentándose, “las personas se ocuparon de comer mejor, de volver a los platos elaborados; también surgió la ley de etiquetados, pero además de información debe trabajarse, por ejemplo, en los entornos escolares, pensar en qué se puede mejorar para prevenir enfermedades”, agregó.

Sólo el 6% de la población consume frutas y verduras para una dieta saludable. La profesional recomendó abastecerse con los productos de cercanía. “Nada de lo que se vende en una verdulería puede ser cuestionado; en cambio hay que tener en cuenta que algunos productos que se venden en las dietéticas pueden prestarse a confusión por tener azúcares o estar fritos como es el caso de la banana”, dijo.

El productor de frutas y hortalizas Héctor Pestrín es la cuarta generación que está en el rubro y reconoce que se produjeron importantes cambios en los hábitos alimenticios. “En los primeros 8 meses de la pandemia se notó mucho, la gente elaboraba su comida, ya en el 2021 se relajó, pero los de mejor poder adquisitivo saben comprar y consumir más frutas y verduras”, apuntó.

Pestrín remarcó que el cambio de hábitos alimenticios se nota principalmente en los jóvenes. “Compran una palta aunque cueste $150 porque saben que es nutritiva y que con algunos productos más pueden hacer un buen plato”, agregó.

En esa línea, el productor destacó que sería importante reforzar todos los canales informativos para que quienes disponen de menores recursos aprendan a comer de manera más saludable y no sólo harinas procesadas.

Hugo Natale, de la Asociación de Propietarios de Panaderías, sostuvo que hace unos años comenzó a consumirse más semillas enteras y también pan con granos e integrales, pero las pre mezclas son caras.

“Las semillas o granos tienen un proceso de estabilidad para su uso posterior que es muy caro, pero si no se hace tienen gusto desagradable”, afirmó.

Natale indicó que con la elaboración del pan sin sal no hay problema porque es igual a la del pan común.

 

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