Giro inesperado para desenterrar un asesinato que se creía perfecto
Edición Impresa | 24 de Diciembre de 2024 | 00:52

“Tiempo que pasa, verdad que huye”. Este viejo axioma del mundo del derecho tiene plena vigencia en nuestro país, donde las causas judiciales parecen adormecerse con el paso de los años. Un poco por la falta de preparación de quienes deben impartir justicia y, otro tanto, porque el sistema parece orquestado para cumplir con esa finalidad. Que todo tarde demasiado y, si es posible, quede en el ostracismo. Como por ejemplo el caso de Nora Dalmasso (51), violada y asesinada en Río Cuarto, Córdoba, en 2006. Se trata de un expediente donde se analizaron las hipótesis más burdas y absurdas habidas y por haber. Incluso la de un amorío de la víctima como su propio hijo. También tuvo un perejil y a un marido despechado, que entró y salió de la escena en helicóptero. Todo dantesco, bizarro. Pero con un cambio de investigadores, tras la absolución de Marcelo Macarrón, el esposo, se vio una luz al final del túnel y hoy tambalea lo que se creía el crimen perfecto.
Es que por una prueba de ADN, de las tantas que pidió el nuevo fiscal, Pablo Jávega, se le puso nombre y apellido a un nuevo sospechoso. Se trata del parquetista Roberto Marcos Bárzola (45), quien realizó trabajos para la familia Dalmasso en la semana previa al homicidio.
El hombre, que ya fue notificado de la imputación, pero que no quedó detenido porque la causa está prescripta, había declarado como testigo durante el juicio realizado en 2022.
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Cuando ocurrió el hecho, en noviembre de 2006, Bárzola fue contratado para hacer un trabajo de pulido en la casa de Villa del Golf, donde Nora Dalmasso fue hallada estrangulada y con rastros de actividad sexual reciente.
Al momento del hecho, el acusado, que es de Río Cuarto, tenía 27 años. Su ADN coincide con los rastros genéticos hallados en el cuerpo de la mujer. Puntualmente, en el cinto de la bata que tenía anudado en su cuello y en un pelo encontrado sobre su ingle.
En abril de 2022, en el juicio que terminó con la absolución de Macarrón, Bárzola declaró que hizo trabajos de pulido en la casa familiar y que estuvo tres días en el lugar. Siempre según su declaración, había visto una sola vez a Nora Dalmasso.
Ayer la Unidad Fiscal Especial actuante en la ciudad de Río Cuarto informó que el material genético de Bárzola es “compatible con las huellas genéticas colectadas en cinto de bata que fuera ubicado anudado en el cuello de la víctima y de un vello secuestrado en zona inguinal de la misma”.
El objetivo de la Justicia para avanzar con estos cotejos fue ponerle nombre y apellido a los rastros genéticos hallados en el cinto de la bata que usaron para estrangular y matar a Nora.
En esa prenda se encontraron dos perfiles de ADN. Uno de ellos es de Macarrón, que se concluyó que llegó allí porque vivía en la misma casa. El otro era hasta ahora de un NN.
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Sin embargo, a través de distintos estudios de laboratorio, se pudo llegar a la identidad de ese cotejo, lo que puso a Bárzola en el centro de la escena.
Igual, sabe, que será muy dificultoso que lo alcance una condena penal. Con suerte habría un juicio por la verdad, donde quedaría marcado por la sociedad, aunque libre.
En definitiva, demasiados descalabros investigativos, que taparon lo ocurrido con un manto de impunidad.
Si bien el fiscal no baja los brazos, dijo que la potencial imputación de abuso sexual seguido de muerte está a expensas de saber si se puede revertir la prescripción y mantener viva la acción. Un terreno, a priori, muy complicado.
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