Dramático informe sobre la “catástrofe educativa” provocada por la pandemia

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Entre el 80 y el 90 por ciento de los niños de América Latina y el Caribe serán incapaces de comprender un texto simple, debido a la “catástrofe educativa” provocada por la pandemia de coronavirus, según recientes conclusiones de organismos internacionales.

A tal proyección se arribó en un documento conjunto que elaboraron Unicef, Unesco, el Banco Mundial, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (Usaid) y otros organismos internacionales.

En el informe titulado “Dos años después: salvando a una generación”, se aseguró que cuatro de cada cinco niños en América Latina y el Caribe no podrán comprender un texto simple.

Tal como se detalló en este diario, el relevamiento asegura que la pandemia de Covid-19 provocó en América Latina y el Caribe “los cierres de escuelas más largos y constantes del planeta, a raíz de los cuales los alumnos de la región perdieron en promedio 1,5 años de aprendizaje”. Asimismo, esta situación puede significar “un retroceso de más de diez años”, sostiene el documento.

“El hecho de que una gran mayoría de los alumnos de sexto grado tal vez no logre comprender lo que lee pone un signo de interrogación sobre el bienestar futuro de millones de niños que aún no desarrollaron competencias fundamentales críticas, algo que eleva el riesgo de profundizar aún más las desigualdades de larga data en la región”, se afirmó.

El representante de Unicef para nuestra región sostuvo que “demasiados niños no han podido regresar a la escuela a tiempo completo, y muchos de los que han regresado están perdidos”.

Como se recordará, durante el período más crítico de la pandemia fueron incontables las advertencias -reflejadas y analizadas en muchas ocasiones en esta columna- sobre la necesidad de reintegrar en modo perentorio a los alumnos a las aulas, cuando estas, en cambio, permanecieron cerradas en buena parte de los ciclos lectivos de 2020 y 2021.

Dos argumentos abonaban ese reclamo: estudios de especialistas que ubicaban a las escuelas como lugares de bajos índices de contagio y, por cierto, las consecuencias negativas de la educación digital, que impuso enormes diferencias entre alumnos que tenían fácil acceso a internet y muchos otros que vivían en zonas carentes de conectividad o no disponían de equipos informáticos.

Al iniciarse el actual ciclo educativo el responsable del área en la Provincia aseguró que se bregaría para garantizar 190 días de clase efectivos en las aulas y con plena presencialidad, dos objetivos que se constituyen, sin duda, en premisas esenciales.

También hubo pronunciamientos oficiales sobre la necesidad de enfrentar el desafío de lograr el regreso a las escuelas provinciales de 62 mil estudiantes de secundario y 6 mil del primario, que “todavía tienen una relación distante con el sistema educativo”, según dijeron actuales autoridades.

El punto de partida para la plena recuperación pasa por la presencialidad. El ciclo lectivo 2022 –tal como lo dijo el director general de Educación- “además de ser el año de la presencialidad plena y persistente, va a ser el año del conocimiento”, para asegurar luego que el objetivo es que “sea un año de enseñanza, de aprendizaje, donde incentivemos la escritura, la lectura con comprensión y con sentido, las matemáticas; un año donde podamos trabajar intensamente en las aulas y haya clases todos los días y los educadores hagan aquello que tanto saben hacer, que es transmitir conocimientos”.

Sería también decisivo que los distintos sectores relacionados a la educación, se pongan de acuerdo en principios que son básicos para garantizar la capacitación de millones de niños y jóvenes. El informe aquí mencionado resulta elocuente, como para seguir ofreciendo una enseñanza discontinua e incompleta, condicionada por cuestiones que no deberían afectar el derecho universal de aprender.

 

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