Pablo y Jorge, protagonistas de un honor compartido

“¿Van a tironear del mástil para ver quién se queda con la bandera?”. “No. Se comparte”, responde, con tono enfático, Pablo Ariel Jofre (16). Y es que el joven es uno de los dos abanderados de la Secundaria 71, un honor que -como él define- comparte con su compañero de 5° 1° Jorge Ariel Gómez (17). Ambos tienen 8,09 de promedio. Y un amor por la institución que sería el sueño de todo directivo o docente.

“¿Competencia? Acá la competencia no existe. Sólo la ayuda y el compañerismo”, afirma Jorge, y Pablo asiente con la cabeza. Y “acá” es la escuela, donde “uno se encariña con los compañeros, los profesores, preceptores y directivos. Hay un ambiente tal que es imposible no sentirse cómodo. Te sentís parte...”, dicen los abanderados.

La Secundaria 71 crea ese sentido de pertenencia -según relatan los propios chicos- pese a que funciona íntegramente dentro del edificio de una Primaria, la N° 55 de 62 y 28. Pero una ‘postal’ de lo que narran Pablo y Jorge es la que ilustra a la institución como referente de la Región en materia de integración escolar.

Pablo conoce bien el lugar. “Empecé en 5° grado de la primaria y me quedé”, dice. Jorge, por su parte, lo conoció más tarde, pero asevera que “me cambió por completo”, para explicar que vive en Olmos y que hasta 3° año fue a un colegio de Los Hornos. “Llegué aquí de la mano de mi hermana y mi prima”, acota.

Los dos coinciden en que no le dedican largas horas al estudio. Pero, sonriendo tras la ‘confesión’, comentan que ni bien llegan a sus casas, almuerzan y vuelven a los libros hasta terminar la tarea.

Luego, más lejos de apuntes y carpetas, Pablo le dedica tiempo al fútbol. Juega en la octava división del Centro de Fomento Los Hornos. No obstante, no piensa su futuro en clave deportiva. “Me gusta mucho el dibujo, de modo que tengo pensado seguir estudiando en Bellas Artes, aunque no descarto Arquitectura”, señala el respetuoso y un tanto tímido adolescente, hijo del empleado municipal Gustavo y de Agustina, y hermano de Sebas y Ayelén, ambos mayores que él.

Jorge Ariel vive con su padre Jorge y su mamá Analía. Tiene dos hermanas y “un hermanito”. “Yo no hago deporte. Me gusta la computación y voy a un curso una vez por semana. ¿El día de mañana? Voy a hacer la tecnicatura en Seguridad e Higiene”, anticipa.

Ninguno duda en afirmar que “compartir la bandera está bueno, muy bueno”. “Es mejor porque fomenta el compañerismo, y mucho”, subraya Pablo.

En el aula también comparten saberes. “El es bueno en Matemática y si no entiendo algo enseguida me lo explica”, remata Pablo, quien para Jorge es “un excelente compañero”. Dos ejemplos.