Entre el paro y el miedo cotidiano

La anterior estuvo cortada por el feriado del 2 de abril. Esta por el paro nacional. La que empieza por Semana Santa. Encontrar una semana “completa” en Argentina se ha convertido en una rareza.

Paros, feriados y asuetos marcan el ritmo de los calendarios educativos, laborales y productivos del país.

Esta fue la semana del paro. El paisaje del jueves, en La Plata y en el resto del país, fue de parálisis casi total. Ciudades semidesiertas, autopistas vacías, escuelas sin clases, persianas bajas en muchos comercios... ¿Todo fue por adhesión al paro? No, fue evidente que el acatamiento a la medida de fuerza registró altísimos niveles en muchas actividades, sobre todo en el transporte. Pero que después hubo parálisis forzada en otros ámbitos, gente que quería ir a trabajar pero no pudo llegar; comerciantes que cerraron por temor o porque vieron que “no andaba nadie” y servicios que quedaron afectados por la falta de “clearing” bancario, el cierre de estaciones de servicio o la falta de reparto de mercaderías. En la parálisis, en definitiva, hubo una mezcla de motivos. Pero quedó claro que el sindicalismo opositor -que no incluye a gremios grandes como los de los maestros, los bancarios o la UOM- está en condiciones de parar el país. Y que hay un clima de demanda social que armoniza con esas medidas de fuerza.

Fue también la semana del miedo. Los hechos de inseguridad se repiten con una frecuencia dramática. Y muchos son de una gravedad tan extrema que generan escozor. En la Plata mataron el sábado pasado a un respetado comerciante de 29 y 63 que ni siquiera intentó resistirse. El jueves, en un ataque de motochorros, balearon a una mujer y a su hijo en una verdulería de Berisso. En este caso, no los mataron por una diferencia milimétrica, sólo porque la bala se incrustó apenas un centímetro más arriba o más abajo.

En Gonnet, los vecinos mostraron una mezcla de hartazgo y de temor por la ola de asaltos. La movilización que protagonizaron el viernes pasado fue una nítida expresión de ese clima social.

La violencia de distintos tipo fue, penosamente, una protagonista estelar de los últimos días. Mataron brutalmente a una jubilada en Los Hornos, a una abogada platense en Gualeguaychú y a un militante de la Uocra en Ensenada. Todos síntomas de un germen de locura que parece enquistado en distintos estamentos.

La semana, mientras tanto, se cerró con la tristeza del adiós a Alfredo Alcón. Pero en su figura se encuentra consuelo. Mostró que el talento, la humildad, el rigor profesional y la decencia tienen, al final, su reconocimiento.