Tormentas extremas: cada vez más frecuentes e intensas
Edición Impresa | 22 de Mayo de 2025 | 04:08

Más frecuentes y más intensas. Así son las tormentas extremas en el país, esos eventos cuyo poder destructivo quedó en evidencia en las últimas lluvias que azotaron a un amplio sector de la Provincia de Buenos Aires y al AMBA la semana pasada, dejando cuatro víctimas fatales y miles de evacuados cuando todavía permanecía fresco el estremecedor recuerdo del último temporal en Bahía Blanca, en marzo.
Los expertos indican que las tormentas extremas son, efectivamente, más frecuentes y severas en la Región y vinculan el fenómeno con el cambio climático.
Matilde Rusticucci, profesora emérita de la Universidad de Buenos Aires, investigadora del Conicet y coautora de informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), explicó que los dos fenómenos mencionados tienen algo en común: durante las últimas décadas aumentó el número de días en los que las lluvias superan los valores extremos, como por ejemplo 100 milímetros en un día.
La experta consideró que se trata de un efecto del cambio climático global inducido por actividades humanas.
En ese sentido, un estudio realizado en 2014 ya había advertido sobre el aumento en la frecuencia de las lluvias extremas.
El trabajo fue de autoría de Rusticucci, Vicente Barros, Inés Camilloni y otros colaboradores del INTA, Conicet y la Facultad de Ciencia Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y fue publicado en la revista WIREs Climate Change.
A través de ese trabajo se detectó que hubo un aumento significativo en las precipitaciones que transformó gran parte del territorio subtropical de Argentina desde 1960.
El fenómeno favoreció la expansión de tierras agrícolas hacia regiones semiáridas y llevó a un aumento en las lluvias intensas que derivó en inundaciones tanto en zonas rurales como urbanas.
Los autores del trabajo anticiparon que esa tendencia se iba a mantener en las próximas décadas.
Para los especialistas, regiones como la provincia de Buenos Aires y el AMBA presentan una alta vulnerabilidad por estar densamente poblados, por su urbanización acelerada y por la prevalencia de economías informales que dependen de actividades sensibles a los eventos climáticos.
Por otra parte, las deficiencias en la infraestructura urbana (sistemas de drenaje insuficientes ante lluvias intensas) agravan la exposición a inundaciones, mientras la falta de espacios verdes que puedan mitigar el calor en las ciudades afecta la resiliencia frente a olas de calor.
En ese marco, los especialistas recomiendan generar más áreas verdes y azules en las ciudades para reducir las temperaturas locales y disminuir los riesgos de inundaciones, al tiempo que aconsejan fortalecer la infraestructura urbana.
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