Gimnasia sufrió un duro tropezón

PEREYRA, EN EL PISO, TRATA DE EVITAR QUE ALVARADO LO PISE. EL LOBO CAYO EN EL GASOMETRO

COMENTARIO
Por NICOLAS NARDINI

Gimnasia mostró la peor cara de su juego. El plan ideado por Troglio para desarticular el fútbol de San Lorenzo no funcionó y la diferencia de jerarquía individual entre uno de los planteles más ricos del fútbol argentino y este Lobo que mantiene la base de la temporada pasada fue demoledora.

La única manera que tenían los albiazules para contrarrestar la evidente superioridad técnica de uno de los candidatos al título era cortar el circuito de juego local. Pero esto nunca ocurrió. San Lorenzo superó a Gimnasia por los costados y también por el centro. El dueño de casa, con el 3 a 0, le hizo precio a un Lobo inexpresivo, que no supo achicar espacios y que hizo todo para que los de Boedo se sintieran a gusto. El elenco tripero nunca fue un bloque uniforme. Las distancias, tanto a lo largo como a lo ancho del campo, fueron aprovechados de principio a fin por un adversario que derrochó fútbol y vértigo.

LOBO ARRASADO

Gimnasia se vio arrasado por San Lorenzo en los primeros 35 minutos de juego. Al Lobo le costó ese tiempo hacer pie en un campo manejado por el dueño de casa a gusto y placer. El Lobo corrió siempre detrás de la pelota, manejada con criterio por un adversario más voluminoso en la tenencia del esférico y mucho más veloz en todos los aspectos del juego.

Los de Pedro Troglio se vieron en todas las facetas del juego. No se vio, en el capítulo inicial, esa telaraña táctica que suele incomodar a los rivales de turno de cuadro mens sana. La primera media hora de juego hizo recordar aquella fatídica noche tripera en Rosario, cuando el Lobo fue desdibujado por completo por Newell’s. La historia se pareció bastante.

El equipo tuvo problemas serios para contrarrestar el juego azulgrana. Los de Pizzi mandaban a los laterales al ataque -los volantes, así, fueron víctimas del 2-1 en forma constante- y el ancho de la cancha fue una trampa letal para el Lobo.

Por si eso fuese poco, el tridente creativo local, más ágil y veloz que la última línea visitante, hizo estragos cuando apostó por la aceleración. De hecho, así llegó el gol que marcó un punto de inflexión en el trámite. La genial acción de Verón, que rompió al fondo mens sana y dejó a Piatti cara a cara con Monetti para decretar el 1 a 0 parcial acabó con los planes de Gimnasia. En ese mismo momento se le hizo casi imposible al Lobo hacer pie.

Sólo un atisbo de reacción en los últimos diez minutos de la primera parte le permitieron a Gimnasia soñar con una hipotética reacción que, en realidad, quedó en un simple amago. La remontada nunca llegó y el equipo sufrió el partido hasta el final.

GOLPE LETAL

Cuando se estaba armando el segundo tiempo, llegó un rápido impacto de los de Boedo. Alvarado se vistió de Beckenbauer y en una acción notable, trabó por dos veces, se llevó un balón suelto y, entrando al área, definió tras un último recorte cual si fuera el extraordinario Kaiser germano. Estaba claro, al Lobo no le salía ninguna y al Ciclón todas.

El Lobo se cayó por completo. La supremacía de San Lorenzo tomó ribetes de estrépito, llegó el tercero y, luego, no vinieron más por los reflejos de un Monetti que cada día hace más méritos para ser nominado, posiblemente, como el mejor arquero en la actualidad del fútbol argentino.

Y a sabiendas de que dar vuelta o empardar la historia resultaban empresas de imposible concreción, el DT optó por frenar la sangría, puso a Miloc para colaborar en la contención y evitó una goleada que pudo haber sido mucho más dolorosa para las huestes triperas.

Gimnasia volvió a caer de visita. Lo hizo ante un rival netamente superior en lo colectivo y en lo individual. Sin atenuantes. Sin lugar para las excusas. Jugó muy mal y su adversario lo hizo muy bien. La enseñanza que puede dejarle este nuevo cachetazo es que contra los equipos de punta debe encontrar un plan alternativo, si la idea es no volver a sufrir por esto de correr detrás de la pelota sin encontrarla casi nunca.

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