Recuerdos de la Conadep, un hito en el regreso de la democracia

El 15 de diciembre se conmemoran los 29 años de la creación de la Conadep, (Comisión Nacional por la desaparición de personas), creada por el entonces presidente Dr. Raúl Alfonsín, por el decreto 187/83.

La Comisión estuvo integrada por 10 personalidades de la cultura, la ciencia, la política, la religión, el periodismo y por representantes de la Cámara de diputados de la Nación.

El entonces diputado radical Santiago Marcelino López, fue uno de los integrantes de aquella Comisión. Nacido en Trelew, provincia de Chubut, tiene 75 años, 3 hijos, cuatro nietos y uno en camino.

Como líder del movimiento conocido como el “trewelazo”, estuvo detenido durante 5 días en la base Almirante Zar, de esa localidad. Allí fue encapuchado e interrogado.

La Conadep es una institución única en la historia Argentina ¿cómo nació?

La Conadep fue la respuesta de Raúl Alfonsín al problema de los derechos humanos. Sabíamos que durante el período 1976-1983, la dictadura había secuestrado, violado y asesinado a hombres y mujeres. Pero una cosa es saberlo y otra probarlo. Para investigar los hechos el Presidente convocó a 10 personalidades intachables para realizar la investigación. Se buscó la máxima objetividad, por lo tanto fueron llamados a participar representantes de todas las disciplinas y sectores, desde Ernesto Sábato al científico Gregorio Klimovsky , desde un médico como René Favaloro, hasta una periodista como Magdalena Ruiz Guiñazú, desde un Rabino como Marshall Meyer a un Obispo como Jaime de Nevares, entre tantos otros.

El decreto de creación tenía prevista la participación de representantes de la Cámara de Diputados y Senadores de la nación. La Cámara de diputados, con mayoría radical, aceptó. Los senadores, en su mayoría peronista, no aceptaron.

Por la Cámara de diputados, compartí la representación junto a Hugo Piucill y Horacio Huarte.

A la semana de iniciar su funcionamiento, el 29 de diciembre fue elegido presidente de la Conadep Ernesto Sábato por unanimidad.

¿ Cuánto tiempo funcionó la Conadep y cuál fue el resultado final de su investigación?

El Gobierno nos otorgó 6 meses de plazo, nosotros le pedimos 3 más. Nueve meses después, como si fuera un parto, le entregamos al presidente el resultado de nuestra búsqueda, que posibilitó posteriormente el Juicio a los Comandantes. La frialdad de los números es en éste caso, la mejor prueba del horror vivido. El 24 de setiembre de 1984, le entregamos al presidente 50.000 páginas, que registraron la existencia de 380 campos de concentración, 7.000 detenidos, testimonios de 1.500 sobrevivientes y la desaparición de 8.970 personas.

¿La investigación partió de cero?

No, Había un trabajo previo realizado por las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas y la Asamblea permanente de Derechos Humanos, entre otras.

¿Sólo se buscaron las pruebas en los campos de concentración?

No, también se investigó si hubo ingresos irregulares en las morgues, en los registros de las cárceles y las comisarías. Se escucharon los relatos de vecinos sobre los operativos nocturnos y los robos en las casas de los detenidos.

A la hora de investigar sitios tan aberrantes como la ESMA, La Perla, en Córdoba la Mansión Seré y el Olimpo, teníamos no sólo el testimonio de los sobrevivientes, sino hasta dibujos de cómo eran los lugares. Cada dato era analizado minuciosamente, desde el color de una ventana, hasta la figura de una Virgen en un rincón. La coincidencia con los testimonios los convirtieron en una prueba fehaciente.

Se buscó en cada una de las provincias argentinas, e incluso en España. No se escatimó esfuerzo, ni dinero.

¿Cuál fue la mayor dificultad?

Que no había nada, que nos encontramos con los documentos quemados e incluso, con los edificios dinamitados. A mí me pasó esto en campo de Mayo.

¿El contacto con el horror tuvo en usted consecuencias psicológicas?

En mí, no. Los integrantes de la comisión, que nos reuníamos todos los días sin excepción, estuvimos contenidos por Ernesto Sábato. Sábato, más allá de sus cualidades personales, su valentía, para nosotros era también un escudo. Puso su prestigio internacional, el conocimiento que de él se tenía en el mundo al servicio de esta lucha, y de esa manera también nos protegía a todos.

En cambio, los responsables de levantar los testimonios fueron los que más necesitaron y tuvieron apoyo psicológico permanente. Los relatos eran tan monstruosos que parecían no creíbles.

¿Usted temió por su seguridad personal o la de su familia?

Tuve miedo durante la dictadura, incluso cerré mi estudio jurídico en Trelew y me fui a administrar una chacra. Pero desde el primer instante en que comenzó a funcionar la Conadep, dejé de sentir miedo, porque siempre tuve la certeza de que iba a haber justicia. Y que había llegado el fin de las dictaduras.

Sin embargo eran muchas los pedidos de figuras de la política internacional que le pedían al presidente “que aflojara” porque estaba yendo demasiado lejos. Esa posibilidad no existía para nosotros.

¿Y los testigos?

Ellos sentían miedo y muy justificado. Porque cada vez que se acercaban para dar sus testimonios, les sacaban fotos, los filmaban y buscaban toda forma de amedrentarlos.

Muchos de esos testigos no tenían la certeza de que los militares se habían ido para siempre, temían que una vez más volvieran. Porque estaba vivo el levantamiento de Rico, los tanques de Alais , que nunca llegaron, señales de malestar en las fuerzas armadas, con generales que se negaban a obedecer órdenes de los jueces federales.

Para los sobrevivientes el volver a vivir la situación…

Para ellos fue volver al infierno. Fueron muy valientes.

En realidad todos los integrantes de la Comisión lo fueron.

Nunca olvidaré el día que fuimos con Magdalena a la ESMA. Su coraje, su decisión, y la su manera de manejarse ante la mirada de los militares.

Ella tenía un antecedente de sumo valor, fue la primer periodista argentina que entrevistó a las Madres de Plaza de Mayo.

¿Cuándo sintió que la Conadep había cumplido con su deber?

El 20 de setiembre de 1984 cuando le entregamos el informe completo al presidente y en la Plaza de Mayo había 80.000 personas. El acompañamiento de los miles de ciudadanos me trajo la convicción de que la sociedad argentina estaba diciendo “Nunca más”.