Sebastián Wainraich: “Solo al humor se le pide límites, es insólito”
Edición Impresa | 7 de Junio de 2022 | 02:40

Parece claro que Sebastián Wainraich escribió al protagonista de “Casi feliz”, la serie de Netflix que estrenó este año su segunda temporada, pensándolo como un alter ego: hombre de radio, ocurrente y neurótico porteño, su criatura encuentra a lo largo de la segunda temporada la posibilidad de tener éxito en varios aspectos de su vida. Y duda. Como si desconfiara del éxito, como si la neurosis se pusiera paranoica cuando le va bien.
Pero Wainraich, que atraviesa un momento de gran suceso, consolidado en la radio, con dos temporadas de su serie en Netflix (¿y más por venir?) y el regreso al teatro con “Frágil”, que lo traerá a La Plata el sábado (se presentará en el Coliseo Podestá), dice que a diferencia de su personaje, a él “no me da desconfianza que me vaya bien. Estoy contento, me gusta lo que hago, disfruto lo que hago. Sí estoy incrédulo ante el paso del tiempo, que pasa cada vez más rápido… y estoy totalmente en contra de eso. Pero eso quizás hace que disfrute más lo que hago”.
Wainraich se ha mostrado, de todos modos, algo descreído de ese éxito (y su contracara) que se mide en números, en algoritmos, y que ha tomado por asalto el humor argentino, que parece no medirse en términos de risas sino de likes y followers. Aunque en diálogo con EL DIA se muestra más conciliatorio: “No me parece mal que haya una regla para medir a los productos. En la tele y en la radio es el rating, con las revistas era cuántas vendía, cuando hacés cine o teatro es cuántas entradas vendés... Y eso no define si un producto es bueno o malo, define su popularidad. Y hay que ver qué objetivo tenía ese producto, si quería arrasar en las ventas o buscaba algún número más modesto”, analiza el comediante.
Wainraich dialoga con este medio a partir de su visita a la Ciudad con “Frágil”, obra que estrenó hace 5 años con gran éxito en la capital federal y que ahora, en esta pospandemia, lleva de recorrido por todo el país. “Me gusta hacer ‘Frágil’, por eso la saco de gira”, cuenta sobre el tour nacional de este unipersonal donde interpreta a los personajes que lleva dentro, que lo atraviesan, mientras pasea al espectador por momentos claves de su vida, momentos de decisiones importantes, en un espectáculo que combina baile, música y su inconfundible estilo humorístico.
A pesar del paso del tiempo desde el estreno original, Wainraich dice que no actualiza la obra: “La base es recontra sólida, rígida, no cambia porque es una obra de teatro que está bueno que resista el paso del tiempo”, explica. Concebida como una serie de personajes que siguen el hilo de una vida, más allá de algún retoque, no había necesidad de modificaciones, incluso si los tiempos han cambiado, dice. “En el monólogo que hago en primera persona”, agrega, “cambian algunos textos, pero los textos de los personajes no”.
“Para hacer comedia no hay que estar de buen humor, hay que estar concentrado”
“Frágil” iba a salir de gira en 2020… y entonces pandemia. Llevar ahora la obra tiene sabor no solo a reencuentro, confiesa Wainraich, “era más dramático todavía: pensaba que nunca más iba a poder hacer teatro, que nunca más iba a poder hacer ‘Frágil’, que el mundo iba a ser muy distinto y que tal vez no había lugar para esta obra”.
Es que la pandemia trastocó todo: el teatro parecía desfallecer, y muchos artistas se preguntaron si su arte tendría lugar, físico, también simbólico, en el orden de cosas que quedara después, durante ese largo encierro. ¿Habría teatros? ¿Habría interés del público por ir a ver monólogos de humor sobre la neurosis de un hombre de mediana edad?
Pero la incertidumbre no hizo mella en su humor, dice Wainraich, que siguió trabajando durante la pandemia en la radio en Urbana FM, mientras escribía la segunda temporada de “Casi feliz”, simplemente porque el estado emocional, afirma, nada tiene que ver con su labor.
HUMOR Y LÍMITES
“En mi vida personal tal vez sí, la pandemia afectó mi humor. Pero no en lo profesional. Porque para hacer comedia no hay que estar de buen humor. Sí hay que estar bien de la cabeza, concentrado, pero no hay que estar ni contento, ni alegre, ni triste”, responde, echando por tierra algunos de los mitos más arraigados sobre los humoristas, desde su naturaleza siempre jocosa a su dependencia de la depresión como motor creativo. Para el comediante porteño, en cambio, “no hay que tener ningún sentimiento en especial para hacer humor: hay que trabajar, hay que pensar, y para eso hay que estar concentrado… que era difícil en la pandemia, pero también fue una manera de salvarme de todo esto”.
¿El humor es, entonces, un escape, como tantas veces se lo define? ¿El humor es algo?
“Hay películas con mafiosos, narcotraficantes, asesinos seriales. Ahí no se pide límites, pero para reírnos sí. Es raro”
“Si, es algo... Pero no sé bien qué. En mi caso es un medio de comunicación, una manera que encontré para decir cosas que tengo ganas de decir, y un medio de vida. Pero el primer objetivo de la comedia, para mi, es hacer reír”.
Por eso, explica, valen los chistes en los entierros y otros momentos dramáticos. “Supongo que es como un alivio, por un lado: es como decir, esta causa está perdida, vamos a hacer humor porque no nos queda otra; y por otro lado, es una manera de contenernos entre todos”, analiza.
Porque al final, lanza, ¿por qué deberían pedirse límites para el humor? “Solo al humor se le pide límites, es algo insólito: hay películas con mafiosos, narcotraficantes, asesinos seriales. Ahí no se pide límites, pero para reírnos sí. Es raro”, dice Wainraich. “Para mi ningún tipo de arte tienen que tener límites, que sigan las películas de mafiosos, lo que quieran hacer, pero es raro que solo al humor se le pidan límites. Y además, ¿quién tiene la autoridad para decir ‘de esto nos podemos reír y de esto no’? A mi me gusta que se haga humor con cualquier cosa… y que me haga reír. Si es solo para provocar no es humor, pero si me hace reír, bienvenido”.
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