Otra vez el país mira hacia Córdoba

IMAGEN DEL CORDOBAZO, EL 29 DE MAYO DE 1969, HACE CASI 45 AÑOS

¿Es casual que el brote de violencia y la ola de saqueos se haya producido en Córdoba? Rica, pujante, vanguardista, esa provincia siempre ha sido, también, cuna de tensiones sociales. Muchas de ellas han provocado cimbronazos institucionales y otras han derivado en movimientos transformadores.

La Reforma Universitaria de 1918 fue el desenlace de un movimiento nacido en esa provincia. El Cordobazo, en el 69, fue el detonante de la caída de Onganía y abrió el cauce para el retorno de la democracia cuatro años después. Se produjo luego (en marzo del 71) el “viborazo”, una fuerte reacción contra el interventor de la provincia, Camilo Uriburu, que había hablado de una “víbora venenosa” que supuestamente anidaba en el entramado social cordobés.

¿Se mezclaron la delincuencia común y el oportunismo de gente dispuesta a sacar tajada en medio del caos y la revuelta?

Sería apresurado -por supuesto- ubicar a los hechos de las últimas horas en una misma línea histórica con los antecedentes mencionados. Desde luego, tampoco pueden establecerse comparaciones. Los contextos políticos, sociales e institucionales en los que se produjeron aquellos cimbronazos nada tienen que ver con la Argentina actual. Todavía no hay elementos suficientes para analizar en profundidad lo que ocurrió este martes en Córdoba. Hubo una mezcla de rebelión policial con desbande social que, en pocas horas, convirtió a la segunda ciudad del país en un escenario de descontrol y “vale todo” que, evidentemente, expresa algo más complejo de lo que se puede ver a simple vista. A esta altura, discutir si se pidió o no se pidió el envío de Gendarmería es un debate estéril. Lo que habrá que ver es cómo se llegó a un desborde de tamaña proporción y analizar si estas circunstancias no encienden una luz de alerta sobre situaciones que exceden a la geografía cordobesa.

SIN RESPUESTAS

Por lo pronto, los hechos dejan interrogantes que aún no han encontrado respuestas. ¿Hubo una reacción espontánea? ¿Se mezclaron la delincuencia común y el oportunismo de gente dispuesta a sacar tajada en medio del caos y la revuelta? ¿Qué fue lo que encendió la mecha? ¿Cómo se sincronizaron el acuartelamiento policial y los saqueos? ¿Hubo, detrás del caos, un intento desestabilizador?

Las imágenes muestran algunos datos llamativos. Muchos de los protagonistas de los saqueos se movían en motos de alta cilindrada y en camionetas, con las caras cubiertas y una aparente coordinación. Tomaron por asalto grandes comercios de los que se llevaban desde motos hasta televisores, descartando -por ejemplo- alimentos de primera necesidad. ¿Era gente desesperada? El mismo gobierno cordobés ha sido muy cauteloso a la hora de hacer evaluaciones y diagnósticos.

Lo que seguramente no se puede hacer es minimizar lo sucedido. Murieron dos personas (un joven de 20 años y un anciano de 85). Podrían haber sido muchos más, porque Córdoba fue durante muchas horas tierra de nadie, gobernada por la violencia.

PERSPECTIVA

Los saqueos remiten a tiempos muy traumáticos y dolorosos de la Argentina; expresan una cultura que evidentemente combina factores complejos y diversos. Que el epicentro, esta vez, haya sido una provincia con gran desarrollo industrial y agropecuario y, al mismo tiempo, con antecedentes históricos de convulsión social, política y sindical, no es un dato que pueda ser soslayado.

Poner estos hechos en perspectiva resulta evidentemente difícil cuando ni siquiera se sabe todavía si la situación está definitivamente superada. Pero no puede descartarse que Córdoba haya mostrado una tensión subterránea que también podría estar latiendo en otras zonas del país. Tampoco puede ignorarse que todo esto ha sucedido mientras el gobierno de Córdoba mantiene un enfrentamiento con la administración nacional.

Lo cierto es que entre el martes y la madrugada del miércoles se ha producido otra tragedia en la Argentina. No entender que alberga un fuerte llamado de atención, podría resultar peligroso. Hubo una mezcla de rebelión policial con desbande social que, en pocas horas, convirtió a la segunda ciudad del país en un escenario de descontrol

Hubo una mezcla rebelión policial con desbande social que, en pocas horas, convirtió a la segunda ciudad del país en un escenario de descontrol

Seguramente hay factores locales y manejos puntuales de la situación que han incidido en el curso de los acontecimientos. Pero aún cuando esos elementos deberán ser examinados, también es evidente que este brote de violencia excede de alguna forma a Córdoba, como excedía a Córdoba aquella reacción del 69 o, más atrás, aquel movimiento del 18. Quizá en ese punto sí pueda insinuarse una comparación, sin que esto suponga mezclar peras con elefantes.

Dicho de otro modo, esta es una crisis que se produjo en Córdoba y que seguramente tiene ingredientes “cordobeses”. Pero no es un problema de Córdoba; no es un problema de “otros”. Es, otra vez, el drama de la Argentina. Otra vez, las muertes que no deberían producirse y la violencia que deja a todos perplejos.