Hadas madrinas de la Región para chicos de zonas críticas

Conocer la Argentina profunda durante un viaje de placer puede provocar un fuerte cambio en la mirada que se tiene sobre la realidad. Es un dato corroborado por muchas historias personales. Una de ellas se escribe en Ensenada y la protagoniza Lorena Gómez. En el 2000, la comerciante de la ciudad ribereña fue a conocer Misiones, y en Oberá quedó impactada por la paupérrima forma de vida de los niños, que incluía las condiciones en que debían educarse. Once años más tarde encabeza la Asociación Presente, que ya apadrina a cinco escuelas del norte del país.

Lo primero que hizo Lorena al regresar de Misiones fue asociarse a Apaer (Asociación Civil de Padrinos de Alumnos y Escuelas Rurales), donde le asignaron un colegio de Neuquén y otro de Mendoza. Pero la experiencia misionera había calado muy hondo en el espíritu de la mujer ensenadense, y sentía que podía y debía hacer mucho más. "En esas provincias hay problemas, pero, ni de lejos, de la magnitud que yo había visto. Empecé a interiorizarme, a estudiar el tema, y pedí que me asignaran una escuela de Santiago del Estero", recuerda.

Se convirtió entonces en la "protectora" de la Escuela N° 460 de Atamisqui, situada en medio del monte central, allí donde "los chicos tenían que aprender en aulas sin techo y partir los lápices por la mitad para que alcanzaran para todos", pese a que eran 40 los que concurrían a clase.

Fue el punto de partida de un largo camino. Hoy, la Asociación Presente está "a un paso" de conseguir la personería jurídica y -como se dijo- ya apadrina a cinco establecimientos. Cuenta con 17 socios y decenas de particulares y comerciantes de la Región que cooperan para que en cada viaje anual que realizan Lorena y otros colaboradores, el camión lleve todo lo que necesitan en pueblos "aislados y pobrísimos" como Sumampa (donde este año se encontraron con el edificio a punto de derrumbarse), La Paloma, Codo Viejo y Puesto Rosario.

"Se ven cosas que acá son inimaginables. En algunos lugares viven como en el medioevo", grafica Lorena Gómez, y describe: "Hay chiquitos que sufren convulsiones crónicas porque no tienen con qué bajar una fiebre. El hospital está a 30 kilómetros y casi no existen postas sanitarias. Y donde las hay, no cuentan con lo mínimo indispensable". "Una chica murió por una apendicitis porque no llegó al hospital, pues la debieron llevar en carro", relató.

"NO HAY TERMOMETROS"

Los viajes a Santiago los suelen realizar en vacaciones de invierno. Y Lorena siempre va acompañada -entre otros- por sus hijos adolescentes, quienes la ayudan en la tareas. En el de este año "salió un camión con acoplado, ya que nos donaron 25 bicicletas para los chicos de un colegio; es que todos deben recorrer grandes distancias para ir a clase".

Pero el problema de la salud y el de la falta de agua potable son los que hoy desvelan a la vecina de Ensenada. "Queremos llevar un termómetro, un nebulizador, un tensiómetro y un botiquín completo a cada una de las escuelas. Es lo que más nos piden. Ropa hemos llevado en grandes cantidades. Y los materiales escolares los vamos completando en cada viaje", dice.

Ahora bien, ¿qué es apadrinar una escuela? "De algún modo, hacerte cargo de lo que no se hace cargo el Estado", dispara Lorena, quien cuenta cosas increíbles con la calma, e incluso la sonrisa, que suelen tener aquellos que dedican su vida a ayudar a los otros. "Muchos niños viven con sus abuelos, porque los padres se vienen para acá a trabajar. Llevan una vida durísima. Se levantan a las cinco a cortar leña, luego llevan los animalitos al espejo de agua, y recién después van a clase. Tienen manos curtidas, tanto que les cuesta una enormidad aprender a manejar el lápiz. Y no cuentan con ejercicio previo porque no hay jardines de infantes; recién ahora pusieron uno", resalta.

No obstante, hoy por hoy tienen tres motivos más para enorgullecerse y recargar fuerzas para seguir adelante. "Este año, por primera vez, terminaron el secundario tres chicas de la Escuela 460 -distante a unos 10 kilómetros de la primaria, atravesando el monte-. Una quiere ser maestra, otra policía y la restante enfermera. Tenemos que conseguirles becas, y bicicletas... porque el terciario queda a 20 kilómetros", piensa Lorena.

SIN AGUA, SIN LUZ

El agua es otro tema central. "La juntan en aljibes. Es agua de lluvia que van acumulando. Por lo demás, cuentan con una canilla comunitaria a 10 cuadras de los ranchos de adobe". "El año pasado viajamos con profesionales de la facultad de Ciencias Exactas (de la UNLP) para que hagan un estudio, pero dijeron que la zona es un salitral. Habrá que buscar otras variantes", reflexiona.

Carne secándose mientras cuelga de un techo y vinchucas que se ven a simple vista -por más que "nadie habla del tema del Chagas, como si fuese tabú"- se van mezclando con bicis nuevas, útiles escolares impecables, ropa, agua envasada, pupitres, pizarrones, guardapolvos blanquísimos, banderas argentinas para los mástiles, estufas, ventiladores. "Ahora queremos construirles baños con duchas y talleres de costura y marroquinería. Y conseguir una trabajadora social que nos ayude a elaborar los proyectos, porque nosotros somos voluntarios", señala Lorena Gómez.

¿La gente los apoya? "Cada vez más. Una vecina que tiene zapatería, antes de cada viaje me pide la lista de chicos y les envía calzado nuevo a todos -ejemplifica-. Pero queremos seguir creciendo, extendernos. Esto recién comienza", remata Lorena, y deja dos números para aquellos que quieran sumar: 4602197 y 02215449109.