Sequía, baja de precios de exportaciones y los costos sacuden al sector ganadero
Edición Impresa | 15 de Enero de 2023 | 01:16

Lucio Vera
lvera@eldia.com
Las imágenes difundidas por la televisión de vacas muertas en el campo por falta de agua impactaron a muchos de los habitantes de las ciudades argentinas, que pueden pensar que la grave crisis de la producción ganadera se debe únicamente a la sequía. Sin embargo, el problema es mucho más profundo, ya que desde hace años las decisiones de los gobiernos han perjudicado al sector, porque estuvieron orientadas generalmente a bajar el precio de la carne artificialmente. Fueron ensayados los más diversos métodos: fijación de precios, prohibición o cuotificación de las exportaciones, retenciones, etc.
Al evitar que el valor de la carne se incremente como el de otros alimentos, el malhumor social se atenúa y por lo tanto a ello se acude asiduamente. Es así que mientras el índice promedio del valor de alimentos y bebidas no alcohólicas tuvo un incremento del 5,5%, el cuadril y la nalga lo hicieron en un 2,5% y la carne picada bajó 2,09% durante el mes de diciembre pasado. En noviembre se incrementó 1% el costo de la carne al consumidor, mientras que la canasta de alimentos que toma el Estado para elaborar dicho índice subió el 3,1%.
Ese no fue un fenómeno aislado, porque desde octubre de 2021 a octubre de 2022 el aumento de la carne fue del 71,8%, mientras que la mencionada canasta creció el 88%.
Los productores padecieron la disminución de sus ingresos porque, en muchos casos, se vieron obligados a vender terneros o novillos antes del engorde por la casi desaparición, cuando no la desaparición de las pasturas (rollos), por las escasas o nulas precipitaciones pluviales. Esas circunstancias determinarán una caída en la producción que se sentirá el año que viene, reflejada en menor oferta en las carnicerías y muy posiblemente con bruscos aumentos de precio.
Menos animales
En este 2023 se reducirá el número de cabezas de ganado porque la faena superaría el 25% del plantel total que era de 53,4 millones a comienzos del ciclo, sin contar las muertes por falta de agua. Para reemplazar esos animales este año se deberían incorporar 15 millones de terneros, una cifra que difícilmente pueda ser alcanzada ya que el pico de producción fue en 2019 con 14.95 millones. Para iniciar la recuperación del número de vacas se necesitarán créditos para que los ganaderos dispongan del capital de trabajo necesario para repoblar los campos, pero con tasas que reflejen el problema originado en el retraso del precio de la carne y el costo de la recuperación de pasturas y sembrado de forrajes. El proceso de deterioro ha tenido como consecuencia que en los últimos treinta años muchos ganaderos abandonen la actividad para dedicarse a la agricultura.
Desde la Sociedad Rural Argentina afirman que en los próximos meses habrá marcada disminución de vientres vacunos preñados, impactando sobre la disponibilidad de terneros para el destete en 2024, como así también en el acortamiento de hacer recrías pastoriles, bajando así el peso futuro de faena. Todo esto se traduce en la imposibilidad de contar con una mayor oferta de carnes en los siguientes dos años.
Aun aquellos emprendedores que adoptaron la modalidad llamada “feedlot” (de la que se informa aparte) no pudieron escapar al deterioro de la actividad, ya que con ese sistema que se caracteriza por alimentar a los animales con granos, sufrió un aumento del maíz que de 25 mil pesos por tonelada en un año llegó a costar 45 mil pesos, mientras que el ganado lo hizo en una proporción mucho menor. Por eso los kilos que aumentaron en peso los animales tuvieron un costo mucho mayor que lo que demandó para su engorde.
En descenso
La Argentina ha pasado de ser el primer exportador de carne a ocupar el quinto lugar y sus competidores están ganando mercados mientras la Argentina los pierde. El incumplimiento de los contratos por decisiones del gobierno al prohibir o cuotificar las exportaciones repercutirá durante muchos años en la actividad ganadera Argentina. El deterioro es tal que la participación del país en las ventas de carne del Mercosur al resto del mundo se ha reducido y Uruguay, por ejemplo, ya exporta más de la mitad de lo que hace Argentina a pesar de las diferencias en las extensiones territoriales de cada uno de esos países. Por supuesto la industria frigorífica sufre con estos avatares a pesar de que muchas empresas Argentinas han logrado estándares internacionales como para poder cumplimentar con todas los requerimientos sanitarios en países tan rigurosos en ese aspecto como Alemania.
La provincia de Buenos Aires tampoco saldrá indemne de la crisis de la actividad ganadera ya que en buena parte de su territorio los habitantes se dedican a ella y el movimiento económico de ciudades y pueblos está influido en buena parte de la suerte de los productores, sin contar con la generación de empleo que genera la actividad cuando utiliza toda su capacidad.
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