Robo de metales: de flagelo en las redes a tragedia
Edición Impresa | 7 de Junio de 2024 | 03:16

En febrero aparecieron cuatro cadáveres en la puerta de un hospital, luego de que alguien los cargara, calcinados, en un camino de los alrededores de Bahía Blanca; en abril, hallaron el cuerpo sin vida de un hombre dentro de un cámping situado en el departamento Castellanos de Santa Fe; hace unos días se encontró a otro fallecido, con quemaduras, en la ruta 11 a la altura de Magdalena. A esa seguidilla de hechos luctuosos se le sumó en las últimas horas el caso de un adolescente que perdió la vida por electrocución en la avenida Antártida y la calle 524.
Todos los episodios estuvieron vinculados a robos de cables o de instalaciones de la distribución eléctrica. El vandalismo perpetrado con cierta regularidad en el sistema de energía que opera Edelap, en el caso de la Región, produce cada vez con mayor frecuencia resultados trágicos, posibilidad que suele advertir la empresa a la población toda vez que se atenta contra cámaras, transformadores o tendidos en el afán de conseguir los cables de cobre que luego se comercializan en el mercado negro de metales. De eso da cuenta una investigación penal del fiscal Juan Menucci, en 2021, que arrojó 10 arrestos en chatarrerías.
Esa clase de hurtos siempre concluyen con alguna complicación, ya que en el mejor de los casos, si quienes cometen el delito resultan ilesos, causan daños en la distribución de la energía y se resiente la provisión para numerosos vecinos que dependen del buen funcionamiento del sistema. Lo mismo, para equipos de bombeo de Absa. La firma estatal denuncia en forma recurrente ataques por los cables que complican la provisión de agua en la red.
Por estos días, el cobre se paga en el circuito de venta ilegal unos 8.000 pesos el kilo. Las instalaciones que forman parte de la infraestructura de la distribución eléctrica domiciliaria contiene diversos dispositivos, algunos de cuales son cables de perímetros gruesos y placas de un peso considerable. Ahí está el atractivo para los ladrones que además de intentar llevarse lo ajeno ponen en riego su vida y la de terceros. también los medidores domiciliarios de gas, picaportes y barandas de accesos a edificios y cables de telefonía, entre otros “tesoros”.
El negocio comienza con la sustracción de piezas de cobre, bronce o hierro, sigue con la reventa en las chatarrerías ilegales y culmina en fundiciones.
Frente al caso de Tolosa, Edelap señaló que “el robo de instalaciones eléctricas se ha incrementado los últimos meses” y puntualizó, en ese sentido, que “entre 2023 y lo que va de 2024 se han registrado más de 100 casos de vandalismo en la Región”.
Según la prestataria “quienes cometen estos hechos ponen en riesgo su propia vida manipulando instalaciones peligrosas, y exponen la vida de terceros al dejar los tendidos precariamente expuestos y dañados. Además afectan la calidad del servicio que reciben los usuarios provocando interrupciones y oscilaciones de tensión”, remarcó la distribuidora de luz.
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