“Soñó con el asalto”: las huellas de un robo brutal en un chico de 8 años

“VIVIR ALGO ASÍ TE LIQUIDA”, DICE FLAVIA AL RELATAR CÓMO SE SIENTE LUEGO DE QUE DOS DELINCUENTES INTENTARAN LLEVARSE A SU BEBÉ COMO SI FUERA UN OBJETO Y LAS SECUELAS QUE SUFRE SU HIJO MAYOR.

Desde que el viernes pasado sufrió un robo brutal cuando salía con sus dos hijos hacia el supermercado, Flavia Harispuru vive en medio de una angustia difícil de sobrellevar. Como tantas víctimas de la inseguridad cotidiana, no puede asomarse a la calle sin que la asalte la sensación de ser “observada por desconocidos”. Pero lo que más parece afectarla no es eso sino el efecto que el episodio tuvo sobre el mayor de sus hijos, de 8 años de edad. Flavia cuenta que el chico revive lo ocurrido en sueños y no para de hacer comentarios sobre lo que le tocó vivir.

Lo que le tocó vivir fue que un delincuente le pusiera un arma sobre la cabeza mientras un cómplice suyo le daba una trompada en la cara a su mamá exigiéndole que se bajara del auto. La pesadilla se había desatado en un segundo apenas terminaban de salir de su casa en Tolosa y subir al Peugeot de la familia para ir a hacer las compras como siempre. Pero lo más traumático para Flavia estaba por venir.

En el apuro por concretar el robo del auto y las pertenencias personales que estaban en su interior, los delincuentes dieron marcha atrás para emprender la fuga desoyendo las suplicas de la mujer para que le permitieran sacar antes a su bebé de un año, que estaba atado a su sillita en el asiento de atrás. Tuvo que colgarse del vehículo en marcha para poder rescatarlo, y si logró hacerlo fue porque no se detuvo un segundo a pensar.

Resulta difícil no preguntarse cuánto tiempo transcurrirá hasta que esa familia pueda volver a sentirse segura o qué le pasa a un chico de 8 años tras vivir un episodio así

Resulta difícil no preguntarse cuántas veces Flavia y su marido habrán recreado ya la secuencia y pensado qué habría ocurrido sin ese segundo de determinación. Pero también, cuánto tiempo transcurrirá hasta que puedan volver a sentirse seguros o qué le pasa a un chico de 8 años tras vivir algo así.

“Vivir algo así te liquida”, dice Flavia al relatar cómo se siente después de que dos delincuentes armados intentaran llevarse a su bebé como si fuera un objeto más y las huellas que todo el episodio dejó en su hijo mayor. “Me contó que soñó con lo que nos había pasado. A pesar de que le digo que algo así no se va a repetir, me vive haciendo comentarios sobre lo que ocurrió”.

SECUELAS PSICOLÓGICAS

En qué medida un hecho como el que sufrieron Flavia y sus hijos deja huellas en los chicos es algo difícil de predecir. Una misma experiencia puede traumatizar a un chico durante años o bien no dejar mayores huellas en él, explican los psicólogos, quienes reconocen sin embargo la existencia de algunas situaciones donde las secuelas psicológicas son frecuentes, y mencionan entre ellas ciertos episodios de inseguridad.

“No se puede decir a priori si un hecho va a tener efectos traumáticos o no sobre una persona, porque lo traumático no se define por lo que ocurrió sino por la forma en que cada persona lo significa. En el caso de los chicos, eso va a depender en gran medida de su edad, pero también de cómo lo viva su grupo de pertenencia: un episodio violento no tiene el mismo efecto sobre un chico que convive con la violencia que en otro criado en un entorno donde la violencia no es común”, explica el psicólogo Ramiro Tau.

Docente en la facultad de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata y becario del CONICET, Tau señala que “si bien no existe una relación mecánica entre un evento y un síntoma, hay fenómenos que por el avasallamiento subjetivo que implican suelen tener consecuencias traumáticas. La mayoría de los chicos que han vivido secuestros o robos con secuestros de sus padres suelen sufrir secuelas psicológicas”, dice.

Al describir las secuelas que puede manifestar un chico tras una vivencia traumática, Tau asegura que “los síntomas son muchos, pero uno de los más frecuentes son las crisis de angustia conocidas popularmente como ataques de pánico. También son comunes las manifestaciones de retraimiento e inhibición y una sensación de desamparo que puede llevar a algunos chicos a meterse abajo de la mesa o adentro de un placard en busca de protección”.

INSTRUMENTOS A MANO

“Hay características familiares que atenúan los impactos desfavorables de la violencia en comunidad y hay características de comunidades violentas que pueden sobrepasar a las influencias familiares. Por ese motivo no existe una respuesta que se ajuste a todos las casos al momento de orientar a los padres acerca de cómo deben actuar”, señala el doctor Jorge Folino, profesor titular de la cátedra de Psiquiatría y director de la Maestría en Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNLP.

Más allá de eso, el psiquiatra resalta el hecho de que “la familia puede ejercer un rol irremplazable cuando favorece, a través de la comunicación afectiva y constructiva, que el niño integre los aspectos atemorizantes o confusos de los eventos traumáticos en una experiencia esclarecedora y adaptativa”.

Lo mismo señala la psicóloga María Stoika. “Aunque no hay una fórmula que valga para todos, existen instrumentos para ayudar a los chicos a lidiar con esta realidad tan violenta que vivimos hoy, y el más importante es el diálogo de los padres con sus hijos -dice-. A través de ese diálogo con los chicos es posible poner en palabras lo que cada uno siente y trasmitir una realidad filtrada de los propios temores”.