Epstein recopilaba datos para perjudicar a Trump
Edición Impresa | 14 de Noviembre de 2025 | 02:34
La larga y turbia relación entre Jeffrey Epstein y Donald Trump, iniciada en los años ochenta, se transformó con el tiempo en un vínculo marcado por la desconfianza y la manipulación. Aunque ambos hombres compartieron amistades, fiestas y círculos sociales en Florida y Nueva York, los nuevos correos electrónicos publicados por un comité del Congreso revelan que Epstein dedicó años a recolectar datos, rumores y supuestas pruebas que podrían dañar la imagen del expresidente.
Los más de 20.000 mensajes muestran a un Epstein obsesionado con Trump, convencido de que era “el único capaz de derribar” a su antiguo amigo. En ellos se retrata a un hombre que, tras su primera condena en 2008, buscó rehabilitar su reputación explotando la cercanía que alguna vez tuvo con el magnate inmobiliario. Desde 2011 hasta poco antes de su arresto en 2019, Epstein intercambió correos con periodistas, abogados y figuras influyentes, sugiriendo que poseía información financiera y personal comprometedora sobre Trump.
En varios mensajes, incluso propuso investigar la hipoteca de Mar-a-Lago y un préstamo de 30 millones de dólares que, según él, Trump habría recibido. En otro intercambio, ofreció a un reportero del New York Times supuestas fotografías del empresario “con chicas en bikini”. Nada indica que esas pruebas existieran, pero Epstein insistía en tener “material sensible” sobre el entonces futuro presidente.
Los correos también lo muestran burlándose de Trump, al que llamaba “Donald el tonto”, y especulando con asesores como Lawrence Summers sobre su estabilidad mental y sus finanzas. Hasta su caída definitiva, Epstein alimentó la idea de ser el depositario de secretos que podrían destruir a Trump, una narrativa que lo mantenía relevante entre quienes buscaban entender o atacar al líder republicano.
A la luz de estos documentos, la relación entre ambos vuelve a situarse en el centro del debate político, recordando cómo el poder, el chantaje y la ambición tejieron una de las conexiones más inquietantes de la élite estadounidense reciente.
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