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Cuesta mucho volver atrás, en el tiempo y en la pareja

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

23 de Mayo de 2015 | 01:52

MIENTRAS SOMOS JOVENES, de Noah Baumbach.- Comedia dramática sobre una pareja de cuarentones que no define su rumbo. Los desencuentros familiares es un tema que recorre la obra de este guionista y realizador. Josh (Ben Stiller) y Cordelia (Naomi Watts) son dos artistas con temas pendientes. No tienen hijos ni quieren tenerlos y se aburren con esos amigos que sólo hablan del crío. Viven en medio de un desconcierto que no los deja crecer. Sus proyectos y su matrimonio no avanzan. Por eso se deslumbran (él más que ella) cuando conocen a una pareja de jóvenes lanzados, frescos, sin ataduras, llenos de ilusiones. Ven allí la chance de recuperar el fuego que han perdido. Pero cuesta revivir el amor. Y asumen los trazos superficiales de sus nuevos amigos. Se comportan como ellos. Pero no todo es como parece. Jamie, el muchacho, no es tan desinteresado y sincero. Y bueno detrás de la desilusión surgirá la chance de recrear la pareja desde otro lugar. El amor –nos dice- necesita mirar hacia adentro y no hacia afuera. La crisis los obligó a sincerarse. Es una comedia agridulce sobre manipuladores y hombres ambiciosos (ellas son más simple sy prácticas) que van ocupando lugares que no les pertenecen: Josh se mimetiza con Jamie, su amigo joven; pero Jamie usurpa ideas y lugares en su trepada. Hay toques de humor, otra buena labor de Naomi Watts, y algunas jugosas réplicas. Todos alguna vez soñamos son ser otros, nos recuerda Baumbach. Pero detrás de esos falsos espejos suelen surgir las grietas que no queremos ver. La identidad, el paso del tiempo, el desgaste del amor y las dudas del artista colorean esta fábula simpática. (*** BUENA)

VENGANZ A Y SANGRE

CENIZAS DEL PASADO de Jeremy Saulnier.- Cine independiente, áspero, sin grandes nombres, con personajes taimados y un tema muy trillado: Dwight vive en su descascarado auto. Es un marginal. Se mete en casas ajenas para bañarse y la policía le tiene compasión. No es peligroso. Pero un día le informan que el asesino que mató a sus padres (y a él le cambió la vida) acaba de ser liberado por un juez (los jueces benévolos están de moda). Entonces la vida sin sentido de Dwight tendrá por fin un objetivo: matar ese asesino y vengarse. Pero, como se sabe, a la violencia es más fácil desencadenarla que detenerla. Aparecen otros vengadores en escena y la trama se espesa y se llena de sangre. El film va más allá de los enfrentamientos. Dwight es un antihéroe sin destreza. No es como los otros justicieros de cine. La venganza no está al alcance de cualquiera. Desde este personaje el film cuestiona la ligereza de una justicia que sin querer termina estimulando la violencia. Habla de la soledad que genera el dolor y va hacia atrás para contarnos que el drama viene de lejos y que incluso se potencia por una triste historia de amor que desnuda el odio entre dos familias. Relato seco, implacable, con algunos buenos momentos, pero ni su contenido ni su mirada aportan algo nuevo. (***BUENA).

HOJAS DE OTOÑO

TOKIO, de Maximiliano Gutiérrez.- Ella está sola y triste. Es su noche de cumpleaños. Se cita con un amigo en un bar para escuchar jazz. Pero como el amigo no puede ir, ella al final aceptará la charla del pianista del lugar, otro solitario. Y entre los dos, favorecidos por un inesperado corte de luz (a veces la crisis ayuda) se encargarán de darle algún sentido y alguna esperanza a sus vidas, entrecruzadas de pérdidas, desilusiones, olvidos y silencios. La estructura teatral del film deja que todo descanse sobre las espaldas de estos dos buenos actores que poco pueden hacer ante un libro que no les deja desplegar otros matices. Es un relato pobre, no porque sea chiquito, sino porque no encuentra hallazgos ni detalles que dejen ver algo más. Aunque hay que agradecerle que no es meloso ni condescendiente. Pero, ni el clima romántico de la puesta (con sus velas, sus decorados, su música) logra sostener esta historia mínima que es, más que una puerta abierta hacia una segunda oportunidad, una ocasión para mejorar el día día con algo que empieza a ser. Ya a lo dice Mario Clavell en su inolvidable bolero que recorre el film: “somos dos hojas que el viento/ juntó en el otoño”. (** ½).

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