Discapacidad y trabajo: el arduo camino a la igualdad
Edición Impresa | 16 de Julio de 2023 | 02:34

Francisco L. Lagomarsino
flagomarsino@eldia.com
“Me costó encontrar trabajo estable. Fue mucho tiempo de hacer changas, cortar pasto, pintar, un poco de todo, mientras buscaba algo fijo, pero nunca me llamaban. Me presenté a varias entrevistas, pero no conseguía un empleo fijo que me asegurara llegar a fin de mes... Ahora cumplí 40 y hace cuatro años que estoy haciendo estética vehicular en el mismo taller. Pero la mayoría de los que están en mi situación no tienen esa ‘suerte’”.
El lenguaje de los hechos es el que mejor expresa la inclusión. Y para las personas con discapacidades, lograr una inserción laboral equitativa con la de aquellas que no las padecen es un objetivo todavía lejano, al que no renuncian y por el que numerosas organizaciones trabajan con ahínco y convicción. Pero tienen ante sí, todavía, un camino en el que las buenas intenciones y los mandatos legales se traducen en más palabras que acciones, y los temores y prejuicios tienen un profundo arraigo. Un campo en el que, de cada cuatro que lo buscan, sólo uno, como mucho, consigue empleo formal. Como Marcos, el platense protagonista del relato en primera persona que encabeza estas líneas.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 80% de la población con discapacidad, que representa aproximadamente el 15% de la población del planeta, no accede al trabajo formal. En nuestro país, datos recogidos por el INDEC muestran la misma tendencia y sitúan la tasa de empleo en apenas el 32,2%. El análisis del organismo internacional, en tanto, va más allá y detalla que para los protagonistas esto redunda en menores oportunidades económicas, peor acceso a la educación y cifras de pobreza más altas.
“En la administración pública, la incorporación de personas con discapacidad o ‘PCD’, hasta un 4% de todas las modalidades -planta, contratos y tercerizados-, está legislada desde hace décadas, y establece que antes de sumar otros empleados hay que llenar ese cupo, pero ninguna provincia llega al 1 por ciento ni se brinda información oficial sobre quiénes son o dónde están” advierte Gabriela Troiano, referente de la Asociación Azul, una ONG creada en nuestra ciudad en 2007 que brega por “la vida independiente de las personas con discapacidad”, tal como reza su lema.
Troiano, que fue diputada nacional entre 2013 y 2017, tiene un impedimento visual desde aquel 2007, y se acercó a Azul como voluntaria; actualmente es su representante ante el Consejo Provincial de Discapacidad.
“Las empresas privadas no tienen obligaciones respecto de las PCD, pero existen estímulos del Estado” explica la ex legisladora: “por ejemplo, rebajas en impuestos, y un aporte equivalente al 50 por ciento del salario durante un año. Si embargo, persisten miedos y prejuicios en las empresas; por ejemplo si la discapacidad es visible, es más difícil ser contratado. O si hay que adaptar un ámbito a la accesibilidad con silla de ruedas. Además, toman a seis varones por cada 4 mujeres. Esto se va modificando, pero muy lentamente, y empresas como Soda Hermida o Aluminios Pavoni, en la Región ya tienen programas de inclusión valiosos”.
“Se cree que las PCD son frágiles, enfermizas o no van a servir, y son mitos” redondea Troiano: “lo cierto y probado por estudios es que en derredor suyo se genera un buen clima laboral, algo parecido a lo que pasa en las aulas inclusivas, donde se aprende más, y los compañeros valoran a esos chicos y hacen suya esa voluntad de superación”.
Una voluntad de la que deja constancia con su ejemplo Marcos, quien retoma su historia desde el Taller Suárez, en el que se desempeña. “Empecé limpiando, después me metí con el lavadero, y actualmente preparo los autos para pulir y encerar, y estoy en la terminación donde se limpian y se sacan los detalles. Al principio trabajaba media jornada, pero después de la pandemia estoy trabajando jornada completa. Es un grupo bastante grande de personas, nos llevamos bien y nos ayudamos, siempre hay algo que uno puede hacer y colaborar”, concluye.
Con sede en 60 entre 29 y 30, al sur del casco fundacional platense, la Asociación Civil NUBA promueve desde 2012 “la inclusión socio-laboral de jóvenes con discapacidad para que logren mediante el empleo una participación activa en la sociedad, como ciudadanos independientes y plenos de derecho”.
En ese sendero, impulsa un “Programa de Empleo Inclusivo” con entrenamiento integral para la inserción laboral, y orienta y asesora a las empresas e instituciones que sumen recursos humanos “competitivos y diversos”.
“Acompañamos a las partes brindando apoyos, aclarando dudas y desmitificando prejuicios”, destaca Analía Fernández, de NUBA: “nos centramos en la franja de jóvenes adultos con discapacidad de 18 a 45 años, pero la demanda es muy intensa entre los de veintipico a treinta. Los preparamos, y en simultáneo nunca dejamos de buscar a las empresas, golpearles las puertas y tratar de convencerlas cara a cara, porque la barrera más importante que sigue en pie son los miedos de los empleadores. Los candidatos arrancan con turnos reducidos, de cuatro horas, con carácter de prácticas y el incentivo de un programa del ministerio de Trabajo nacional. Y luego de seis meses pueden quedar en un régimen de estabilidad, con el Estado pagando, por el primer año, un porcentaje del sueldo”.
Desde NUBA realizan un seguimiento de cada caso, y quedan a disposición de las partes para respaldar o interceder si lo requiere alguna eventualidad. “Estamos muy contentos porque acabamos de sumar un chico hipoacúsico para manejar Autocad en una empresa que hasta ahora no era inclusiva” señala Fernández: “a veces es un proceso largo hasta que se convencen, pero cada paso es valioso”.
“Es muy importante que las empresas den trabajo a las personas con discapacidad... ¡sumá a tu empresa!” proclama Mayra. La joven de 31 años revela que por medio de NUBA “aprendió mucho” y accedió a “un proyecto para el futuro”.
“Empecé a trabajar hace tres años en la empresa Baukraft de tecnología y construcción” cuenta Mayra: “trabajo como asistente administrativa y comercial. Durante mucho tiempo busqué un empleo, fui a un montón de entrevistas y no lo logré. Sólo veían mi hipoacusia y no lo que yo podía hacer, mis capacidades… sólo precisaba una oportunidad”.
Por estos días, una campaña televisiva de concientización juega con la sigla de Inteligencia Artificial (IA) y la asigna a “Inclusión Artificial”. Fogoneada por las organizaciones que integran la Alianza Humanista de Organizaciones para la Reflexión y la Acción (AHORA), muestra a personas con discapacidad en distintos roles, pero se trata de imágenes generadas por computadora, sugiriendo el contraste con una realidad en la que eso no sucede. “En el mundo real, el 75% de las personas con discapacidad no consigue trabajo”, sentencian los creadores del spot, que tiene como objetivo promover la inclusión laboral.
El más reciente Estudio Nacional sobre el Perfil de las Personas con Discapacidad mostró que el 10,2% de la población mayor a 6 años tiene algún tipo de dificultad y en ese universo, la tasa de actividad de las personas mayores de 14 años es del 35,9 por ciento, la de inactividad del 64,1%, y la de empleo del 32,2%; en su mayoría, las más perjudicadas son las mujeres, junto a la población en situación de vulnerabilidad social.
En Argentina, se estima que el 87% de las Personas mayores de 14 años con Certificado Único de Discapacidad (CUD) no tiene trabajo. Entre quienes lo tienen, el 34% de las personas trabaja en el sector público, mientras que el 66% lo hace en el ámbito privado.
Miguel Eduardo Salinas es abogado, y desde su colegio profesional platense integró la comisión interdepartamental de profesionales del Derecho con discapacidad, además de participar de numerosas jornadas acerca de la temática. Considera que “los discursos de inclusión son cada vez más lindos, pero los avances no son tan significativos”.
“Se hace poco para adaptar los puestos de trabajo”
“Nos dicen ‘vamos a trabajar’ en tal o cual cosa, pero se hace poco para adaptar los puestos de trabajo, aunque no sea tan complejo, y lo mismo pasa con los baños, y la accesibilidad” subraya Miguel: “se dejan currículums y van a parar abajo de la pila. Al que es contratado, le cuesta mantenerse porque los gastos son mayores que los de empleados en otra situación. Y hay poca movilidad laboral ascendente, te toman y quedás ahí. Por otra parte, hay que revisar el régimen de discapacidad porque en materia jubilatoria no es conveniente”.
La evaluación de Salinas tiene muchos puntos de contacto con el diagnóstico de la Organización Mundial de la Salud. Para la OMS, las PCD “vivencian las peores tasas de participación en el mercado laboral en comparación con el resto de la población”; “tienen un ingreso tardío al mundo laboral, y por ende escasa experiencia laboral”; “tienen escasa formación y certificaciones no reconocidas”; sufren la “inclusión laboral bajo formatos de informalidad y precariedad”; y el “acceso a puestos de trabajo infravalorados, o de baja calificación y jerarquía”.
Periodista deportivo graduado en la UNLP, y aspirante a Licenciado en plena redacción de su tesis, Luciano Satti y Tribulatti tiene claro a sus 30 años que emprender la ruta al empleo formal no es soplar y hacer botellas. “Tengo mielodisplasia, una discapacidad de nacimiento también llamada displasia o espina bífida con parálisis de los miembros inferiores. Hasta ahora privilegié el estudio al trabajo, pero cuando concluya la carrera lo voy a buscar, en el marco que contempla la ley provincial 10.592”.
Esa norma, explica Luciano, “provee cobertura a personas con discapacidad para acceder a un trabajo formal. Y creo necesario verificar el entorno físico del eventual trabajo -ingresos, oficinas, baños- porque suele ser un tema complicado que se respete el auto valimiento. Sabemos y vemos que en la ciudad hay muchos lugares que no cuentan con accesibilidad. De todos modos, no hay que cesar de incentivar la educación de las PCD, sobre todo en el conocimiento de nuestros derechos, y hacerlos valer peticionando a las autoridades. Y otra cosa clave, que surge de mi experiencia, con ayuda de mis padres: cuando encontramos prejuicios o desconocimiento, debemos luchar para revertir la situación”.
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