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La Ciudad |MOTOQUEROS

Nuevas paradas y aún más violentos

En Control Urbano admiten que las bandas motorizadas que circulan por La Plata cambiaron algunos circuitos céntricos y que, en muchos casos, andan armadas. La muerte de un hombre de 40 años en 2009 y la nena que en febrero pasado terminó hospitalizada por un ataque motoquero, hasta el momento, no bastaron para erradicarlas

Nuevas paradas y aún más violentos

La Comuna secuestra todos los meses un promedio de 300 motos de las calles platenses, de las cuales cerca del 80% son retiradas por sus dueños para ponerlas nuevamente en circulación

20 de Noviembre de 2011 | 00:00

Al principio fue el paseo del Bosque y la avenida Circunvalación. Pero fue sólo al principio. Con el correr del tiempo, los espacios que frecuentaban comenzaron a ampliarse y, al ritmo de los estruendos que provocaban con sus caños de escape preparados, se empezaron a oír las quejas en zonas como Tolosa, Meridiano V, Ringuelet, Los Hornos y hasta Melchor Romero. Ahora, casi cinco años después de aquellas primeras y explosivas andadas, los motoqueros no sólo siguen firmes en ciertos sectores del Bosque, algunos tramos de la 72 o en los alrededores de la propia jefatura policial, sino que también se adueñaron de paradas fijas como la de 11 y 55 para hacer sonar sus motores en pleno centro y a la vista de todos.

Mientras los operativos comunales se repiten y la Policía no parece haber dado aún con la clave que erradique definitivamente la presencia de motoqueros en la Ciudad, lo que se suele contar mediante el relato de hechos violentos también puede explicarse a través de los números: todos los meses, la Comuna secuestra un promedio de 300 motos de las calles platenses, de las cuales cerca del 80% son retiradas por sus dueños para ponerlas nuevamente en circulación. En el playón que la Subsecretaría de Control Urbano tiene en 20 y 50, incluso, hay más de mil caños de escape de motos decomisados por estar preparados para provocar explosiones. La pregunta, entonces, surge sola: ¿por qué los motoqueros siguen diciendo presente?

Para Ignacio Martínez, subsecretario de Control Urbano, "a partir de los controles ya no se observan grandes grupos de motociclistas, como ocurría antes. Ahora se dividen en pequeños grupos de cuatro o cinco. Pero es cierto que en algunos casos se volvieron más agresivos y que incluso suelen andar armados. Nosotros podemos atacar una contravención, como lo son andar sin casco o no respetar las normas de tránsito, pero acá hay que entender que estamos ante hechos delictivos que superan la órbita municipal".

Lo que dice el funcionario se evidencia con un sinfín de ejemplos. Los ruidos molestos no son la única consecuencia del accionar de estos grupos. En su paso violento por las calles de la Ciudad los motoqueros violan una enorme cantidad de normas de tránsito: exceden las velocidades permitidas, cruzan los semáforos con luz roja, giran en "u" o a la izquierda y circulan a contramano.

La modalidad, se sabe, se desarrolla durante los jueves y domingos a la noche, haciendo sonar los caños de escape con estruendosas explosiones y, en más de una ocasión, protagonizando actos vandálicos que van desde roturas de autos hasta piedrazos contra negocios. En este último tiempo, sin embargo, el raíd motoquero parece haber ampliado su agenda y sumó también las noches de algunos martes y viernes a su clásico accionar.

NUEVAS PARADAS

Además de un accionar más agresivo y de una presencia más frecuente en las calles de la Ciudad, otra de las cosas que preocupa por estas horas a las autoridades comunales tiene que ver con la aparición de nuevas paradas dentro del circuito motoquero. En los últimos meses, el fenómeno que mezcla picadas en la vía pública, ruidos amplificados y vandalismo desembarcó en las narices mismas de la Jefatura de Policía bonaerense y "tomó" la cuadra de 53 entre 1 y 2. La apropiación, relatan quienes viven en la zona, implica no sólo copar esos cien metros con un desfile incesante de motos sino cerrarlos, atravesando autos en la calzada. De este modo, la mano descendente de 53 oficia como pista de carreras y la ascendente como estacionamiento y boxes.

Clic para ampliarPero no es el único punto donde la presencia motoquera se hace sentir. De un tiempo a esta parte, el cruce de las calles 11 y 55 -a tan sólo una cuadra y media del palacio municipal- se convirtió en una parada obligada para decenas de motoqueros que concurren al boliche que funciona en esa esquina y que dejan sus motos estacionadas sobre la plazoletita que divide la calle 11 de la diagonal 73.

"De noche toda esta zona se convirtió en tierra de nadie -asegura Norma G., una vecina de diagonal 73 entre 55 y 56-. Es mentira que los motoqueros salen sólo los martes y jueves. Cualquiera que pase por acá un sábado a la noche o domingo a la madrugada, va a ver el descontrol de motoqueros que es 11 y 55. No sólo hacen explotar los motores, también tiran botellazos contra las casas y los negocios sin que aparezca jamás una sola autoridad. Ni la policía ni los inspectores municipales. Nadie. En este barrio los motoqueros hacen lo que quieren desde hace meses".

Para un policía que participó en varios de los últimos procedimientos de control, el de los motoqueros no deja de resultar "un fenómeno extraño", dado que, según argumenta, "salen sólo con la idea de causar problemas. Las denuncias hablan de ventanillas o parabrisas estallados y de vidrieras rotas, pero en ningún caso se menciona el robo como motivo de los ataques. La idea es romper por el sólo hecho de romper".

Además de las picadas, los desmanes o la rotura de autos y vidrieras, los motoqueros también son causantes de varios hechos que llenaron las páginas policiales. El más grave fue la muerte de Diego Sconza, en mayo de 2009. El músico y mecánico de 40 años, que vivía en Berisso, fue atropellado por unos 20 motociclistas mientras estaba detenido en el semáforo de 7 y 46. Otro episodio serio ocurrió en febrero pasado, cuando en la avenida 72 se llevaron por delante un auto que estaba detenido en el semáforo con una familia a bordo, y una nena de dos años debió ser internada. Ninguno de esos terribles hechos, sin embargo, parecen haber bastado para ponerle un punto final a la presencia de motoqueros en la Ciudad.

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