“Cuando cae el otoño”: el cine de François Ozon, hecho de sexo, muerte y familia

El realizador estrena en Argentina su nueva película el jueves, que comienza como un drama bucólico y se transforma en un inquieto y tenso misterio

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El director francés François Ozon lleva un ritmo de producción digno de Woody Allen, con una película por año, más o menos, desde 2018, aunque no todas llegan al país: “Cuando cae el otoño”, su última producción, sin embargo, sí lo hará, este jueves, uno de tres estrenos que renovarán las salas junto al tanque “Jurassic World”.

La película de Ozon ofrecerá, entonces, una especie de contrapeso para una cartelera que, calentando motores para las vacaciones de los chicos, se llena de propuestas juveniles de acción, aventuras y terror. La de Ozon es bien distinta, y sigue a dos venerables ancianas que viven en el campo y comparten amistad, un pasado deshonroso y relaciones difíciles con sus hijos.

En “Cuando cae el otoño”, las actrices Hélène Vincent y Josiane Balasko interpretan a Michelle y Marie-Claude, dos grandes amigas jubiladas en un pueblo rural de la Borgoña que dedican su vida a placeres apacibles como visitarse, tomar café e ir a buscar setas.

La apariencia idílica de sus vidas va sucumbiendo bajo el peso de un pasado vergonzante que marca las relaciones con sus hijos -Ludivine Sagnier y Pierre Lotin-, y varios giros inesperados que mantienen a la historia viva.

“Es una película que habla de la familia, de las relaciones tóxicas que puede haber entre madres e hijos”, explicó Ozon en la conferencia de prensa tras el pase del film.

“Después, lo que me interesaba era mostrar que, lo que quizás es importante en la familia, es la familia que nos creamos más allá de los lazos de sangre”, añadió. La interpretación de Hélène Vincent, en torno a la que orbitan todos los personajes, le valió a sus 81 años postergados premios y reconocimientos.

“Algunas actrices francesas tienen tanta cirugía plástica que ya no tienen edad. No voy a dar nombres, pero ya se sabe en quién estoy pensando, ¿no? ¡Y he trabajado con ellas!”, afirmó el cineasta entre risas. Ozon dice que entiende la presión social y de la industria para mantener una apariencia juvenil, pero también le encantan las líneas de expresión y la piel flácida: a veces filmaba a Vincent en primer plano extremo sólo para mostrarlo. “Eso no es posible para algunas actrices. A veces preferís no acercarte demasiado con la cámara porque ya no es real. No ves la expresión”, afirmó el realizador francés.

El cine de Ozon

De la misma manera que Allen tiene sus obsesiones, Ozon tiene en su cine una pulsión por el sexo y la muerte presente en casi todas sus obras. Cuenta la leyenda que de chico escribió un corto en el que pedía a su hermano que matara a su familia. “Mi hermano le dio veneno a mi madre y asfixió a mi padre”, recuerda Ozon. “Y degolló a mi hermana con unas tijeras”. Años más tarde se convertiría en el rey del caos psicosexual con películas como “La piscina”, protagonizada por Charlotte Rampling.

La tensión, un tono inquieto bajo la superficie, está siempre en su cine: así, bajo la fachada de un drama bucólico de una jubilada se desata toda una historia de disfuncionalidad, completa con apariciones e interrogatorios policiales.

La película se inspira libremente en un incidente de la infancia de Ozon, en el que su tía envenenó accidentalmente a varios miembros de la familia con hongos silvestres. “Me encantaba la idea de que mi tía intentara matarnos a todos”, se ríe en una entrevista. “Era un niño muy perverso, como puede ver. O simplemente un futuro director”.

Inspiración
La película se inspira libremente en un incidente de la infancia de Ozon, en el que su tía envenenó accidentalmente a varios miembros de la familia con hongos silvestres: “Me encantaba la idea de que mi tía intentara matarnos a todos”

 

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