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Marte Hacia allá vamos

El Congreso Internacional de Astronáutica reunió a las principales agencias espaciales del mundo y cerró esta semana con una conclusión impactante: los humanos podrían viajar al planeta rojo a partir de 2022. Cómo es el plan para colonizar suelo marciano y qué opinan los expertos locales que siguen el proyecto

Por Facundo Bañez

2 de Octubre de 2016 | 02:18

No es ciencia ficción. O sí, pero como toda ciencia ficción lúcida y genuina parece estar a un paso de hacerse realidad. Y no es metáfora: a casi medio siglo de que el hombre pisara por primera vez suelo lunar, un 20 de julio de 1969, el sueño inagotable y humano de poner el pie más allá de la Tierra resurge ahora con un plan que tiene fecha de concreción y un objetivo que aviva las más remotas de las fantasías literarias: viajar a Marte en 2022 y empezar a colonizar, como en un éxodo apocalíptico e interplanetario, sus desérticos y primitivos valles de polvo y cielos nacarados.

El mecenas de esta aventura futurista es Elon Musk, el empresario de 45 años devenido en uno de los mayores gurús del momento tras crear los autos eléctricos Tesla y fundar, entre muchísimas otras cosas, la imparable y ambiciosa Space X, una empresa de transporte aeroespacial que se encarga de llevar material al espacio para la NASA.

Para muchos, Elon Musk es un visionario cuya aura extravagante e impenitente se compara con la que suele rodear a las estrellas de rock. Otros prefieren ser cautos y esperar los primeros viajes sin tripulantes antes de dar su veredicto. En lo que todos coinciden, queda claro, es que el magnético Elon Musk es a esta altura una verdadera celebrity de la ciencia.

 

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Esta semana, en el 67 Congreso Internacional de Astronáutica que se llevó a cabo en Guadalajara y que reunió a 4 mil empresarios, científicos de 78 países y los responsables de las principales agencias espaciales del mundo, Musk fue uno de los oradores más esperados y su conferencia sobre los futuros viajes al planeta rojo, llamada “Haciendo a los humanos una especie interplanetaria”, logró sacudir el tablero de las ciencias astronómicas y los viajes espaciales.

“La nave transportaría entre 100 y 200 personas cada 26 meses”, vaticinó ante una multitud estupefacta. Y precisó: “El sueño de conquistar Marte será posible con una comunidad autosostenible de no menos de un millón de personas, un reto que llevaría entre 40 y 100 años con una flota de mil naves interplanetarias”.

Lo que bien podría ser un argumento de Asimov o Clarke fue en realidad la explicación más esperada por los cientos de técnicos que asistieron al congreso. Entre ellos estaba Pablo de León, un diseñador de trajes espaciales nacido en Cañuelas y responsable del proyecto de la NASA para crear el primer hábitat de prototipo donde vivirán los astronautas que viajen a tierras rojas. Destacado ingeniero aeroespacial y apasionado por lo que encierran las galaxias, Pablo analiza tras asistir a la conferencia de Musk: “Desde el punto de vista técnico lo puede lograr en el tiempo que indicó. Muchos dijeron que estaba loco, pero lo cierto es que hasta ahora cumplió con todo lo que dijo que iba a hacer. Se que esto parece ciencia ficción, pero es real y está comenzando a pasar”.

Pablo comenzó a construir y lanzar cohetes modelo cuando tenía nueve años pero supo que el espacio sería su vida con apenas cinco: la tarde mágica y abismal que el hombre llegó a la Luna. El congreso que acaba de vivir en México -que ofreció miles de presentaciones más allá de la de Musk- le devolvió parte de esos retazos felices de la infancia y su pasión sideral: estuvo con Buzz Aldrin, el segundo hombre en caminar sobre la Luna durante el Apollo 11. También se encontró con Sergei Krikalev, el cosmonauta ruso que quedó varado en órbita cuando se terminó la Unión Soviética y que debió esperar un total de 803 días, 9 horas y 39 minutos a que lo fueran a buscar. Fue tanto el tiempo de Krikalev en el espacio que, según la teoría de la relatividad, logró viajar 1/48 parte de segundo en el futuro. Como si fuera ciencia ficción. Pero real. Tan real como lo son ahora, según Pablo, las nuevas cuestiones que la conquista del planeta rojo nos plantea y la pregunta que afloró como una espina tras finalizar el congreso: ¿qué derechos tiene una empresa privada a plantar bandera en otros suelos del Sistema Solar?

“Los cuerpos celestes son patrimonio común de la humanidad -explica Pablo-. Esto quiere decir que ninguna nación puede apropiarse de un planeta, o de un asteroide. Pero los acuerdos internacionales no dicen nada de una empresa privada apropiándose de un planeta, porque cuando estos tratados se hicieron esa posibilidad no era más que ciencia ficción”.

 

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Pablo de León no es el único argentino apasionado por los desafíos que plantea Musk y su quimera de peregrinar el espacio. Su amigo Diego Bagú, astrónomo de la Universidad local, es otro de los que se toman en serio los planes de Space X y se ocupa de seguir sus avances y divulgarlos desde el Planetario de La Plata. “Tengamos en cuenta que el viaje tripulado a Marte es algo que verá nuestra generación -explica Bagú-, y representará cuando ocurra lo más grande que haya hecho el hombre en su historia”.

La opinión del astrónomo platense va mucho más allá de las ambiciones de Musk. Se cumpla o no la palabra del millonario nacido en Pretoria, los viajes tripulados a Marte son una realidad que la NASA piensa cumplir antes del 2030.

“Es similar a lo que sucedió hace 500 años cuando Cristobal Colón salió del Puerto de Palos -declaró de León-. La complejidad de esta misión es comparable a ese viaje: el espacio es el nuevo océano que estamos aprendiendo a cruzar. Y como Colón y su tripulación no podían prever lo importante que iba a ser América, yo creo que nosotros hoy no nos podemos imaginar la importancia que va tener el espacio en la vida de nuestros descendientes”.

El año pasado, en una charla organizada por el Planetario porteño, el cosmonauta y actual director de la NASA Charles Bolden volvió a confirmar que la posibilidad de pisar suelo marciano está cada vez más cerca. “Hay dos planetas que son similares a la Tierra -explicó Bolden-: Martes y Venus, y vemos que Marte es muy parecido a la Tierra porque hay síntomas de que hubo actividad en el agua, y es en ese punto cuando desde la astrofísica nos hacemos la pregunta inevitable: ¿cómo se formó la galaxia?”.

Esa pregunta, según el cosmonauta, fue lo que llevó a la NASA a estudiar los asteroides Ceres y Vesta y al planeta Plutón, que está en el borde de la galaxia. Entonces surgió la otra pregunta fundamental e ineludible para todo aquel que mira hacia el cielo y su infinito: ¿estamos solos? “No lo sabemos todavía -responde el director de la NASA-, pero podemos pensar en el futuro que Marte puede sostener alguna forma de vida. Lo venimos estudiando con satélites durante años, y sabemos que su radiación no va a matar a la gente que viaje desde la Tierra”.

 

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Y en el principio no hubo nada. O casi, porque lo que aparece como un mundo inhóspito en el que los humanos tendrán que llevar trajes para salir al exterior y vivir en módulos presurizados, se presenta para Musk como un paisaje que tal vez valga la pena cambiar. Ya antes de que se organizara el congreso de Guadalajara, el creador de los autos Tesla había declarado que la forma más rápida de calentar el planeta rojo -y así hacerlo habitable para la especie humana- sería lanzando bombas termonucleares en los dos polos marcianos. ¿Por qué queremos ir a Marte si es inhabitable?, le preguntaron a Musk. La respuesta fue clara: “Lo será al principio. Y habrá muchos que mueran en el intento, por supuesto. Pero nadie dijo que colonizar un planeta sea algo sencillo”.

En su última conferencia, el magnate sudafricano precisó que el costo estimado para llevar una persona al planeta más visitado por la ciencia ficción ronda los 8.900 millones de dólares, pero que el reto de su empresa es disminuirlo en el tiempo y llevarlo “al costo promedio de una casa en Estados Unidos”.

Hay un punto en el que la línea entre fantasía y complejidad científica tal vez se vuelva demasiado difusa e inaccesible para los que vamos por la Tierra de a pie. Y si bien la conquista espacial fue el tema por excelencia de la ciencia ficción, las nuevas generaciones, coinciden los expertos, deberán asumirlo y encararlo del mismo modo que los pueblos antiguos descubrieron y conquistaron tierras que alguna vez, hace ya siglos, fueron vírgenes y desconocidas.

“La idea es que el sistema de transporte brinde en el tiempo más facilidad a quien quiera ir a Marte y ser parte de la fundación de una nueva civilización”, explicó Musk, y aclaró como si fuese el personaje benévolo de una trama interplanetaria: “Quien desee volver a la Tierra podrá hacerlo de manera gratuita”.

La primera fase del proyecto, explicó, serán dos misiones no tripuladas que aterrizarán en Marte en 2018 y 2020 para buscar zonas donde pueda abundar el agua y estudiar en qué lugares será mejor realizar el amartizaje con tripulación dos años después, en el 22.

¿La ficción se hace ciencia y se vuelve realidad? La lista de autores que imaginaron vida en el planeta rojo es enorme y prodigiosa en imaginación, desde la utópica y socialista Aelita , de Alexéi Tolstoi, hasta la inquietante y distópica Tiempo de Marte , de Philip K. Dick. Pero sin duda que pocas obras literarias calaron tanto en nuestra cultura como lo hicieron las geniales Crónicas Marcianas de Bradbury, ese genio que solía hablar del futuro como si lo hiciera del pasado y que describía la vida en otro planeta con la nostalgia de una infancia perdida y terrenal. Profético y literario, el narrador de Illinois eligió abrir sus crónicas con un epígrafe del que se extrae una frase de verdad emotiva y epigramática: “Los viajes interplanetarios nos han devuelto a la infancia”.

De chico, en su Sudáfrica natal, cuentan que Elon Musk solía devorar relatos de Asimov y Bradbury. Ahora, mucho tiempo después, planea convertirse en el protagonista de su propia aventura marciana. Pero no sólo Marte se vislumbra en su horizonte. Una vez conquistadas estas tierras de tono carmesí, ya dijo que pretende llevar su nave a cualquier otro lugar del Sistema Solar, incluidas lunas como Europa o Encélado y hasta planetas como Júpiter. Los destinos del hombre parecen inagotables. El sueño que los alimenta, también.

“El sueño de conquistar Marte será posible con una comunidad autosostenible de no menos de un millón de personas, un reto que llevaría entre 40 y 100 años con una flota de mil naves interplanetarias”

Elon Musk

Empresario devenido en uno de los mayores gurús del momento tras crear los autos eléctricos Tesla y fundar, entre muchísimas otras cosas, la ambiciosa empresa de transporte aeroespacial Space X

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