Vecinos atraparon al ladrón: el delincuente robó y pegó, pero no zafó
Edición Impresa | 9 de Julio de 2023 | 03:50

Momentos de tensión se vivieron ayer por la mañana en un sector de Barrio Hipódromo por una concatenación de acciones delictivas que llevó adelante un sujeto y la fuerte reacción que tuvieron los vecinos.
Sin reparo alguno, un sujeto de 19 años rompió el vidrio de un auto que se encontraba estacionado en 115 y 37 con la intención de apoderarse de los objetos que se hallaban en el interior de la unidad. La acción fue descubierta por la víctima, quien no dudó en enfrentarlo.
Todo apunta a que el hampón no contaba con un plan “b”. Pero jugado por jugado y, muy probablemente, acostumbrado a vivir situaciones límite, tras observar el panorama que lo rodeaba en pocos segundos diagramó en su cabeza un esquema para abandonar la escena y salir indemne con su botín.
En ese marco, abordó a una joven que venía avanzando en bicicleta por calle 115 y le arrancó el rodado de forma violenta. Tal fue la ferocidad con la que procedió el delincuente que los gritos de la joven retumbaron en varias viviendas del sector.
Ante el inminente arribo de la policía, el sujeto empujó a la joven que intentaba detenerlo, se subió a la unidad y comenzó a pedalear en dirección a las vías. En cuestión de segundos avanzó 100 metros.
Con varios atracos callejeros en su haber, todo apuntaba a que una vez más se saldría con la suya. Pero el destino le tenía preparado un duro revés. Justo cuando comenzaba a “acariciar” la impunidad sintió el rigor del hartazgo acumulado durante tantos años.
Alertados por los desesperados sollozos de la víctima, varios vecinos salieron de sus casas y alcanzaron a ver a una chica tirada en el suelo e inmersa en un profundo estado de angustia. También a un sujeto avanzando presurosamente en una bicicleta. La escena hablaba por sí misma.
Sin medir las consecuencias, algunos vecinos se lanzaron a la captura de este malhechor. Y cuando llegó a 36 y 115 fue interceptado.
Hartazgo por la inseguridad
Es conocido el reclamo que vienen realizando desde hace años quienes residen en la zona por las situaciones de inseguridad cada vez más graves que padecen.
Asaltos callejeros perpetrados por motochorros, escruches y entraderas son, según sostienen los frentistas de la zona, “moneda corriente” en un barrio que “hace muchos años perdió la tranquilidad y se convirtió en tierra de nadie”.
”Es triste decirlo pero la actitud de mis vecinos es el resultado del cansancio acumulado. A mi me robaron una vez. Fue a las 3 de la tarde. Motochorros. Desde ese entonces, remís. Por más que tenga que hacer cinco cuadras. El barrio no lo camino más. Esperemos que ahora que se viene un cambio de gobierno se pueda revertir la situación. Yo ya tengo decidido mi voto. Es para la única persona que creo que tiene el coraje para enfrentarse a la delincuencia”, expuso a este diario María, una vecina que reside en 36, entre 115 y 116.
Esther, por su parte, explicó que “por la delincuencia intento salir lo menos posible de mi casa”.
Miguel, un frentista que vive en 1, entre 36 y 37, se refirió a la “estrategia” que suelen emplear los ladrones que atacan en la zona. Al respecto sostuvo que “la mayoría encara para las vías” pues la traza ferroviaria es “como una barricada para los patrulleros”.
“Estos lo tienen todo calculado. Saben cuándo y dónde robar. Saben cómo escapar. Una vez que cruzan (las vías), no los encontrás más. Es la droga lo que los pone así. Imaginate que se han atrevido a robar en una iglesia (San Antonio de Padua). Estos tipos no tienen respeto por nada. Ni por su vida”, expresó el hombre.
Los vecinos consultados por este diario coincidieron en que esta detención por mano propia termina reflejando el malestar de un barrio que desde hace años viene reclamando un freno a la inseguridad.
En este marco, si bien existía la posibilidad de que el sujeto pudiera estar armado, ante el cruel trato a la chica, la necesidad de pasar a la acción fue mayor. Motivados por la bronca, la impotencia y el fuerte anhelo de poder vivir tranquilos, los frentistas asumieron el rol de policía y terminaron reduciendo e inmovilizando al sospechoso.
Minutos después arribó un patrullero y dos policías se encargaron de esposar y conducirlo a la comisaría. Este diario intentó comunicarse con la dependencia, pero los llamados no fueron atendidos. “Nunca nos atienden”, expresó en esta línea uno de los testigos del episodio que alteró los ánimos.
Los agentes finalmente le incautaron dos cargadores de celular, un barbijo, dos tuercas de rueda de seguridad y el control remoto de un estéreo. Sobre la joven, se informó que debió ser atendida a raíz de que presentaba varias contusiones.
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